Capítulo 1x12: O te adaptas, o te largas.

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Capítulo 1x12: O te adaptas, o te largas.

La humanidad suele negarse a ver la realidad aunque se la pongan delante de los ojos y con un gran luminoso que diga: “Mire aquí” y tenga una gran flecha apuntando al lugar. Y una de esas realidades que solemos evitar, es la felicidad. Nos empeñamos en pensar que eso tan bueno no puede ser para nosotros y a veces, nos equivocamos.

Y si bien decidimos que la felicidad no es para nosotros, las complicaciones que nosotros mismos nos agenciamos, son otra cosa…

Los días iban pasando y todo había vuelto a la normalidad, iba al trabajo, salía de él y evitaba ir a casa para no encontrarme con Marcos y cuando yo subía, él se iba a trabajar y no nos veíamos. Y así, un día tras otro.

La novedad, pues Jake, que desde el fin de semana en los Hamptons se estaba convirtiendo en el empleado del mes por todas las veces que iba a la oficina. Sussan y Luck se encargaban de recordarme, a cada momento, la cantidad de dinero que ganaba y la cantidad de propiedades que tenía. Ahora entendía a que se refería Marcos cuando lo llamó “príncipe de armadura de oro”, era por su dinero.

Pero el recuerdo de Marcos solo me enfurecía a la vez que me hacía sentir un cosquilleo en el estomago. Y es que cada noche, desde el regreso de los Hamptons, soñaba con sus manos acariciándome por todo el cuerpo y sus labios sobre los míos, sentía que hasta le estaba idealizando y que había sido más bueno de lo que realmente fue.

Dos semanas después del viaje, un viernes concretamente, Sam bajó a la planta más noble de la empresa y dijo:

- Esta noche, copas, bailes, música, y… ¿he dicho baile? – le faltaba dar saltitos mientras proponía el plan.

Sam era otro dolor de cabeza. Desde que habíamos vuelto de ese viaje, no se separaba de mí ni cuando me iba a dormir, tenía que acabar echándole de mi habitación o rogándole que me dejara respirar sola.

Y es que se había aficionado a oírme tocar el piano, se tumbaba en mi cama y me oía componer. Ni siquiera me hablaba, él solo se colocaba a mi espalda y escuchaba cada nota que tocaba.

- Perfecto. Los niños tienen una fiesta de pijamas o algo así y estamos solos en casa. Seguro que a Ted no le importa. – contestó Sussan igual de excitada que Sam.

- Genial. Luck ya me dijo que sí y de esta planta, pues a quien queráis invitar, cuanto más mejor. – dijo Sam. Entonces me miró y su cara de alegría se ensombreció un poco – Marcos se unirá cuando termine su turno en el bar.

- Yo no… mejor no voy – dije con algo de duda.

Tenía muchas ganas de salir y divertirme, pero no tenía ganas de estar incómoda o de pasar un mal rato.

- No la hagas caso, - le dijo Sam a Sussan. – a esta la saco yo aunque sea en brazos. - Esa “esta” era yo.

No hubo más discusión, sabía que me obligaría a salir y que su amenaza de llevarme en brazos, era una amenaza que pensaba cumplir, así que acepté con la esperanza de que cuando llegara Marcos, poder coger un taxi y escaparme.

Y sí, sé que huir es de cobardes, que debo enfrentarme a mis problemas y que un tipo como él no puede amargarme una salida con mis amigos, pero yo no era así y el verle, sin ser capaz de entender porque aún no se había disculpado por sus falsas insinuaciones, me estaba consumiendo.

Pero la salida de esta noche, tendría más problemas de los que ya imaginaba. Hacía mucho que no trasnochaba y mucho menos sin alcohol, ya que después de la última vez, no bebería ni una gota. Así que si quería aguantar toda la noche, pues debía dormir siesta y para eso, debía llegar a casa en un horario donde Marcos estuviera en ella.

En Busca de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora