A lo largo de más de cien años ha visto cosas de todo tipo cuando a cierta distancia observa el pueblo a los pies de la montaña, ha escuchado el llanto de los humanos, sus risas y sus gritos cargados de dolor. No quería sufrir por su causa, por lo que pudiendo ir e interactuar con los humanos, tal cual lo habían hecho otros de los suyos, prefirió mantener distancia y quedarse vagando en su forma de zorro por los bosques de la zona atento a que ninguna amenaza estuviera cerca.
Había veces en las que caminaba por entre la gente con el aspecto que más le acomodaba que, por muy contrario a la forma femenina que tomaban los otros zorros, se trataba de un chico joven, uno que mantenía el toque fino en su rostro y en su cuerpo delgado, ojos azules y una cabellera negra larga. Jamás con la intención de entablar una conversación con ellos, cuando ellos le saludarían alegremente él tan solo respondía asintiendo sin decir nada, sin siquiera sonreírles.
Algunos seguían saludándolo, pero era tan solo eso, los demás dejaban de prestarle atención al notar lo nada que le importaba el hablar.
¿Entonces por qué aquel chico de cabellos color melocotón insistó tanto?
Él tomaría su mano sin miedo, sin mostrarse incómodo por su silencio, ¡e incluso logró hacerlo hablar por un corto tiempo cada vez que se veían! Años sin cruzar palabras con los hombres y mujeres del lugar, años en los que se protegió de cualquier contacto... Y ahora llega él con su sonrisa encantadora, con sus abrazos protectores y sus susurros dulces para hacerle olvidar la existencia del sufrimiento.
Ahora estaban quietos los dos. Sabito cepillando su cabello suelto mientras que tarareaba despacio la misma canción del día en que se encontraron, él cerró sus ojos ante el sentimiento de seguridad que le provocaba el chico. Por mucho que no hubiera querido, se sintió adicto a las sensaciones que le provocaba Sabito en su pecho, felicidad, amor... O ese sentimiento placentero que corría por todo su cuerpo haciéndole suspirar cuando, alumbrados por la luz tenue de una vela, sus manos firmes recorrían su cintura apegándolo más a su pecho al mismo tiempo que con sus labios besaba cada parte de su cuello.
Era adicto a Sabito.
De la nada las caricias cesaron. Miró por sobre su hombro con calma, curioso a la razón. Él le sonrió con amor antes de que su cabello largo cayera sobre su hombro, posterior al quitar aquella hermosa cinta larga color rojo que le sujetaba en una coleta, tal como la que había visto en el mango de la katana que estaba apoyada en una de las paredes de la vivienda, junto al bokken. Sus manos tomaron con delicadeza sus cabellos negros, juntándolo con paciencia para atarlo con esa misma cinta.
— Puede que un día no me encuentres por ningún lado y te sientas solo —le oyó decir. Se dio la vuelta lentamente para verle su rostro, notando la sonrisa inmediatamente, notando como una de sus manos se posaba en su mejilla con cuidado, acariciándole; se inclinó gustoso al toque suave, cerrando los ojos aun poniéndole atención—, pero recuerda: no importan los años, no importa la distancia o si dejo este mundo para pasar al siguiente, te amo y siempre estaré de una u otra forma contigo, aunque no me veas ahí.
Cuando le miró, juró que vio en sus ojos el toque de sinceridad, tristeza y dolor.
Entonces el dolor que tanto evitó le golpeó.
Sus manos fueron a las mejillas de Sabito con lentitud, sin dejar de observar ese tono lavanda que tanta calma le daba. No respondió nada a eso, o bueno, ninguna palabra, porque sus manos bajaron con cuidado de sus mejillas a su cuello aun medio impactado por la confesión, su respiración titubeó al recordar que lo que decía él, de una u otra manera, era algo que pasaría sí o sí. Dolió como los mil infiernos. Quiso e intentó no caer en este sentimiento, fracasó claramente, y ahora con la idea de perderlo está muriendo en vida. ¿Cómo será cuando él realmente se vaya...?
Antes de que el sentimiento sofocante continuase creciendo, fue atrapado en un abrazo. Se acomodó en el hombro ajeno soltando un quejido, aferrándose a las ropas del otro. Maldito sea quien creó el sufrimiento y lo compartió por el mundo, maldito sea el hecho de ser inmortal y tener que continuar viviendo sin el único amor que tanta felicidad le daba... Pero bendita sea la insistencia de él, bendito sea el calor de su cuerpo de hombre hambriento de justicia, bendita su voz, sus manos, su existencia...
— ¿Por qué...? —susurró en su hombro, sintiendo las manos de Sabito bajando y subiendo por su espalda— ¿Por qué eres así de lindo conmigo? No sabes nada de mí, nada de lo que antes hice o de lo que dije y tú... No lo entiendo.
— Tienes razón, no sé lo que ha sido de ti años antes de conocerte —le comentó él, dejando un beso en su cabeza con una amabilidad que le hizo derretirse internamente—. Pero sé que te aterra lo relacionado al amor, a las relaciones que durarán mucho pero que están destinadas a terminar por una que otra razón, que caminan en las noches mirando la luna sabiendo que las calles están vacías, que eres serio con todo el mundo pero que sonríes dormido cuando te abrazo o beso tu frente, que amas el daikon de salmón mucho más de lo que odias a los perros o a las mariposas, las que te resultan bastante molestas en varias ocasiones. No sé lo que pasó antes, sólo soy consciente de lo que ahora pasa —expresó con seguridad, sin tristeza alguna— y quiero saber si tú me permites hacerme una idea de lo que se vendrá, y con el tiempo volverlo realidad para ti.
Su rostro de seguro estaba rojo de la pura vergüenza que le provocaba él con sus palabras. No sabía qué hacer, no puede decirle que no, después de todo, correspondía los sentimientos de Sabito desde todos los puntos de vista, pero si decía que sí, ese amor que sentía incrementaría con los días, con los años, y luego habría tanto, tanto dolor...
Pero bueno, sus palabras las grabaría en su memoria, tal cual lo haría con cada momento a su lado, para así poder usarlas como consuelo cuando aquel día llegase. Mientras, disfrutaría la felicidad que le daba Sabito.
Sin ser capaz de responder verbalmente algo, asintió con una sonrisa que oculto junto a su sonrojado rostro en su hombro.
— Está bien...
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
Fanfiction❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...