°•Capítulo 16•°

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Narra Madison

Ha pasado una semana desde que desperté. Hoy me daban el alta y mi madre llevaba toda la semana diciéndome y explicándome todo lo que me había pasado antes del accidente.

No vi nada interesante, Gabriel y yo estábamos juntos y las chicas de la fraternidad eran mis mejores amigas al igual que Sam. En los estudios iba demasiado bien por eso no me tengo que presentar a algunos exámenes ya que iba demasiado adelantada, soy bastante ordenada y siempre he querido llevar un orden especial en mi vida. Sé que todo no volverá a ser como lo era antes, quiero que todo este proceso de transición extraño acabe y vuelva a recordar o por lo menos, a recordar quién era.

Me despido de mi familia y me monto en el coche de Gabriel con una gran sonrisa. Me duele demasiado al caminar pero estoy en proceso de recuperación.
Mi hermana se ha apuntado a clases de Yoga y no ha dudado ni dos segundos en apuntarme a mí también. No me va mucho el Yoga pero podré soportarlo.

Después de unos minutos llegamos al edificio de Gabriel. Es de ladrillos rojo y tiene varias plantas. Subo las escaleras con dificultad pero llego al portal.
Veo como Gabriel coge todas mis cosas, me da pena no poder ayudarlo pero no puedo hacer demasiados esfuerzos.

Subimos el ascensor y llegamos a la puerta, el chico saca las llaves y lo miro ansiosa por ver el interior, por tener alguna esperanza de que mi mente recuerde algo de aquellas cuatro paredes.

—Por fin dulce hogar —Dice Gabriel abriendo la puerta de su apartamento.

Observo cada rincón. Las ventanas son enormes, el sofá es amarillo y las paredes son blancas. Todo es demasiado colorido para mi gusto al igual que moderno pero desgraciadamente no es mi apartamento.

—Es muy bonito —Camino hacia el sofá mientras miro desde el salón la cocina.
—Voy a dejar esto en nuestra habitación —Me volteo para mirarlo y lo miro impresionada.

«¿Dormiremos juntos?» mi subconsciente me deja bloqueada, me resulta incómodo estar junto a un desconocido el cual sabe todo de mí. Pero no me queda otra hasta que recuerde algo de mi pasado.

Parece que el chico lo nota y no puede evitar mirarme algo molesto.

—Bueno, puedo dormir en el sofá si quieres —Niego algo confundida.
—No, es tu casa, no importa —Este asiente y camina hacia la habitación.

Me siento en aquel sofá amarillento y observo un par de revistas y la televisión la cual es enorme.

—Todas tus cosas están en la parte derecha del armario, el baño está al final del pasillo, a la izquierda, aunque hay otro en nuestra habitación puedes ir al que quieras —Asiento varias veces nerviosa.
—¡Ah! el microondas es un poco complicado y el frigorífico parece un armario pero no lo es, lo hicieron de diseño para que quedase bien con los demás muebles de cocina —Trago saliva y vuelvo a asentir.
—La ducha solo le tienes que dar al botón de caliente y hay una estantería en nuestra habitación, sé que te gusta leer, por si te aburres.
—Gracias —Puedo ver como se pone su chaqueta y me entra en pánico.
—¿Te vas? —Lo miro nerviosa.
—Tengo que ir a trabajar, volveré pronto —Miro el reloj.
—¿No es muy tarde? —Se le ve nervioso pero no tarda en darme un beso en la mejilla y sonreír.
—Trabajo en una editorial y siempre por la noche —Asiento.
—Es tu casa, puedes hacer lo que quieras —Asiento pero mi mente me tortura y tengo la necesidad de no pasar ni un segundo sola.
—¿Puedes dejarme en mi fraternidad? —Le pregunto mientras veo como se para en seco y se lo piensa varias veces.
—Vale... —Me responde después de unos segundos.

Camino hacia la habitación, cojo mi abrigo y me pongo un calzado más cómodo ya que así podré andar mucho mejor.

Me peino un poco el cabello con uno de los cepillos que llevaba en la maleta, la cierro y camino de nuevo hacia el salón.

Peligrosamente Inevitable® ✓ (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora