❀ | Day 2: Babysitters

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Por lo general, ambos son personas bendecidas y al mismo tiempo maldecidas por la paciencia grande pero limitada que poseían, sí, pueden ser estrictos en cuanto a ciertas cosas, como el régimen alimenticio o el que deben buscar siempre una solución a los problemas, pero no se agotan tan rápido a la hora de enseñar algo. Makomo era la más paciente y dulce de los tres, eso era un hecho en el que tanto ellos como los niños estaban de acuerdo.

Giyū y él habían comenzado a trabajar en esto con la idea de ayudarla. Tsutako también quería ayudar, pero no podía estar presente puesto que estaba con su esposo en un viaje. El silencio entre los cuatro presentes en la sala era claro con razones obvias; Tanjiro, quien estaba en sus brazos apoyado su rostro inocente en su hombro, como Nezuko, a quien miraba en ese momento el chico poseedor de una cicatriz en la frente, eran más calmados que los otros dos chicos a los que cuidaban.

— Tomioka-san le recuerda a mamá... —fue el susurro tranquilo que rompió el silencio cómodo que había en el ambiente, o bueno, ni tanto, porque de fondo podía escuchar el llanto de Zenitsu y los gritos de Inosuke correteándolo en el patio.

— ¿En serio? —sintiendo como el chico bostezaba acomodándose un poco, dirigió su mirada hacia quien había nombrado.

La imagen de Giyū en ese mismo segundo no tenía precio, la sonrisa leve en sus delicados y atractivos labios color rosa acompañada por el brillo que decoraba sus ojos azules de una forma maternal eran tan solo una de las cuantas características que amó de su amigo de la infancia en aquel momento grabado en su memoria. Notó como la infanta tenía sus manitos sobre las mejillas del contrario, diciendo cosas que no llegó a oír por la distancia y el bullicio de afuera. La forma en que Giyū hizo una pequeña mueca para evitar sonreír nuevamente le dio un flechazo de ternura que atravesó todo su pecho de forma inmediata.

Dios, se te ha escapado un ángel del cielo.

— ¡Sí! ¡Son como unos segundos papás para nosotros! —respondió.

Estaba aturdido, ignorante a lo que tenía que decir.

¿Qué puede responder si la idea no le disgustaba? Lo único que le provocaba algo de molestia es el que aún no tenga la oportunidad de tomar las manos del chico con quien dice ser mejores amigos y decirle directamente el que no quiere eso, el que, realmente, quiere que sean mucho más. Le abofetearía si él le responde confundiendo las cosas, ¿y sabes qué? Ojalá lo trague la tierra después de tratar de explicarle al idiota de Tomioka.

Una vez lo intentó, ambos tenían trece años en aquel entonces, la mañana era fría pero aun así su cara se sentía caliente de la vergüenza cuando en su campo de visión apareció la figura delgada del niño con mirada inocente. Le tomó tiempo, después de unos largos minutos de una eterna caminata, caminata en la cual pudo escuchar la respiración calmada ajena haciéndole sentir más nervioso, pero tomó el valor y se detuvo. El rostro de él era de pura confusión. Entonces, sin esperar más, dijo un claro –y muy avergonzado-: "Quiero ser más que tu amigo, Giyuu...". Para empeorar su vergüenza y su desesperación al no poderle ser sincero, le respondió inclinando su cabeza con duda: "¿Te refieres a mejores amigos?"

Maldita sea. No.

"S-Sí, exacto, a mejores amigos."

— ¡Pelea conmigo, Sabento! —le gritó en ese momento el niño que se paró frente suyo, sujetando una rama que de seguro era del patio trasero.

— Mi nombre es Sabito, Inosuke, Sa-bi-to. Y no, no voy a pelear contigo; estás chiquito.

— ¡Por ahora! ¡Pero seré más grande y más fuerte que tú y novio Tapioca!

Un chillido bajo, casi inaudible, llegó a sus oídos más rápido de lo que pudo negar el comentario del niño con máscara de jabalí. Su mirada fue a para al de cabellera negra con los ojos bañados en muy evidente asombro, el aire se escapó de sus pulmones al divisar el precioso tono carmesí que se posó en las mejillas del amor de su vida, sus labios se movían como si tratase a duras penas de formar palabras, pero no lo logró, por lo que dirigió su mirada a él.

¿Giyū su novio? ¿Por qué piensa eso? No es que estuviesen abrazados todo tiempo o diciéndose cosas dulces frente a los niños, ¿entonces por qué?

Siguió vagando en los detalles de su fino rostro, mudo. Sus miradas chocaron la una con la otra en un silencio absoluto del cual no fue consciente, trató de aclarar su mente, de pensar en alguna situación que le haya hecho pensar así al niño que tenía una gran dificultad para decir los nombres de las personas correctamente, más no logró nada al estar atrapado gustosamente bajo los encantos del otro adulto presente.

Fue un segundo antes de que el chico mirase al menor que pudo darse cuenta del como sus ojos dejaron de expresar el asombro avergonzado posteriormente a un minuto para teñirse de pena.

— Sabito no es mi novio...

Dolió, tanto las palabras como el tono apenado de Tomioka.

— Aun. —le corrigió.

Y Giyū, en un silencio que duró menos que el anterior, con las mejillas carmesí otra vez, sonrió tímidamente.

『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora