El sonido tranquilo del aire frío llegó a sus oídos con cuidado, como aquella suave canción de cuna perdida en el fondo de su memoria, cantada por la suave voz de su hermana mayor, su respiración permanecía calmada y sus latidos con normalidad, todo resultado del ambiente pacífico e irreal que le rodeaba.
¿Extraño, no? Estaba todo tranquilo y él podía sentir en su pecho una adrenalina e inquietud que le hacía desconfiar de todo lo que le rodeaba, teniendo la sensación de que algo saldrá a atacarle. Era como si su mente no se diera cuenta de que no había nada cerca que pudiera dañarle, al frente solo estaba el amplio mar siendo de espejo y, arriba, en el oscuro cielo estrellado, un punto color violeta que se expandió de una forma tan hermosa que logró distraerlo del sonido potente que había ocurrido después.
Todo era pacífico e irreal, hasta que el tercer fuego artificial sonó.
Cerró los ojos unos segundos, tratando de ignorar la profunda falta de aire que le estaba atormentando junto con el gritar de la gente a cierta distancia. Esos gritos no eran de asombro, no, eran de terror; Y por eso último es que volvió a abrir los ojos con rapidez.
"¡Giyū, escúchame!"
Su mente quedó en blanco, sintiendo el agarre fuerte en sus hombros temblorosos, sintiendo la falta de aire, sintiendo el miedo. Se había dejado arrastrar por el espanto. Quiso observar los rasgos de su rostro con cuidado, aferrándose al haori con patrones verde y amarillo sabiendo que con el paso de los segundos sus ojos se cerrarían, y no lo volvería a ver...
Y esta vez no despertaría sintiendo la calidez de la mano ajena sujetando la suya, consolando su llanto por un mal sueño.
"Volveré por ti, en serio"
Giyū quiere creerle, aceptar sus palabras... Pero no puede. Su pecho duele inmensamente, su visión está borrosa a más no poder debido a las lágrimas que aún no caen por sus mejillas, su voz no sale de su garganta y la vaga sensación que le grita que él no regresará le está matando lenta y dolorosamente.
"¡No! ¡Por favor, Sabito!"
El toque en su mejilla se sintió suave y delicado -muy por el contrario a la vez que le abofeteó para hacerlo reaccionar-, por lo que se perdió en el tacto cerrando sus ojos llorosos, controlando con esfuerzo su respiración y los hipos de su lastimoso lloriqueo. Fue entonces que, entre su débil estado y su aferro al calor del otro chico, pudo notar la presión sobre sus labios en un beso inexperto con una gran delicadeza, con cariño, esperanza... y desconsuelo.
Pudo haber sido feliz con aquella acción si después de separarse hubiera podido ver la cara roja del chico de cabellos color melocotón tratando de explicar su acción a la par que movía sus manos en todas direcciones, si lo hubiera hecho sentir seguro con su pecho subiendo y bajando por los nervios o incluso si, después de un rato, él lo ignoraba arrepintiéndose de besarlo. Hubiera sido feliz... tan solo por el hecho de que Sabito estaba bien.
Pero la felicidad se fue con todo el mundo, menos con Giyū.
El beso se le hizo tan doloroso como el que le dio su hermana en la frente antes de morir.
Y al verlo alejarse, su mundo cayó completamente.
"¡Sabito!"
Le llamó.
"¡P-Por favor!"
Le suplicó...
"...No te vayas..."
Entre su vista cristalina y borrosa pudo apreciar la figura de Sabito perdiéndose en la distancia al igual que el sonido de sus pasos, de su voz... Sabito, cual ave libre y sin dueño volando contra viento, se alejó de su lado con la intención de hacer justicia y proteger a los demás niños en la Selección Final.
Su corazón comenzó a latir con debilidad luego de perderlo de vista, no podía hablar, su respiración era desigual y pesada. Todo daba vueltas y más vueltas. No podía. No. Era un mal sueño solamente. Despertaría sintiendo la mano de él acariciando la suya en un silencioso consuelo.
El sonido se fue por completo a la par que todo se volvía más oscuro a su alrededor.
Cuando despertó sus latidos le torturaban lenta y dolorosamente, su cuerpo temblaba sin control y el frío en su mano le hizo llorar con más fuerza.
Sabito no estuvo ahí sosteniendo su mano con preocupación.
No estuvo ese día, ni tampoco los siguientes...
Y por más que pasaran los días, no podía darle frente a la presión en su pecho cada vez que, nombrándolo, mirase a su lado para encontrarse con la desgarradora soledad en vez de su sonrisa curiosa.
Se sobresaltó al escuchar la fuerte explosión arriba suyo. Dolía, todo dolía. No lo recuperaría nunca, no más risas juntos, no más abrazos sin razón, no, ya todo eso se acabó... ¿Por qué? ¿Por qué, si los finales felices llegan sin ser esperados a las puertas de las personas, él no puede obtener aquella felicidad...? Está condenado a estar solo, acompañado por los recuerdos de su voz, de su rostro, de su aroma y de su calidez; Le aterraba la idea de perder de su memoria incluso lo más mínimo del chico.
"¿Giyū? ¿Estás bien?"
O bueno, estuvo condenado a vivir una vida sin él, hace muchísimos años atrás.
Le miró con cuidado. Esa sonrisa dulce que tantos males calma, aquella cicatriz a un lado de su rostro que le hacía recordar la promesa que él le hizo de siempre cuidarle, y la calidez de su mano... volviéndolo a consolar.
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
Fanfic❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...