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Eleanor

Faltaban dos días para volver a Estados Unidos y con Tom las cosas habían estado bien, además de distantes.
Él tenía que hacer su trabajo y yo el mío, no quedaba duda de que nuestra relación se volvería más complicada que antes.
Con Linus había tenido una linda amistad durante el verano y me había ayudado demasiado junto con Homfrey, quien hoy me acompañaría con un amigo suyo para ver como iba mejorando mi salud mental.

—Por lo que me comentas, Homfrey, Eleanor no está mejorando— mi sonrisa de esperanza decayó cuando el doctor Mallon dijo esa frase, miré a Homfrey con confusión intentando hallar una repuesta.

—¿A qué se refiere con eso?— cuestioné a aquel hombre quien me miraba apenado.

—Analizando tu comportamiento depresivo de la última semana y con el, sorprendentemente, alegre de hace dos días no parece que estés saliendo del cuadro de depresión que presentaste al llegar aquí— explicó, comencé a preocuparme porque ya no quería seguir sintiéndome triste, molesta, irritada o feliz tan de repente, sólo quería ser normal.

—¿Hablas de un trastorno bipolar, Aaron?— se animó a preguntar Homfrey, el doctor sólo torció los labios dándole la razón a Homfrey.

Los miré a ambos y me levanté bruscamente de la silla, me sentía muy molesta y defraudada.

—Relájate, Eleanor, no saquemos conclusiones aún— intentó relajarme Mallon, pero simplemente no podría calmarme.

—¡No! ¿Ahora resulta que estoy loca? ¿Qué no he podido controlar mis problemas y ahora desarrollo otros?— sollocé en voz alta— ¡Mierda!— grité fuertemente, tomé mi bolso y salí del consultorio.

Caminé furiosa por las calles de Brighton, ya que Homfrey me había traído debía regresar a pie.
No estaba loca, no lo estaba, ¿o tal vez sí? Tom me dejaría definitivamente, ya no estaría conmigo si se enteraba, debía guardar el secreto, no quería provocar que él me odiase.

Fui a buscar a Linus a su casa, necesitaba hablar con él; cuando llegué toqué la puerta y a los pocos segundos esta fue abierta.

—Que sorpresa tenerte aquí, no esperaba...— lo interrumpí debido a que entré a su casa y cerré la puerta detrás mío.

—Lo siento, necesitaba hablar con alguien— susurré apenada.

—Puedes contarme, Eleanor— mencionó mi amigo quien lentamente me guió a la sala.

Simplemente no podía dejar de llorar y temblé como si fuera un perrito asustado, pareciera que mágicamente que me había vuelto loca, y no sé si se deba a que a veces descuidaba mi medicamento, pero mi vida parecía ser normal, no encontraba ninguna falla.
Necesitaba desahogarme, pero me limité a descansar un rato en los brazos de mi amigo dejando que él acariciara mi cabello intentando reconfortarme, pero seguía demasiado alterada.
Sentí a Linus tan cerca de mí que mi cerebro envió la orden a mi cuerpo de besarlo, nos besamos lentamente y estaba dispuesta a dejarme llevar.
Cuando nos faltó el aire sentí como si hubiera salido de un trance justo tal y como sentí con Lucy.

—¿Qué hice?— me pregunté a mi misma mientras las lágrimas salían poco a poco y caían por mis mejillas.

—¿Dijiste algo?— preguntó Linus, me miró y cuando me vio llorar comenzó a secar las lágrimas y ahí fue cuando recordé que hoy llegaba Tom a verme.

—¡Joder!— grité, Linus parecía un poco asustado pero le resté importancia.

Me levanté del sillón ignorando por completo a mi amigo,salí de su casa y corrí a la mía, un trayecto bastante largo pero mis piernas no pararon.
Mis ojos eran un estallido de lagrimas debido a que podía perder al amor de mi vida, más bien, perdería al amor de mi vida por algo que fue sólo un desvío, no era yo, eran ellos.

Clean// Tom Holland Donde viven las historias. Descúbrelo ahora