『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》

❀ | Day 4: Stars

El sonido suave del viento jugueteando por entre los arboles le hicieron sentir una pisca de familiaridad ahora que, sentados sobre el pasto frío por las bajas temperaturas, se tomaban un tiempo para dejar atrás el dolor y la preocupación que les provocaban sus misiones. Los dedos de Sabito corrían por su cabellera jugando plácidamente, apreciando ambos sin decirse nada el gusto de estar juntos. El tarareo del chico con cabellos color melocotón le arrulló en la oscuridad de la noche, a la par que con sus brazos lo envolvía dándole una seguridad cálida; los labios ajenos comenzaron a dejar uno que otro beso travieso en cuello que logró hacer que Giyū cerrase los ojos sin poner queja.

Estaban acostumbrados, por pocos momentos los que sean, al poder estar así. Siempre Giyū había sido silencioso, escuchando con atención y opinando una vez sea necesario, por lo que ahora que el más alto no había comentado algo con la idea de mantenerse consciente a la piel cálida de su pareja, simplemente no había nada que aportar.

El cielo oscuro, el mismo que les indicaba a los cazadores de demonio que su horario de trabajo comenzaba, ahora les acompañaba tal y cuando eran unos pequeños niños al cuidado de un anciano entrenador. Las estrellas brillando allá en lo alto del cielo mientras que Sabito gozaba del brillo en los ojos azules de su novio que ahora mismo le miraban.

— Quiero quedarme así por más tiempo... —y realmente quería quedarse así con él, pero desde que Kyōjurō falleció por la Luna Superior Tres las cosas han estado más agitadas y nadie puede estar tranquilo. Ahora que lo piensa, Tanjirō, llegó muy mal emocionalmente ese día, apenas lo vieron él corrió donde ellos abrazándolos sin dejar de llorar; ¿Qué podría hacer si llegase a perder a Giyū? ¿O si Giyū lo perdiera...?

— Yo igual... —le escuchó decir con cuidado, con abundante sinceridad. Él también tenía más que claro lo difícil que se volvería con el pasar de los días el mantenerse uno con vida, algo grande llegaría un día de estos, una gran lucha que rogaba para que fuese la última, en la cual se acabase con la existencia del cruel ser que a tanto dolor y sufrir ha provocado a las personas.

Atrajo más su cuerpo en el abrazo, perdiéndose en su aroma suave que tanto le gustaba. Y pensar que cuando pequeños hacían lo mismo, guardar silencio o romperlo tan solo para decirse unas cuantas palabras sinceras de cariño o de promesas como nunca dejarse por muy mala que estuviera la situación, abrazándose sobre el pasto y bajo las estrellas infinitas en el amplio cielo.

Puede que en esta vida no logren derrotar a Muzan, que los demonios continúen atormentando a la gente y que ambos tengan que acabar con ellas, pero mientras esté Giyū bien, él también lo estará.

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Desde las palabras hasta las acciones de Muzan le tenían agobiado, aun podía ver algunas cuantas estrellas en el cielo sacándole en cara que aún quedaba una hora para el amanecer. Su respiración continuaba sin vacilar en ningún momento, lo cual le permitía atacarle sin hacer pausas en las cuales los demás o él mismo pudieran ser atacados. La cosa era mantenerlo arrinconarlo mientras que evadían sus ataques hasta que el sol saliera de una buena vez; Fue esperanzador el ver al katana de Obanai atravesando su cuello en uno de los ataques, pero esas esperanzas de haber conseguido la victoria fueron rápidamente destruidas por su regeneración a gran velocidad. El sol era lo último que les quedaba, y el hecho de que aún no entendía cómo Nezuko sobrevivió a los rayos de la mañana le hacían rezan por el que, sea cual sea la razón, Muzan no pudiera.

El ruido estaba por todos lados, mareándole un poco más ahora que la fatiga también le golpeaba. Sus piernas temblaron al igual que sus manos que tan fuerte afirmaban la hoja afilada aun de un tono azul, y el dolor en sus músculos apareció en ese pequeño momento. Tomó aire nuevamente, posicionándose mejor para atacar otra vez, y lo hubiera hecho de no ser porque por el rabillo del ojo logró ver la espalda de Giyū expuesta a uno de los golpes que daría el demonio.