Capítulo 1x11: ¡Perdóname padre porque he pecado! Y que pecado…
El Ron puede ser una buena compañía en ciertos momentos e incluso te anima ha hacer cosas que nunca harías si no fuera por él. Pero si bien no puedo culpar al Ron de todos mis actos de esa noche, si le puedo adjudicar mi despertar. No son buena mezcla el ron, el despertar y una sensación en el estomago de haber cometido tal error que te haga salir corriendo al baño para vomitar.
Porque sí señores, tenía resaca…
Ni siquiera había abierto los ojos y ya notaba una inmensa luz que atravesaba mis párpados. Gruñí mientras me ocultaba en algo cálido y duro. La luz había sido como miles de agujas en mi cerebro, pero una extraña sensación en mi estomago eclipsó el dolor de cabeza.
¿Qué había pasado? Tenía esa sensación de cuando haces algo mal y sabes que tu madre te regañará si se entera, ¿pero qué era? Tenía flashes esporádicos de la pasada noche, recordaba la cena y el charlar insulsamente con muchos de los presentes. Recordaba descalzarme en la playa mientras íbamos a “la fiesta clandestina”. Recordaba pegarme con Marcos por una botella de Ron. Y a partir de ahí, todo se hizo confuso.
No tenía muy claro si las imágenes que llegaban a mi mente habían pasado en realidad o eran producto de mi pervertida imaginación a causa de mi escasez de relaciones sexuales. Activé mi sentido del tacto y noté la sabana sobre mi desnudo trasero y mi brazo rozaba con el costado de mi cuerpo. Si, no había dudas, estaba completamente desnuda.
Estiré mis piernas y un ligero dolor me detuvo en el movimiento, ¿agujetas? No podía ser…
Abrí un ojo y ahí estaba, dormido como un tronco e igual de desnudo que yo. La sabana apenas le tapaba lo imprescindible y una imagen de su musculado y depilado cuerpo me dio los buenos días.
¡Oh dios mío! era cierto, me había acostado con Marcos y no una vez, sino en repetidas ocasiones. Fui deslizándome cuidadosamente para no despertarle, antes debía aclararme y saber que le iba a decir.
Conseguí salir de la cama y casi en una carrera, cogí mi maleta y me encerré en el baño. Debía pensar en que era lo que quería, Marcos exigiría saber cuales eran mis sentimientos y lo cierto es que estos eran confusos. Sin duda Marcos era muy atractivo, quizás demasiado para mi buen juicio, pero ¿una relación?
Una nausea me hizo tirarme de cabeza hacia el retrete y vomitar hasta la primera papilla. Estaba claro, hasta mi cuerpo me lo decía, no estaba lista para una relación. Era imposible que me fiara de él, el recuerdo de mi antiguo desamor aún estaba dentro de mí. Era demasiado pronto.
Una vez lo tuve claro, me di una larga ducha y me cepillé tanto los dientes que creí que me los arrancaría con el cepillo. Hoy no había ningún acto social, solo el viaje de vuelta y por la hora, íbamos algo justos para coger el autobús. Me planté unos jeans, una camiseta de manga larga y unos botines sin tacón.
Salí del baño tras respirar unas veinte veces y rezar a algún dios para que me trasportara a cualquier otro lugar. Y ahí estaba, solo vestido con unos boxer blancos y hablando con alguien que no veía a causa de la puerta.
- ¿Me vas a dejar pasar? – dijo la voz de Sam al otro lado de la puerta. Marcos miró en mi dirección y al verme vestida, abrió la puerta a Sam y le dejó pasar. – Podrías ponerte algo más de ropa, Anne está aquí.
Marcos empezó a reírse y yo le fulminé con la mirada. No se atrevería a contárselo, ¿no? Él no podía saberlo.
- ¿Qué quieres Sam? – dije de manera brusca para acabar cuanto antes con esto y así poder hablar con mi compañero de habitación.
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En Busca de la Felicidad
Roman d'amourSi tuvieras la opción de dejarlo todo e ir a intentar vivir tu sueño, ¿lo harías? ¿lo dejarías todo para perseguirlo? ¿y si mientras lo intentas tu vida cambia de forma radical? Anne es una chica que, tras un acto arriesgado, encuentra sentido a su...