11.

2.1K 150 52
                                    

Martín Vargas:

Tal vez no era justo para mí jugar a esto estando enamorado, y aunque la regla número uno era no olvidar que somos mejores amigos, era algo que yo ya había olvidado hace mucho.

No tenía idea de que sentía ella por mí, si seguía siendo amistad o algo más estaba presente. Lucía siempre ha sido cerrada con sus sentimientos, no demostraba mucho cuando le gustaba alguien y averiguarlo era un reto, incluso para mí.

Irina por su lado trataba de que Lu le dijera algo pero Lucía parecía no darle importancia a sus dudas, que al final eran más mías que de ella.

—Necesito acabar el colegio ya. —dijo recostado su espalda en el respaldar.—

—Ya casi Lu, tranquila. —dije sonriendo.—

—Probablemente cuando esté en la universidad diré que extraño el colegio, aunque por ahora solo quiero graduarme, pero también me da miedo no graduarme.

Aunque era muy aplicada y tenía más que asegurada su graduación, era bastante inquieta y estudiaba como si realmente llevase malas notas, donde la realidad era que es de los mejores promedios del salón.

Si la gente se pregunta ¿Quién es y cómo es Lucía Osorio? Les dejo un resumen: Lucía es terca, esforzada, inteligente, hiperactiva algunas veces, bastante maternal, se preocupa más por los suyos que por si misma, carácter fuerte, suele defenderse siempre, le cuesta guardar silencio cuando algo le molesta, simpática y divertida.

—¿Martín te has enamorado?

—Sí, de hecho estoy enamorado. —dije acostandóme

—¿Por fin me dirás quien Ariana? —dijo haciendo lo mismo—

—Eso es algo que tú misma descubrirás.

—Es que tengo idea de quién es Ariana, solo que dudo que sea ella.

—Dime, tal vez le atinas.

—No, porque hay mucho en juego si digo mi respuesta y es incorrecta.

—¿Cómo qué? —dije girando mi rostro para verla.—

—Eso es algo de lo que tú mismo te encargas de descubrir. —dijo sonriendo.—

—Estamos poniendo todo en juego Lucía, ¿Crees que llevar una amistad con derechos no es ponernos un poco en riesgo?

—Creo muchas cosas Martín, y hay unas en las que no quiero creer por mi propio bien, solo que al final ambos sabemos que somos completamente maduros y podemos llevar esto.

—La madurez no manda sobre los sentimientos Lucía.

—Nadie manda sobre los sentimientos Martín ¿Sería más fácil si así fuese no crees? La vida sería menos complicada, tal vez tú no estarías clavado con Ariana y yo me repetiría todas las noches que no puedo enamorarme de esa persona.

Abrí mis ojos con sorpresa ¿Enamorarse? Se estaba enamorado y no tengo idea de quién se trata ¿Quién es es, seré yo?

—¿De quién te estás enamorado?

—De alguien. —respondió tranquilamente.—

—Desde que empezamos a llevar este tipo de amistad no nos contamos nada, no nos decimos nada, no se supone que no debemos olvidar que somos mejores amigos.

—Es bastante difícil ¿Cierto? Pero no entiendo porque te molestas, si no quieres contarme quien es Ariana. —dijo molesta.—

—Es mejor que no lo sepas.

—No, Martín, no es así, tal vez tu estúpida respuesta pueda aclarar mi estúpida duda.

Sin la necesidad de revelar más, ella misma ya había contestado mi duda,no era necesario decir más.

—Me voy. —dijo tomando su bolso.—

—Lu, no, quédate.

—No, hoy no, y quién sabe hasta cuándo, a veces hablo de más.

Sin decir más salió de mi habitación.

Lucía Osorio:

Marcaba el número de Irina esperando que respondiera rápido, aunque en el fondo sabía que no sería así, mi amiga demoraba horas en dar señales de vida.

—Lú. —respondió a mí llamada.—

—¿Dónde estás?

—En casa ¿Pasó algo?

—Necesito que vayas a mi casa, necesito contarte algo.

—Allá la veo.

[...]

—¿Te das cuenta que si él te pidió que te quedaras es porque tú eres Ariana?

—¿Eh? —dije confundida—

—Por Dios Lucía Daniela date cuenta. —dijo poniendo su mano en su frente—

—¿Sabes que dices muchas idioteces?

—Lucía usted es una pendejota, dese cuenta de las cosas, no entiendo cómo Martín te soporta tanto.

—¿Yo soy Ariana?

—Al fin.

—¿De verdad crees eso? Irina la única pendeja aquí es usted, yo no le puedo gustar a Martín.

—¿En qué lugar está estipulado que los mejores amigos no se pueden gustar?

—En ninguno, pero no lo creo, somos como hermanos.

—Eso no fue impedimento para que a usted le gustara. —dijo enarcando su ceja.—

—Touché. —dije riendo.—

—¿Qué piensas hacer ahora?

—Nada, es lo mejor para ambos, sé que podemos salir dañados de esto.

—Dios mío quiero pegarte de verdad.

Probablemente mi amiga no entendía el porqué de mi decisión, la realidad es que yo tampoco, creo que el ser amigos durante tantos años hace que piense mejor las cosas.

toma mi mano ; martín vargas [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora