4... 3... 2... 1... 0... 59... 58...
Así iban cambiando los segundos en su brazo junto con cada paso que daba camino al Gran Comedor. Guardó silencio, mucho silencio según Makomo, la prefecta de Hufflepuff que le ayudó a principio de su primer año sin importar el que fuesen de casas distintas; ¿Pero cómo no guardar silencio si estaba tan atento al cambiar de los números grabados en su piel cual tinta magia? Estaba muriendo internamente de curiosidad –y un leve pánico– al desconocer lo que sucedería al llegar a cero el conteo en reversa y el ser el único en todo Hogwarts en tener ese temporizador no ayudaba en nada a calmarse.
— Quizás, tal cual como los demás, es por tu alma gemela. —le comentó Shinobu, la hermana menor de la prefecta de Ravenclaw, la misma casa donde ella está.
— Um... —¡Quizás esté relacionado a eso! Un poco de calma se instaló en su pecho. Eso explicaría porque no tenía, tal cual los demás, el nombre de su alma gemela escrita en la muñeca— Tal vez pueda ser que indica-
— ¡Ya sé! ¡Es el tiempo que tienes para encontrar a esa persona! —le interrumpió con un tono seguro ella, apresurando el paso para poder llegar a la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras a tiempo— La profesora Tamayo me lo comentó una vez —agregó—. ¡Ah, si no encuentras a tu alma gemela en ese tiempo, te mueres! —finalizó.
Así fue como la valentía que tenía en su interior, característica de la casa del gallardo león, se desmoronó.
Buscó libros, buscó a las profesoras y profesores, buscó a la profesora que nombró la chica mariposa, pero solo consiguió unas sentencias de una muerte inevitable y unas disculpas de parte de los adultos. Su pecho dolió toda esa semana con la idea, no había planeado su futuro aun, no sabía qué haría luego de terminar sus años como estudiante, pero tenía claro que morir joven no era uno de sus planes. Dijo que cuidaría de Tsutako cuando fuese más grande tal cual ella lo protegió de pequeño, dijo que estaría con ella hasta sus últimos días, que encontraría su lugar en el mundo mágico... No quería romper todas esas promesas.
Con el tiempo se dedicó no tan solo a estudiar, a poner todo de sí en las clases (más en clases de vuelo, porque era un maldito fracaso en eso) sino que también a buscar. Fue horrible, realmente horrible. Él, que no tenía experiencia alguna con la gente, tenía que estar buscando entre ellas a una persona de la cual ni el nombre conocía; Le agradecía al mayor de los hijos de Rengoku Shinjurō, quien decidió ayudarlo sin llegar a escuchar una suave aceptación de su parte.
— ¡Podríamos comenzar a preguntarle a los de Slytherin!
Después de tres meses de búsqueda, de consultar en las otras tres casas desde, primer a último año, no se sintió bien emocionalmente. Ya no daba más, quedaba un día... Un día y ni una carta había podido mandarle a su hermana... Sabía que Kyōjurō estaba tan desanimado como él, que se sentía mal por no poder ayudarlo, salvarlo, pero que con su corazón de oro no era capaz de demostrarse derrotado porque quería mantenerlo aun en pie y darle esperanzas. No fue sorpresa que, en su último día, el más alto no se dejó vencer y continuó ayudándole a buscar entre los marcados por el estereotipo de "fanáticos de la sangre pura".
— Le pregunté a Obanai si conocía a alguien, pero me dijo que no. —comentó el chico sonriente.
— Shinobu habla con algunos, pero tampoco conoce a ninguna mujer... —¿Y si era eso? De hecho, no recuerda nunca haberse sentido atraído por alguna chica... Contrario a los chicos, que le solían llamar más la atención, aunque nunca de manera romántica; De seguro era muy obvio en ese tema y por eso ella agregó con que tampoco conocía algún chico—. Según ella me voy a morir solo.
— ¡No lo creo! —se negó inmediatamente el más alto— ¡La encontraremos, ya lo verás!
— ¿Rengoku?
— ¿Hm?
— Creo que mi alma gemela no es una mujer...
— ¿Qué-?
Y como si el destino no quisiera que escuchase la respuesta del otro, como si le salvase de la vergüenza del tener que responder preguntas o de la humillación que podría sufrir por parte de quien le ayudó todo este tiempo, le metió en otro problema: haber chocado con uno de los Slytherin del grupo de Sanemi, con quien tuvo uno que otro problema al tener distintos ideales.
Quiso disculparse inmediatamente, pero el aire se le fue de los pulmones y se ahogó como si fuese un pez lejos del agua, todo dio vueltas, muchas vueltas, el calor le golpeo al igual que la ola de frío que le siguió. El temporizador llegó a cero.
La voz del chico sobre el que había caído llegó a sus oídos luego de que el pitido desapareciera inmediatamente junto al mareo, entonces se apartó un poco, para poder verlo.
No sabía quién era –aun–, pero el sentimiento de haberlo necesitado por un largo tiempo y no haberlo tenido a su lado le rodeó y abrazó con tanta firmeza que no pudo decir la disculpa que tenía atorada en la garganta. Los ojos ajenos color lavanda y esa cicatriz a un lado de su cara... No la había visto nunca, no lo había visto a él nunca, pero se le aferró en un abrazo largo...
Uno del cual solo fue consciente una vez los brazos ajenos rodearon su figura delgada susurrando cosas que no entendió en un tono alegre.
Porque el temporizador no era el tiempo que tenía, sino el que indicaba cuanto quedaba para que llegara la hora de su encuentro.
Giyū logró encontrarlo...
Y Sabito también logró encontrarlo... otra vez, en otra vida.
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『«雨男 | Ame Otoko»』||Demon Slayer/Kimetsu no Yaiba||《SabiGiyuu》
Fiksi Penggemar❝Ame otoko literalmente quiere decir Hombre-Lluvia, y se refiere a la persona cuya presencia siempre va acompañada de lluvia o el mal tiempo.❞ El tiempo y los sentimientos son un arma de doble filo, y eso lo tenían más que claro los dos. ・・・・・・・・ ❃¡...