13.

2.1K 139 54
                                    

Martín Vargas.

Pasé mis manos por mi cabello, tenía claro que la había cagado.

Creí que un clavo saca a otro, pero me equivoqué, no estaba  haciendo las cosas bien, dañé a Lucía, lastimaría a Sara, todo lo que estaba haciendo, estaba mal.

— Martín. —habló mi hermano apareciendo detrás de mí.—

—No me digas nada, ya sé, ya sé. —dije sentándome en mi cama.—

—Martín, Sara podrá haber entendido que estás enamorado de Lucía, pero Lucía no te creerá ni sabrá como confiar en ti.

—¿Crees que debo ir hablar con ella?

—Sí, pero hoy no. La conoces, sabes que cuando está enojada, no piensa, ni razona, y te dirá muchas cosas de las que luego se arrepentirá.

Y tenía razón, Lucia podía ser amable y simpática la gran parte de su tiempo, pero cuando algo la hacía molestar y enfurecer, estallaba y nadie la detenía, y solía soltar todo aquello que guardaba, tal como era un sol, podía ser la peor tormenta. Tampoco solía olvidar fácil, mucho menos era de las que perdonaban si llegas con un ramo de flores, o una caja de chocolates.

Lucia Osorio no era así, su orgullo era demasiado fuerte y demasiado grande, más grande que ella, esa es su pared y escudo ante este tipo de situaciones, odiaba las traiciones y las desilusiones, y yo la había traicionado y desilusionado lo suficiente.

—¿Cuánto tiempo crees que deba esperar?

—No lo sé Martín, creo que ni ella misma lo sabe, solo dale tiempo, cuando tú creas que ya estás listo vas y hablas con ella, en este momento ninguno de los dos está capacitado para hablar del tema.

—Nunca he estado capacitado para hablar del tema, por eso pasó todo esto, tuve que haber dicho todo desde el principio.

—No es momento de echarse la culpa Martín, es momento de aceptar las cosas, y pensar, solo dale tiempo, piensa —dijo abrazándome— iré por Alicia al jardín de niños.

Salió de mi habitación y yo me quedé ahí, solo.

[...]

Un mes, un mes completo había pasado, y yo no encontraba el valor para hablar, me sentía solo, aún teniendo a mi hermano y amigos al lado. Irina no me hablaba, se había molestado conmigo por lo que hice, y Lucía mucho menos.

Me estaba alistando para asistir al cumpleaños de Susana una de las hermanas de Isaza, no tenía muchas ganas de asistir, últimamente mis ganas se iban disminuyendo, sin embargo iría, se lo había prometido.

—¿Listo? —hablaba mi hermano mientras buscaba las llaves del auto.—

Asentí, y luego de que él encontrara las llaves, salimos de casa.

Llegamos a casa de Susana, y tocamos la puerta, detrás de ella apareció su madre.

—¿Muchachos, cómo van?

—Bien, doña Elena, que gusto. —dije sonriendo.—

Entramos a la casa, y dejamos el regalo en una de las mesas.

Susan apareció sonriente como siempre y nos saludó.

—Me alegra que hayas venido. —dijo sonriendo.—

—No faltaría Su, feliz cumpleaños por cierto. —dije de la misma manera.—

—Gracias, por allá están las bebidas, por si gustas.

toma mi mano ; martín vargas [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora