22.

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Lucía Osorio.

Estaba en mi habitación, le había pedido a Villamil que me viniera a dejar a casa, estaba llorando y sintiéndome como una estúpida, me sentía traicionada y no era para menos, mi mejor amigo quién siempre me juró protección me había dañado, me había roto el corazón, mi primer y verdadero amor.

La puerta de la habitación se abrió dejándome ver a Simón con un rostro de preocupación, se acercó a mí y me dio un abrazo, mientras acariciaba mi cabello.

—Mi niña ¿Qué pasó, que te hizo Martín? —decía mientras dejaba un beso en mi cabeza.—

—Me fue infiel, Simón, estuvo con alguien más, soy una estúpida por creer que una relación a distancia sí sirve, me siento traicionada. —dije entre sollozos y mi voz apenas salía.—

—¿Estás segura de lo que me estás diciendo?

—Él mismo me lo dijo. —dije apatándome de él—

Noté como tensó su mandíbula, y pasó una de sus manos por sus ojos, soltó un suspiro.

—Yo lo siento tanto Luci, no sé porqué lo hizo, me gustaría tener una varita mágica que quita los malos ratos que pasan las personas que amo, sin embargo no la tengo, solo te puedo ofrecer mi compañía y su quieres hablo con él. —decía abrazándome nuevamente.—

—Ya no quiero saber más de él, solo por favor no tú no te alejes de mí —dije aferrándome a él.—

—Seguiré siendo tu amigo, eres como mi hermanita Luci, esto no tiene que afectar el amor que te tengo.

—Solamente te pido de favor que no me hables más de él, no quiero saber nada que tenga que ver con él.

—¿Estás segura de eso? —preguntó mientras tomaba mi rostro entre sus manos y yo asentí.— si crees que es lo mejor, así lo haré.

Martín Vargas.

Me sentía demasiado mal, deseaba volver el tiempo y no haber hecho nada, y es que para mí era como si nada hubiese pasado porque no tenía recuerdo alguno de lo sucedido, estaba tan ebrio que no recuerdo nada, solo recuerdo el haber despertado y leer la nota que agustina dejó en mi mueble que decía "que bien lo pasamos anoche."y dejándome claro que yo había sido un idiota.

No teléfono sonó dejándome ver la llamada entrante que tenía, era Simón, probablemente ya estaba enterado de lo sucedido.

—Eres un idiota. —fue lo primero que le escuché decir en cuanto atendí—

—Simón, yo.

—Simón nada, Lucia está destrozada, está quebrada, ¿Cómo fuiste de capaz de hacerle esto? Usted que juró amarla. —la rabia marcada en cada palabra.—

—No lo sé Simón, no lo sé, soy un idiota, porque ni siquiera recuerdo lo que hice, y eso me da aún más pena, no recuerdo nada. —dije llorando.—

—Sabía que esto pasaría, que usted la iba a lastimar, por eso siempre estuve en desacuerdo, y cuando por fin creí que ibas a ser serio en una relación por primera vez, haces esto, tengo a Lucia llorando en su habitación, creyendo que es una estúpida, donde ella no tiene la mínima culpa. —gritaba—

toma mi mano ; martín vargas [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora