La lista de nombres, el parloteo y el posterior nombramiento de alguna de las cuatro casas no había tenido tanto efecto en él como para conseguir que prefiriera escuchar alguno de los desconocidos nombre por sobre lo que Sanemi decía con respecto a la pureza de la sangre. Ese tema tampoco le importaba, la verdad. ¿Tenías magia? Esfuérzate, sácale provecho con sabiduría, demuéstrales a los demás lo equivocados que están.
Algo así recuerda haberle dicho a Giyū, alguna vez en la era Taishō...
No sabe la fecha en específico de su nacimiento o muerte, ni por qué el a diferencia de los demás puede tener esos recuerdos, pero sí sabe que duelen, duelen tanto esas memorias que atesora que llegan a romperlo como nunca antes se había roto, a hacerlo sentir impotencia que rápidamente le frustra a un nivel inimaginable.
Lo extraña... Lo extraña muchísimo. ¡Ni en su llegada a Hogwarts se zafó de sus recuerdos! Por lo que la torturadora realidad fue un escenario inevitable que le golpeó tan bruscamente, pues: con su emoción creciente, al igual que la sonrisa en su rostro, miró a su lado diciendo ya no recuerda qué... Se quedó inmóvil, aturdido por unos segundos, hasta que la decepción y la tristeza de no ver a nadie junto a él llegaron.
Tampoco es capaz de dejarlo atrás de una buena vez, aceptar que su vida junto a él ya había terminado hace años atrás, no, no puede... Ni siquiera quiere intentarlo, porque la verdad, no soporta la idea de perderlo, de rendirse así de fácil. Guardó silencio mientras caminaba. Si lo recuerda es por algo, lo sabe muy bien –o supone saberlo–, aparte, de querer olvidarlo, ¿qué pasa si él sí lo recuerda? ¿Si también lo está buscando tanto como él lo busca?
¡Su prioridad era Giyū, no ese tema de las almas gemelas!
Observó su brazo con desinterés al caminar y mira tú que grande fue la consciencia de justo ver el número cinco. Soltó un suspiro de desánimo. De seguro estarían los demás más que atentos, con una sonrisa de tontos enamorados mirando a todos lados expectantes, después de todo, es una felicidad inmensa la que dicen que siente los pocos dueños de temporizadores; Así sabe uno cuál es su alma gemela.
4... 3...
— Maldición. —dijo con el ceño fruncido, notando cantidad de alumnos que pasaron frente de él saliendo de alguna clase. Gran parte de los que vio se le hacían tan desagradable, incluyendo esa Ravenclaw fanática de las pociones mágicas y mariposas, por lo que no pudo sino hacer una mueca de disgusto. No quería que la mala suerte le golpease y le pusiera como otra mitad uno de ellos.
2...
Miró el suelo y luego al frente. Esperando ver algún conocido para poder charlar y alejarse lo más posible del tema.
1...
No, mejor se va, no entiende cómo puede estar esperando algo que ni siquiera le llamaba la atención. Era estúpido. Se maldijo mentalmente cuando vio la cara de Sanemi aparecer entre las demás, con esa aura con la que a veces chocaba la propia y, por lo tanto, terminaban en una discusión.
— ¡Por fin! —la mueca del albino en respuesta a su comentario llegó tan rápido como la carrera de los de primer año en dirección al Gran Comedor— Ya era hora que-
0.
Los mechones negros junto a la bufanda roja pasaron por su lado entre el resto, en conjunto a esa sonrisa tímida, inexperta en la vida social que reconocería sin importa qué.
El golpe de calor y frío azotaron su cuerpo juvenil en un abrir y cerrar de ojos. Sus pulmones se sintieron pequeños, incapaces de tomar el oxígeno necesario para tenerlo con vida, sus labios se separaron levemente cuando giró sobre sus talones buscando al responsable de ese sentimiento. Su otra mitad se perdió entre la multitud. Fue solo entonces cuando sintió la desesperación y ansiedad de aproximarse lo más rápido posible a esa persona.
Luego le golpeó la vergüenza. No es de las personas que se hacen ideas de quién o qué se trataba según sus corazonadas, ¡pero ese era Giyū! ¡Realmente era él! ¡Está muy seguro!
— Ja, el "hombre" está rojo de la vergüenza. —se burló el contrario apenas llegó a su lado.
¿Y cómo no estar avergonzado, eh? ¡Su alma gemela es su mejor amigo-!
No, se corrige, era su mejor amigo, ahora es solo un desconocido... ¡PERO MALDITA SEA, RECUERDA TODAS LAS COSAS QUE HICIERON JUNTOS! Para él no hay un fue, su anterior vida y la actual se le hicieron como el despertar de la noche a la mañana, ¿cómo podía dejar de ver a 'Yū como antes? Incluso cuando los demonios atormentaban Japón él se había llegado a enamorar del chiquillo.
— Acaba de pasar mi alma gemela.
Volver a enamorarse de él era algo inevitable.
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El temporizador estaba en cero y él no pudo evitar sentirse la mierda más grande del mundo por no haber puesto atención. ¿Ves? La mala suerte siempre le encuentra; pero al menos, en este caso, esa mala suerte logró robarle una sonrisa, una que duró todo el día y por la cual los profesores que no le conocían bien le preguntaron o, como lo hicieron los que le conocían por su desinterés en el tema, le molestaron con un pregunta directa "¿Se debe a su alma gemela?". Le hubieran hecho negar con unas carcajadas antes, pero ese día era diferente, así que con un tono, muy lejos de ser vacilante, respondía un claro "Sí".
Porque no tan solo era la persona más importante según el destino, también lo era para él.
Pero su sonrisa tembló con los días al no volver a verlo. Puso más atención en las clases y en los estudiantes que la formaban, se fijó en cada Gryffindor que pasaba por delante suyo esperando ver su rostro nuevamente, pero nada.
— Me da tanta gracia tu historia, Sabito —la voz de Shinazugawa llegó a sus oídos junto el primer día del cuarto mes—. Ya me veo diciéndole a los de primer año, antes de irme de Hogwarts, algo tipo: "Chicos, pongan atención a su alrededor, pues un chico se pasó todos sus años en la escuela buscando nuevamente a su pareja porque el imbécil se dio cuenta tarde que le interesaba el tema. ¡Hasta la próxima y no sean idiotas, hijos de puta!"
— Ajá, de seguro tú vas a decir eso frente al director Tsugikuni. —Obanai habló posterior a las risas y los chistes crueles relacionados a eso.
— ¿Y por qué no? Sería mi último año, ¿qué harían? ¿Suspenderme?
— ¿Hacerte repetir el año, tal vez? —completó él de forma obvia, ganándose un empujón que le hizo reír.
Apenas su caminar había secado de tratarse de empujones amistosos cuando sintió ser empujado nuevamente, sus pies tropezaron entre sí y el gritito ajeno murió tan rápido que sólo llegó a sonar como un quejido. Su espalda dolió al igual que su cabeza con el mareo de la caída, sus codos ardían luego del impacto y el peso sobre él, aunque era liviano, de seguro participó aumentando levemente el sufrimiento, dejándole uno que otro moretón con suerte algo visibles en un futuro.
Quiso hablar, disculparse, porque él no estaba mirando y el otro, bueno, el otro vaya a saber tú el por qué no lo evitó si lo vio distraído. No llegó ni a pensar en cómo pediría perdón cuando el color azul detrás de esas pestañas crespas negras choco con su mirar lavanda. Su corazón dio un vuelco.
— ¿Giyū...?
El abrazo fuerte le rodeó, fue eso, un abrazo nada más. Pero el calor de la burbujeante felicidad en su pecho junto a la agitación –y un sinfín de más emociones que en ese momento no pudo identificar– fueron las que rodearon su cuerpo tan firmemente como los brazos del chico. No sabe cómo expresarlo con palabras, o si es posible al menos hacer eso, sólo sabe que, sin importar cómo o cuándo, si pasa una o mil vidas, siempre se encontrará corriendo a los brazos del dueño de ese par de ojitos azules.
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
Fanfic❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...