Fue para un evento en donde se presentaría su banda donde vio por primera vez a Giyū, estaban bromeando con respecto a la diferencia enorme entre la música clásica y el rock cuando se formó de apoco el silencio en la enorme sala, su turno fue un grupo antes del suyo, por lo que pudo ver con calma la presentación. La orquesta estaba al fondo del escenario, comenzando a practicar cada integrante individualmente, un pianista y un violinista estaban al frente, el segundo unos pasos más adelante que el primero. Ese chico del frente, dándole cara al gran público, era Giyū.
No recuerda haber disfrutado alguna orquesta filarmónica antes de la manera en que lo hizo ahora. El arco se movía suavemente con tanta elegancia, a la par que los dedos ajenos viajaban por sobre las cuatro cuerdas con una duración y un orden que Dios sabe la hermosa bendición que era poder oírlo. Fue entonces que su atención se concentró en su rostro fino, sus ojos estaban cerrados, entregado completamente a la música que cubría el lugar. Era hermoso.
Era hermoso el sentimiento cálido que le envolvió con su forma de tocar, en su forma de compartir el gran placer que era el poder producir tales majestuosos sonidos con el instrumento, era hermoso el cómo, en las pausas, se tomaba su tiempo para tomar aire cuidadosamente y apreciar la sensación de estar de pie en un escenario. Era hermoso él, con su rostro delicado, con sus labios que formaban una leve mueca cuando el violín parecía llorar tristemente, y cuando pudo apreciar el azul profundo de sus ojos en una mirada que curiosamente dirigió a la gente que observaba la presentación.
Insiste, era hermoso, no, perfecto...
Lo vio mantener su postura cuando el silencio cayó nuevamente, antes de que los gritos y aplausos llenaran el lugar inmediatamente. Entonces el pianista se levantó y ambos hicieron una reverencia al público, para luego dejar el escenario y desaparecer de su vista.
Su turno llegó tan rápido que le tomó por sorpresa cuando Kyōjurō posó su mano sobre su hombro indicándole que ya era hora. Estaban esperando el que terminaran de presentarlos para salir, los aplausos y algunos cuantos gritos sonaron haciéndole sonreír un poco nervioso. No era su primera vez cantando frente a un gran número de personas, pero sí era la primera vez que en sus pensamientos había algo más, desconcentrándolo completamente. Estaba con el corazón a mil, ansioso de terminar algo que aún no empezaban para ir a buscar al silencioso violinista.
Cuando inició la primera canción, cerró los ojos unos segundos para quitárselo de la cabeza, tomó aire e inhaló lejos del micrófono. Esperó el acorde donde él entraría y comenzó a cantar.
Estaba bien, la gente estaba disfrutando el espectáculo y en más de una ocasión escuchó su nombre ser gritado con fuerza por alguna chica, tuvo que aguantarse la risa por las miradas que su equipo le enviaba. El sonido de la guitarra tocando con perfección los agudos en un punteo rápido para luego volver a hacer un rasgueo con uno de los acordes de la canción, la batería sonando detrás suyo y el bajo a su lado, la voz de Sanemi acompañándole en los coros, la gente gritando con las manos arriba. Todo estaba bien. Su voz tampoco titubeó en ningún momento.
Escuchando los aplausos de la gente y las peticiones de tocar otra más, se despidieron con una sonrisa suave. Bajaron del escenario después de haberse presentado con sus propias canciones y con unos cuantos covers de otras. Caminando un poco por el lugar luego de bajar se le acercó un grupo de gente, hablándole o pidiéndole fotos u otras cosas, algo que cumplió sin poner mala cara; No eran famosos internacionalmente como otros grupos, y si lo fueran tampoco dejaría de ir a hablar con la gente o ir a eventos gratuitos como este.
— ¡Sabito! —le llamó Uzui. —se despidió del grupo de gente en cuanto el grito de su compañero llegó a sus oídos.
Cuando ellos se despidieron de vuelta comenzó a correr hacia donde estaban los demás. Fue su error sin duda, tuvo que haberse fijado bien por donde iba o simplemente no correr, pero era demasiado tarde como para arrepentirse. Cerró los ojos ante el dolor, luego de haber agarrado los hombros de la persona con la que había chocado para evitar que cayese al suelo, estabilizándose.
— ¡Lo lamento! —oh Dios, es el violinista.
Sintió como la vergüenza le golpeaba en eso que notó como él se llevaba su mano a la cabeza tratando de calmar el leve mareo. Su rostro era perfecto ahora que lo tenía frente a frente, sus pestañas largas acompañando el precioso azul de sus ojos que resaltaban con su clara tez y su cabellera negra.
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Recuerda aun la horrible sensación de haberla cagado, el miedo a quedar mal con él y ser recordado como un grandísimo idiota descuidado. Pero basta con susurrar un bajo "Perdón por chocar contigo ese día" para sentir los dedos de su silencioso novio entrelazándose con los suyos para posteriormente escuchar un "De no haber sido así, te hubieras ido sin hablarme" y con eso, poder estar más tranquilo luego de darle la razón a Giyū.
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
Fanfiction❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...