✰ | Day 2: Demon

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Muchas veces se ha encontrado caminando bajo las brillantes estrellas en el alto oscuro cielo con una sonrisa ladina, siendo envuelto por el falso ambiente de seguridad y serenidad clásico de las noches. Linda ficción era la que vivían los humanos. Esa sonrisa a la cual estaba tan acostumbrado de traer en su rostro ahora era, de hecho, una prueba clara de su arrogancia y la nada misma de piedad que en sus acciones daba a conocer.

Porque la humanidad era un chiste, y sus historias llenas de promesas de eterno amor y amistad eran la mejor parte de esa gran estupidez.

No obstante, en lo más profundo de su memoria, de tal forma que no estaba tan presente en sus pensamientos ni tan olvidada como lo fue su vida como humano, yacía un dolor que ningún tipo de antipatía podría quitárselo de encima; Un dolor que cada vez que le golpeó, le hizo desear en silencio recordar lo que perdió hace años atrás.

Escuchó el jadeo de una de sus víctimas del día, otro humano más que por querer darle frente obedeciendo una misión sufrió las consecuencias. No lo va a negar, era fuerte, mucho más que los otros idiotas enviados a por él que ni para entretenerlo sirvieron... Aunque no lo suficiente.

— Ese maldito error tan común en ustedes es un asco —le dijo directamente, con desagrado—. Dime, ¿cuántos años entrenaste que no te quedó claro que ante el enemigo no debes dudar? —preguntó ahora con seriedad.

El humano no le respondió.

— Quien te enseñó perdió el tiempo.

Siguió sin responder.

Sus ojos estaban cerrados con fuerza, sus labios entreabiertos manchados con su propia sangre y su mano posada con debilidad sobre la herida que le estaba quitando la vida con lentitud... Una lentitud que Sabito gozó. Se cruzó de brazos con el ceño fruncido –sin soltar ese pedazo de tela malgastada parte del uniforme del contrario– una vez se dio cuenta del temblor del labio inferior ajeno en un quejido de dolor, más emocional que físico, que no logró esconder.

— Grandioso, para agregar no tienes la capacidad de darle cara a las cosas y no llorar por ell-

Esos ojos...

Su cabeza dolió como los mil infiernos.

Las risas infantiles hicieron eco en sus oídos como un vívido recuerdo que nunca se fue, la sonrisa pacífica grabada en el rostro de un niño que, gracias el doloroso calor melancólico que se instaló en su pecho apenas logró ver el tono azul profundo entre esas pestañas largas crespas, supo la inmensa importancia que tuvo... No, que tiene...

El aire se le escapó de los pulmones cuando miró el suelo y el líquido de un rojo oscuro, casi igual al pedazo del haori en su mano, continuaba tiñendo el piso de la finca.

Un nuevo quejido llegó a sus oídos, uno más débil...

Como resultado, el llanto del mismo niño, susurrando entre gimoteos frases con respecto a cómo hubiera sido mejor haber muerto, sonó con claridad. Su pecho dolió con más fuerza; y él se dejó caer al suelo con su idea de que los hombres no lloran hecha añicos, respirando con dificultad a la par que, con su vista color lavanda totalmente borrosa por las lágrimas que se dijo nunca derramar, trataba de ver nuevamente esos ojos azules que tanto le habían enamorado.

Justo en eso que cerró los ojos, pidiendo a cualquiera que esto fuese no más que una imagen de su subconsciente haciéndole malas jugadas, negándose a aceptar la realidad de las cosas, el suave toque su mejilla le hizo mirar al único ser que nunca en su vida quiso lastimar.

— 'Y-Yū...

— Sabito. —solo fue eso, su nombre dijo por la voz que no sabía que extrañaba tanto... La misma voz que le dijo un grito que no era capaz de pelear con él y perderlo nuevamente. No lo entendió a la primera, ahora era una maldita tortura...

"¡Sabito! ¡No quiero perderte, por favor!"

Volvió a cerrar sus ojos con fuerza.

— Lo lamento... L-Lo lamento muchísimo, yo-

Yo te olvidé... 

Yo te lastimé... incluso cuando juré dar mi vida por ti.

— Está bien, tranquilo —ahí estaba, la escena que no quería que llegara—. No fue tu culpa...

El demonio no respondió, porque sí era su culpa. Estaba demasiado concentrado en mantener el cuerpo del chico entre sus brazos en un intento desesperado de que el calor no le abandonase completamente, en un intento desesperado de que la vida no le abandonase... Pasó una de sus manos por entre los cabellos negros de Pilar en una caricia cargada de arrepentimiento, pidiéndole el que se quedara despierto por más tiempo, porque estaba seguro que no era capaz de soportar el perderlo...

La respiración del chico continuó unos segundos, tomando fuerza, creando esperanzas...

Entonces, con un suave susurro que Sabito por el terror no pudo escuchar y una sonrisa demasiado débil que destrozó brutalmente sus esperanzas, su respiración cesó y sus ojos sin brillo se cerraron.

No importó cuantas veces le nombro, cuantas veces le gritó con las lágrimas cayendo por sus mejillas: lo había perdido, y esta vez para siempre...

『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora