Capítulo 1x03: Primer día, primeras experiencias.

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Capítulo 1x03: Primer día, primeras experiencias.

Recuerdo que era demasiado pronto cuando desperté, que estaba harta de estar en mi habitación y que salí al comedor y me encontré con Sam desayunando.

- Buenos días. – dije con una gran sonrisa.

Estaba feliz, contenta y sobretodo, excitada. Quería empezar mi nueva rutina, conocer donde iba a trabajar, mi puesto de trabajo, mis compañeros y sobretodo, quería pasear por la ciudad de Nueva York, quería verlo todo y quería empezar ya.

- ¿Siempre te levantas tan feliz? – dijo él tras un bostezo.

- A partir de ahora, así será.

Mi estado de ánimo era demasiado efusivo para el de Sam, el cual comía una tostada con los ojos cerrados e intentando no dormirse encima de la encimera de la cocina. Aún estaba en pijama, aunque con el pelo mojado de haberse duchado. Me quedé embobada mirando su hermosura, lo atractivo que era con ese pelo cayéndole por la frente, alguna gota esporádica en la punta de su cabello, el aspecto relajado de su rostro y esa pose de desganado.

“¡Basta Anne! El trato, piensa en el trato– recuerdo que me dije a mi misma”

Desayuné con él intentando no molestarle mucho, sé lo que es despertarse sin humor y era obvio que así era como estaba él. Al terminar, fui a mi habitación y me vestí con ropa elegante, traje de pantalón y chaqueta de color gris claro y una camisa entallada blanca que realzaba mi estrecha cadera. Me recogí mi larga melena castaña clara en un improvisado y sencillo moño, me puse mis zapatos de tacón favoritos, me pinté y lista. Dispuesta a comerme el mundo.

- ¡Guau! Estas impresionante. – me dijo Sam nada más verme, a lo que yo me ruboricé por supuesto.

Con todo el jaleo, habíamos despertado a Marcos el cual me miraba de arriba abajo entre lujurioso e intentando asesinarme con los ojos. Le ignoré todo lo que pude, pero no podía negar que me incomodaba que me mirara así y sobretodo, me enfadaba y me entraban ganas de pegarle.

- ¿Vamos juntos a la oficina? – dijo Sam mientras me tendía su mano para ayudarme a salir del trance que la presencia de Marcos me había provocado.

- Vale, pero al edificio entramos por separado, no quiero que piensen que conseguí el trabajo por enchufe. – la risa de ambos fue instantánea.

Sí, ya sabía en ese momento que si había conseguido el trabajo, era gracias a Sam, pero no quería que la gente me etiquetara como la enchufada, así no haría amigos…

Carl, el conserje del edificio, ya nos tenía la puerta abierta y un taxi esperándonos para llevarnos a donde dijéramos. Supuse que Sam debía darles buenas propinas para navidad, ya que parecía ser algo que hacia por costumbre.

El tráfico de Manhattan era una locura, aunque las calles estaba muy bien ordenadas y era difícil el colapso, los taxistas estaban tan zumbados que atravesaban la ciudad como si fuese un circuito de formula uno, apurando las curvas y adelantando por cualquier hueco que se les pusiera delante.

Pero si la parte cuadriculada de la ciudad me parecía una locura, en cuanto pasamos los barrios del Soho, Pequeña Italia y China Town, empezó la verdadera locura, Walt Street, la zona sur de la isla y donde se concentran el mayor número de rascacielos en poco espacio. Aquí apenas había avenidas, todo eran calles pequeñas y todos parecíamos querer ir al mismo lugar.

- Menos mal que salí pronto de casa. – dije mientras suspiraba al ver el tráfico.

A pesar de todo, no era capaz de apartar la frente de la ventanilla y de dejar de mirar hacia el cielo, donde parecían acabar todos los edificios.

En Busca de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora