ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ ᔕⓞⓝⒺ ⓢⓗⓞⓣⓢᔕ TERMINADO.

Au moderno/escolar! Giyu Tomioka

¡Demonios! Querías un maldito beso de Giyu, querías tocar sus labios con los tuyos; ese tonto deseo no te dejaba pensar, estabas divagando como loca en fantasías mientras Kanae daba su clase.

Ahora estás escuchando un sermón de su parte.

—Si algo sucede _____-chan, puedes tener confianza en mí y contarme —dijo ella con esa sonrisa tranquila mientras te tomaba de las manos. —Estamos para ayudar a los alumnos así que por favor confía en mí.

—Profesora... —Sus palabras fueron tan lindas que tus ojos se iluminaron. —No sucede nada pero, ¡muchas gracias!

—¿Segura, _____-chan?

—¡Claro Kanae sensei!

Llevó sus manos a tu cabello mientras lo revolvía, sonreiste. Te dejó ir, tomaste tus cosas saliendo rápido del lugar. Desde hace unos minutos todos tus compañeros habían salido pero tú no debido a la plática con Kanae, así que con velocidad fuiste al salón donde guardaban las cosas de educación física. Sin tocar la puerta la abriste, entrando para después cerrarla y correr a los brazos de Tomioka.

—Besame —fue lo que le dijiste.

Él te había atrapado, eso fue fácil pero tus palabras le dejaron confundido. Su acuerdo había sido no hacer muestras de afecto de ese tipo en el colegio pero tus palabras, no podía resistirse.
Con delicadeza, sujetándote de una mejor forma acercó su rostro al tuyo; sus respiraciones se podían sentir y fue entonces que sus labios se encontraron.

Un toque en la puerta los interrumpió, te separaste de inmediato yendo a la parte trasera, escondiéndote detrás de las estanterías que había. Te agachaste tapando tu boca, viendo por el hueco que quedaba entre unas cajas.
Tomioka se dirigió a la puerta para abrir, no pudiste ver quien era hasta que esa persona entró al salón.
Tu corazón empezó a latir rápido pero parecía que Giyu controlaba bien la situación, gracias a Dios podías escucharlos.

—¿No está aquí, _____-chan? —preguntó ella mientras veía para todos lados.

—¿Por qué debería de estarlo? —devolvió la pregunta él ojiazul mientras terminaba de guardar los papeles del escritorio.

—La vi correr hacia acá, ¿sabes que le sucede, Tomioka-san?

Se recargó en la pared, seguido de eso dio un suspiro.

—¿Qué le sucede? —intentó que su tono de voz no sonara preocupado.

—Ha estado muy distraída, sigue entregando todo completamente y bien pero no sé... Está pensativa y cuando intento hablar con ella; me dice que todo está bien mientras tiene una sonrisa nerviosa en la cara.

—Eso es mejor, ¿no? De seguro le ha de gustar alguien y por eso está pensativa, quizás feliz sería la palabra correcta.

Te daban ganas de gritar por su respuesta, pero no podías. Sin embargo Kanae había arruinado tu plan y lo que le dirías después a Tomioka.

—¿Sabes algo de eso?

—No me importa para nada, ¿por qué no intentas preguntarle directamente eso?

Frunciste el ceño, ¿quería jugar el mismo juego? Sólo porque tú habías dicho algo parecido hace unos días haciendo que se avergonzara, él aprovechó la oportunidad a su vez.
Kanae sonrió mientras se alejaba un poco haciendo una reverencia.

—Lo haré, gracias por tu tiempo Tomioka-san. Supe lo que te dijo Shinobu en clase, disculpala por favor, regresa a casa con cuidado.

Después de eso salió.

Esperaste un poco más, Giyu fue por ti. Te levantaste mientras te quitabas la mochila de los hombros tirándola al piso. Te acercaste a él hasta quedar frente a frente.

—¿Por qué le dijiste eso? Me dará otro sermón —te quejaste mientras hacias ademanes con las manos.

—Me la debías —respondió.

—¡Tú me debes algo también!

Lo agarraste de la sudadera atrayéndolo a ti, besándolo. Correspondió de una forma ruda, tus acciones le hicieron creer eso y vaya que acertó. Cuando se separaron se miraron directamente a los ojos, te acercaste a una de sus orejas para murmurar.

—Hay otra forma de hacer ejercicio que puede gustarme...

Tus palabras hicieron que se ruborizara, cuando lo viste tenía el ceño fruncido y una sonrisa en la cara.

—Vamos a mi casa.

Te separaste de él tomando tu mochila, caminaste detrás de él saliendo del lugar.

—¡Al fin la conoceré! —dijiste con felicidad. —¿Qué haremos?, ¿me darás de comer? ¡Por favor porque ayer no cené!

—Si no te callas, yo te voy a callar —dijo mientras volteaba a verte.

—Pero que sea a besos, amor —le dijiste con una sonrisa.

Él sonrió igual que tú.

—Será con algo mucho más grande, bebé.

EL DE AYER DEBIÓ DE LLEVAR ESTO PERO HASTA APENAS ME ACORDÉ

Ahora sí, a seguirle a los pedidos, nos vemos en un rato uwuwuwuwu