' ▽ ' )ノ ¡Hey! ¡Advertencia: Groserías by Sanemi!
El mundo entero guardó silencio de un momento a otro, nadie dijo nada, de hecho, nadie se atrevió siquiera a hablar con la persona frente suyo. Recuerda ese día, estaba caminando devuelta a su hogar, pensando en alguien y de repente, nada, olvidó quien era esa persona, qué vivieron, que planearon que vivirían, todo; Cuando trató de recordar su niñez, teniendo la sensación de que ahí encontraría alguna pista de esa persona, se encontró con una memoria, una que hizo que su postura inquebrantable tambaleara... Se trataba de él mismo respondiendo a la nada.
¿Cómo podía recordar su vida completa, pero no la gente que estuvo con él? ¿Por qué recuerda aprender en la escuela sin ver ni oír a ninguna profesora o compañeros de aula? Todas esas preguntas y más se las hizo estando ahí parado, bajo la lluvia.
El aviso llegó en la tarde, explicó el "reseteo", como lo llamaron, y el cómo algunas personas afirmaban que recordaban todo, los rostros y voces, pero que fue luego de ver a alguien en específico; no tenían más información, pero debido a la urgencia informaron de inmediato lo que sabían.
No le ayudó a calmarse el saber tan solo eso.
Eso fue hace un mes, un noventa y cinco por ciento de la gente había decidido aprovechar esto y tener una nueva vida, empezar otra vez dejando atrás la idea de recordar. Pero Giyū nunca se ha sentido cómodo con la idea, su desesperación le despertaba en las noches impidiendo el que cerrara los ojos incluso si se estaba muriendo de sueño, como ahora mismo. Quería descansar, realmente deseaba eso, pero al no poder se dedicó a mirar su muñeca al notar algo escrito en ella.
Sintió como un balde de agua fría cayendo sobre él en ese momento, ¿cómo no lo había notado antes? Había un kanji escrito impecablemente justo sobre sus venas, un nombre sin el acompañamiento de un apellido.
— Sabito... —murmuró entre el silencio de la noche, teniendo una pizca de familiaridad al pronunciar el nombre del desconocido.
Como esperaba, no logró dormir ni un poco, pero ese tiempo lo gastó revisando la galería de su celular por sexta vez en el día, buscando alguna foto, video o audio que le dé una pista de donde comenzar a buscar.
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La campana sobre él informó su llegada en cuanto abrió la puerta de la cafetería media vacía. Es sábado por la mañana, las calles no están tan llenas de gente –sorprendentemente–, quizás por el climas frío, quizás porque había un evento grande del cual no se había enterado.
Apenas ingresó, su mirada viajó en cada uno de los presentes, buscando una cara familiar. La camarera, Mitsuri, estaba a la izquierda, con una sonrisa en la cara que dio a mostrar el que amaba muchísimo lo que hacía y que se estaba divirtiendo con la charla que mantenía con la mujer de cabellos negros con las puntas color púrpura; Los de al fondo son con quienes se juntaría; Y el último era un chico que no le sonó conocido de ningún lado, uno de sus brazos estaba extendido sobre unos cuantos cuadernos dispersados sobre la mesa mientras que el otro estaba cubriendo su rostro, lo único que pudo ver a excepción de su cuerpo delgado y la ropa que traía puesta fueron sus negros cabellos.
— ¡Hey! ¡Imbécil! ¡Por aquí! —y ahí estaba, sentado con otras tres personas que no conocía en una mesa apegada a la muralla, gritando para llamar su atención el desgraciado de cabellos color blanco y cicatrices en su cara sin cejas.
— Sí, sí, ya te había visto Sanemi. —despegó su mirada del muchacho que yacía durmiendo para ver el rostro del nombrado.
— Ellos son Obanai, Kyōjurō y Uzui —le presentó de inmediato a los que les acompañarían. Aunque quisiera mantener sus modales y prestarles atención, tenía la necesidad de observar al solitario desconocido que tan intrigado le dejó—. Chicos, él es Sabito, es con quien trabajo tatuando.
Presentaciones y una conversación en la cual no participó mucho, ese es el resume de una media hora en la cual hablaron de sus diferentes trabajos, sus recuerdos, teorías y una que otra broma. Él se quedó en su propio mundo, observando detalladamente el cómo los negros cabellos atados en una coleta estaban dispersos por la espalda del dormilón.
— ¿Y ese nombre? —preguntó el chico extravagante, poseedor de un cabello blanco y una alta estatura.
— Lo tenía desde antes del reinicio. Y sinceramente, lo he estado buscando desde entonces... —y dolía, porque estaba la opción de que algo le hubiera pasado, que no lo pueda encontrar con vida o, también, puede ser que él no le esté buscando. Eran tantas las opciones y le mataban lenta y dolorosamente.
— ¿Cómo se llama? Quizás podamos ayudarte. —Obanai habló.
— Tomioka... Tomioka Giyū.
Unos platos hicieron contacto con el suelo inmediatamente y todos se concentraron en la chica que, posterior a lo sucedido con la loza, le miraba llevándose las manos a la boca soltando un chillido emocionado. ¿Por qué le miraba a él? Era incómodo...
Iguro se levantó de su asiento para ayudarla con los restos de lo que eran unos cuantos platos sin contenido. El chico estaba claramente enamorado de ella, se notó por el aura que traía en cuanto apareció.
— ¿Tienes su nombre en tu muñeca? ¿Como las almas gemelas? —la de cabellos rosados le preguntó a la par que recogía con ayuda las cosas— Ay, ¡que romántico! Espero que lo encuentres.
— Gracias-
— ¡La puta madre! ¡Ya tuvimos que haber abierto! —le interrumpió poniéndose de pie Sanemi.
Agradeció el cambio de tema. Su pecho le estaba doliendo tanto, estaba desesperado, realmente desesperado, y más con ese chico desconocido el cual le estaba dando la espalda, no entendía la razón... Sanemi le agarró del brazo con algo de brusquedad, diciendo un "No te vayas a poner a llorar" con un tono burlesco que le hico fruncir el ceño en respuesta a la par que rodaba los ojos. Al parecer iba a pagar Uzui hoy, puesto a que comenzó a buscar dinero para entregárselo a la futura esposa de Obanai, como le dijeron en una de las bromas.
Se dio la vuelta para dar una disculpa y despedirse desde la puerta, pero nuevamente figó su mirada en el chico. Su corazón dio un salto en ese mismo momento. El chico había despertado, sus ojos azules observaban con detenimiento su propia muñeca con un toque de dolor que él pudo sentir, sus pestañas largas tenían atrapadas las que parecían ser unas lágrimas y, mordiendo su labio inferior, ocultó su rostro volviendo a la posición que tenía al dormir.
Se zafó del agarre.
Sus pasos se dirigían hacia el chico, pero él no le miraba.
En eso vio su muñeca, aún sin llegar a su lado. Y todo lo que iba a decir se le olvido.
— ¿Giyū...?
¿Realmente era Giyū? ¿El chico cuyo nombre se tatuó en su muñeca? Era por eso que se sentía tan desesperado al estar en el mismo lugar. Trató, pero apenas el de ojos azules le miró sintió un alivio golpearle con tanta fuerza que hasta ignoró la humedad que corría por su rostro. Él le miró confundido, tan confundido que se ahogó con la nada esperando alguna reacción.
¿Cuántos días se quedó sentado en su cama, mirando por la ventana, tratando de recodar? Y ahora, se sentía tan completo, viendo su niñez feliz, recordando el rostro de cada una de las personas que incluso caminaron por la vereda en sentido contrario, viéndolo a él, sonriéndole cada día en la escuela, saludándole con una sonrojo suave en la universidad. Giyū era su razón de vivir, su acogedora paz y seguridad, su familia, su todo.
— Sabito... —murmuró su nombre después de un silencio que le torturó con miedo.
No le importó nada más, y envolvió sus brazos alrededor de su cintura en cuanto vio como él se levantaba. No importó llegar tarde al trabajo, no importó la miradas de los demás o las sonrisas en sus rostros, solo importaba él.
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
أدب الهواة❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...