Regalos. (Día 8)

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«Que frío...» murmuraste observando el puente. Subiste las escaleras una a una. Faltan al rededor de 12 días para Navidad y sigues igual de sola que en todo el año. Suspiraste acomodando la bufanda en tu cuello. Te asomaste un poco por el puente, estirándote. «La vista es realmente hermosa desde aquí...»

Fue entonces que sentiste como alguien te tomaba y jaló un poco para atrás.

—¡No deberías de hacer eso! —te dijo.

«¿Hacer qué?...» Volteaste para ver quien fue la persona que te jaló. Un chico joven de cabello rubio y ojos dorados, también con un abrigo y bufanda. No podías estar aún más confundida sobre lo que sucedía. Estabas tan perdida por la situación que ni siquiera podías pensar un porqué concreto de las acciones de este chico. Él volvió a hablar de nuevo.

—Hay más soluciones —insistió.

—¿A qué te refieres?... —le preguntaste ladeando la cabeza.

—¡Qué no debes suicidarte! —insistió.

Al parecer el tema le puso algo sensible. Tragaste saliva, él mal pensó las cosas sólo querías ver. Desviabas la mirada de un lado a otro, necesitabas pensar en una buena respuesta.

—No lo iba a hacer... —respondiste en voz baja. —Sólo estaba viendo.

—¿Ni siquiera se te pasó la idea por la cabeza? —preguntó.

—No soy lo suficiente valiente para esas cosas —respondiste. —Soy bastante cobarde.

La cara del chico se puso roja de la verguenza, el brillo en sus ojos se intensificó. Desvió la mirada tapando algo de su cara con la bufanda y luego suspiró. Los dos estaban en el piso así que se paró y te ayudó a hacerlo, aceptaste. Él aún parecía apenado. Volvió a verte, ahora con más determinación. Al parecer aceptó su error rápido.

—¡Por favor permiteme invitarte a cenar! —te sorprendiste. —Quiero disculparme...

—Oh, eso es mucho... Pero está bien.

Es un chico lindo, no te ibas a negar.

—Hay una cafetería aquí cerca, ¿te parecen bien unos postres? —preguntó con una sonrisa, asentiste.

• • •

Al llegar a la cafetería se quitaron sus gorros, fueron a una mesa más lejana de la entrada para que no les diera frío. La calidez del lugar era evidente. Te quitaste los guantes y los guardaste en los bolsillos de tu abrigo. Llegó una mesera para tomar su pedido. Zenitsu te pasó la carta primero. Pediste un suflé y chocolate caliente, algo no tan caro porque tampoco querías abusar de la generosidad de Agatsuma... Después de todo te invitó a "cenar" por un tonto error que de alguna manera es más tu culpa. Entonces cuando la camarera se fue ustedes dos comenzaron a hablar para conocerse.

—¿Por qué te acercaste de esa forma a mí?... Eh, sé que pensaste otra cosa pero, ya sabes.

Te vio con curiosidad.

—Había visto en la tele que habían muchas kodokushi¹... Me enteré de que una persona cercana a mí lo hizo y quise impedir que tu lo hicieras también.

—Bueno, lo agradezco mucho —respondiste con una gran sonrisa.

—¡No importa! No hace falta que agradezcas. ¡Debería ser así con todos! Aparte no podía dejar que alguien tan linda como tú.

ᴋɪᴍᴇᴛꜱᴜ ɴᴏ ʏᴀɪʙᴀ ᔕⓞⓝⒺ ⓢⓗⓞⓣⓢᔕ TERMINADO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora