Shinobu se ha burlado de él desde que se conocieron, cuando Kanae aún estaba viva y las cosas estaban relativamente calmadas, cuando se enfrentaban con unos cuantos demonios de un bajo nivel en vez de con las Lunas Superiores o el mismísimo Muzan. No es que le importara del todo las burlas de ella, pero aun así dolían. "La gente te odia", le dijo ella más de una vez; "No tienes amigos porque le disgustas a la gente, Tomioka-san", le comentó en otra ocasión la que obtuvo el puesto de Pilar del Insecto, heredándolo de su hermana mayor.
Quizás no le dolía por el hecho de que no tuviera a nadie al que actualmente considerara un amigo, al fin y al cabo, eso fue por decisión propia.
Quizás era, no, definitivamente era porque aquellos insultos que le decía la menor, con ese falso tono tierno propio ya de ella al molestarle, le recordaban tanto a Sabito, quien le repetía constantemente lo contrario.
Puede que no sea consciente de todas las cosas que dicen sobre él los demás pilares, que pueda leer el comportamiento humano en sus misiones pero que no logre captar las indirectas que le lanzan, puede no saber muchas cosas, pero sabe muy bien la razón por la cual su pecho se siente tan cálido, inundado de una nostálgica alegría, cuando piensa en los viejos tiempos o en el momento en el que puede ver su espada ante alguna técnica del Aliento de Agua, es por el mismo sentimiento que le da tanta agonía...
Ahora estaba en silencio, ignorando completamente la conversación de los otros sabiendo que el tema de conversación era relacionada a sus vidas de cuando era niños. Obanai y él no se involucraban en la charla, y hubiera mantenido aun su distancia si tan solo Mitsuri no se le hubiera dirigido con la pregunta curiosa: "¿Qué hay de ti, Tomioka-san? ¿Cómo fue tu niñez?"
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— ¡Giyū! —oyó su nombre a lo no muy lejos ser gritado con un tono de evidente regaño, sus manos vacilaron por el repentino grito que le sacó tan bruscamente de sus pensamientos y su corazón dio un salto que le arrebató el aire demasiado rápido— ¡Te estuve buscando! —le regañó el de cabellos melocotón llegando a su lado, poniendo sus manos en la cintura y una expresión que, con el pasar de los segundos, se convirtió en una de alivio— No vuelvas a dejarme, me asusté mucho. —agregó llegándose una mano a su nuca, dejando escapar un suspiro que consiguió que una risa pequeña de alivio se le escapara a un medio lloroso Giyū.
El sonido de la gente que caminaba a su alrededor le había hecho entrar en shock cuando, al mirar a su lado, se percató de que no estaba al lado de Sabito. Puede que tenga ya diez años, pero el ver a los desconocidos adultos caminando a su alrededor le hizo congelarse en el lugar con los nervios de punta; se quedó parado ahí mismo, sin moverse, mirando a todos lados jugando con el borde de la manga del haori de su hermana tratando de controlar su respiración para no terminar abrazando sus piernas con sus ojos brillando por las lágrimas.
Agradecía enormemente el que Sabito siempre apareciera para salvarle sin importar qué.
Sus mejillas se pintaron de un suave color rosa al notar como el contrario tomaba suavemente su mano entrelazando sus dedos de tal forma que logró hacerlo sentir tan seguro, tan ajeno al pánico que había sentido minutos antes.
— Te dije que te iba a cuidar, Giyū. —le había dicho él con una sonrisa alentadora que le transmitió la determinación del ajeno a cumplir su promesa a toda costa. Y lo conocía lo suficiente como para saber que lo cumpliría, por lo que tímidamente asintió con una sonrisa dejándose guiar hacia donde estaba el maestro que les entrenaba y criaba a la vez.
Fue cuando tenían ambos doce años que escuchó nuevamente la explicación de "esposo", "esposa" y "boda", algo que la verdad no oía desde lo sucedido con su hermana... Estaban comiendo aquel día, cuando Sabito inició una conversación con Urokodaki sobre el tema.
Recuerda haber estado perdido en sus recuerdos a medida de que el adulto frente a ellos les explicaba todo lo relacionado al tema, desde lo más básico hasta la explicación de que en un matrimonio estaba la promesa de protegerse y apoyarse mutuamente, y que esta es uno de los principios en la relación junto con el hecho de que debe haber amor entre ellos. Estaba llevándose un líquido a la boca, buscando terminar con su garganta seca justo en el momento en que Sabito se giró para mirarlo con esa aura de determinación suya dispuesto a decir algo.
— Entonces me voy a casar con Giyū.
Se atragantó a la par que su cara se ponía roja de la vergüenza.
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— ¿Tomioka-san...?
— Lo lamento, se me asignó una misión. Tengo que irme.
Bastó decir eso para comenzar a caminar alejándose de ellos, emprendiendo una caminata con la idea de alejarse de los recuerdos. Después de todo, por muchos años que hayan pasado desde que Sabito murió aun no podía aceptar su ausencia.
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
Fanfiction❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...