IX: Un viaje a tierras interiores

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Maika recorrió el edificio de ExHell como lo había hecho muchas veces antes en los distintos hospitales en que se formó. Esa vieja familiaridad de ver a varias personas moviéndose de un lado para otro seguía presente en su día a día.
No le sorprendió la manera en que su mente reaccionaba a los largos pasillos adornados con pinturas y espejos. Sencillamente trazaba un mapa sin quedarse mucho en ningún sitio pero recordando con bastante exactitud donde se encontraban las distintas habitaciones y que funciones cumplían.
El primer sitio al que sus pasos la llevaron fue el ya conocido gimnasio que se encontraba cruzando el verde patio y en cuyo interior varias personas estaban realizando entrenamientos. Ahí había venido los últimos días, antes de los entrenamientos personales que realizaba con Mesh pero está vez prefirió solo echar un vistazo y continuar su recorrida. Está centrada en aprender los caminos de la gran mansión cuanto antes.
Siguiendo una pared blanca se topó a unos metros con los baños. Duchas compartidas e inodoros individuales aguardaban tras su puerta. No había división por sexos lo que significa que aquel lugar sería utilizado por los hombres y mujeres de HexHell. Ella tenía una ducha privada contigua a su cuarto y lo agradecia, pudorosa ante la posibilidad de encontrarse un día a alguna de aquellas personas desnudas o a medio vestir. Incluso a Mesh.
Pensar en aquel hombre sin ropas hizo que se sonrojara y decididamente se apartó. Tenía que reunirse con él a las cinco, recordó.
Mirando las paredes no fue difícil ver un reloj. Eran las tres treinta, aún tenía tiempo.
Sus pasos en esa ala de la institución la llevaron hasta una enorme habitación, la más grande que hubiera visto hasta entonces, en cuyo interior habían varias mesas alargadas y por lo menos cerca de cien sillas todas vacías.
A pesar de los días de recorrida anteriores, aún no había visto aquella parte y eso hizo que se sorprendiera por el enorme tamaño del edificio de HexHell.
No tardó en comprender que estaba en el comedor. Desde su renacer Maika no había sentido hambre jamás, ni tampoco había tenido la necesidad de alimentarse.
Pintado todo de blanco era el único sitio en el que no pudo ver ni un cuadro ni un espejo ni nada adornando las paredes. Tras una ventanilla transparente se encontró con el rápido movimiento de varias personas que supuso serían los hombres y mujeres que preparaban las comidas para la merienda de aquella tarde.
Habían varias habitaciones más pequeñas cercanas la una de la otra. Maika no intentó tantear sus puertas que estaban visiblemente cerradas. Los carteles sobre ellas indicaban que eran o bien despensas o bien armarios.
Al darse la vuelta y regresar por donde había venido no le sorprendió encontrarse al levantar la vista, con dos cámaras cuyas luces destellaban en rojo. Las había por todo el lugar y ese pensamiento la llevó a otro, y era que seguramente en HexHell siempre alguien estaba vigilando.
Suspiró.
Esa era su vida ahora.
Llegó al patio central y desde allí tuvo una vista panorámica sobre las tres grandes alas que componían todo el amplio sitio que era la mansión de HexHell.
Acababa de recorrer una de esas divisiones y los días anteriores los había usado para familiarizarse con las otras dos, donde se encontraban las habitaciones del personal y sus centros de trabajo. Así como ciertas piezas un tanto particulares.
En su recorrida había podido encontrarse con un garaje que poseía varios vehículos de estilo militar. En otra encontró armamento como para iniciar una pequeña guerra, aunque observando las cajas con granadas y otros aparatos que no supo a ciencia cierta que eran le parecía que más bien seria una guerra considerable.
Técnicos vestidos con prendas oscuras y formales recorrían los pasillos de un lado para otro. En una habitación repleta de computadoras estaba lleno de ellos. Cada uno inmerso en su mundo de informaciones y tecleo rápido no prestaron atención a Maika que se sintió como un fantasma que recorría el lugar observando y registrando cada detalle.
No tardó en distinguir de paso que ya eran casi las cinco de la tarde.
Sintiéndose mejor por saber hoy un poco más que ayer, se dijo que lo mejor era esperar a que su día a día en esos pasillos estrechos y esas increíbles habitaciones la hicieran una más del lugar.
Prefiriendo no hacer esperar a Mesh -pues ya había recibido comentarios sarcásticos de su parte al llegar tarde las primeras veces- consultó a dos miembros de HexHell que vio no tan atareados y con su guía se dirigió hasta la zona donde Mesh estaría aguardando.

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