Capítulo 2x15: Reflejos de la pasión.

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Capítulo 2x15: Reflejos de la pasión.  

“Hay tantas cosas que no pueden juzgarse sin el corazón, que si el corazón falta, la razón debe desatinar necesariamente. – Alexandre Vinet

Los mejores días eran cuando pasaban sin apenas darme cuenta, cuando la monotonía del día a día conseguía que sintiera que flotaba por las horas, cuando de repente, en la oscuridad de mi cama, era consciente que el día había terminado.

 Ensayaba desde que me levantaba hasta que llegaba la hora de irse a las clases particulares con los niños de mi bloque. Después, volvía a mi casa a seguir ensayando antes de ducharme y salir a trabajar. Y en cuanto salía del trabajo, me iba a casa a dormir y a esperar que el día de mañana pasase igual que el que acababa. Esa era la monotonía que hacía de mis días algo soportable.

 Pero luego estaban esos otros días, donde el agujero de mi estomago apenas me dejaba levantarme de la cama, donde el recuerdo de esa última noche juntos, volvía a mi como si me diesen miles de palizas por todo el cuerpo. Había tocado la felicidad con los dedos y se me había vuelto a escapar, de la misma manera que ya se me escapó hace meses en aquel bar. Me sentía estúpida porque esto me pasara por segunda vez, porque, a pesar de las advertencias de Jake o incluso de las mías propias, había vuelto a recaer en ese estupendo chico con tendencia a destrozarme el corazón.

 Aunque no podía ser injusta con él, a pesar de cómo me sentía ahora mismo, ni él ni yo habíamos tenido la culpa de esto, simplemente él no podía renunciar a su sueño de la misma manera que yo no podía obligarle a que renunciara. Así era la vida, cruel, dura y llena de dolor.  

 Pero a pesar de estos días malos, estos en los que me hundiría entre las sabanas y pediría dormir a cada segundo para así poder soñar con él, siempre me levantaba e intentaba seguir con esa rutina que me había marcado. Porque a pesar de todo lo que había pasado, aún sentía que le debía la promesa que le hice, esa en la que solo me centraría en mi piano y en mi audición.

 De vez en cuando, Jake bajaba a verme y a intentar distraerme de mis pensamientos. Pero desde hacía dos días, sus visitas se estaban convirtiendo en un tanto molestas, pues parecía un entrenador de gimnasia, de esos que chillan más de lo que ordenan y ni siquiera sabías que hacer. Y por supuesto hoy no iba a ser menos, no a tan solo veinticuatro horas de mi audición.

 - Creo que hoy no deberías ir a trabajar. – dijo nada más entrar en casa, sin un “hola” o un “¿qué tal?” – La tercera estrofa no te sale perfecta y te tiene que salir perfecta.

 - Para mí también es un placer tenerte aquí, Jake.

Mi sarcasmo esta en el punto más alto de lo borde, pero apenas tenía paciencia suficiente como para aguantarme a mi misma, como para aguantarle a él y a su pánico incomprensible.

- No te lo estás tomando con la suficiente importancia, Anne. – dijo con un toque de indignación, solo que la indignada empezaba a serlo yo. – Entiendo que has pasado por mucho últimamente, pero estamos hablando de tu futuro, de tu vida. Deberías espabilar.

Y de repente entré en un estado sin retorno. Yo no hacía nada más que mandar a mi cabeza que se relajara, pero ella ya parecía ir por libre llenando todo mi cuerpo de una ira incontrolada.

- EXACTO JAKE, ¡MI VIDA! – grité una vez esa ira me poseyó. – ES MI VIDA Y NO LA TUYA, ES MI AUDICIÓN Y NO LA TUYA, Y YO DECIDO COMO DESEO TOMARME MI SITUACIÓN.

Verme gritar pareció sorprenderle, pero lejos de pedirme perdón o algo parecido, me miró con algo de odio en sus ojos. ¿Pero qué le pasaba?

- Haremos una cosa, Jake. – dije ahora intentando calmar esa ira que me pedía golpearle hasta conseguir que se marchara. – No quiero volver a verte hasta mañana después de la audición. ¿Lo has entendido?

En Busca de la FelicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora