En Concilio del apocalípsis tenía a efectos prácticos el mismo funcionamiento que el reloj del día del juicio. Así como aquel se adelantaba, en base a la contaminación medioambiental, a los desarrollos de armas nucleares, a las tensiones político-militares y a la aparición de nuevas enfermedades mortales, anunciando con cada movimiento de las manecillas el inminente punto de no retorno, así también el Concilio se reunía cuando la hora del fin estaba cerca.
Varias "horas del fin del mundo" habían llegado desde que se realizara el primer Concilio, hace tanto tiempo ya que nadie lo recuerda, y a todas las había sobrevivido la raza humana, aunque no sin sacrificios muchas veces terribles.
Así era que todavía estaba vivo el recuerdo en la memoria de los más viejos de lo que había tenido que hacerse en la segunda guerra mundial.
La diferencia entre aquello que animaba al reloj del día del juicio y al Concilio era similar a la que había entre la existencia de un átomo y la del material metafísico del que estaban hechos los seres del mundo Subterráneo. La diferencia entre un lago contaminado y una mente enloquecida. Entre un presidente o dictador que hubiera decidido expandir sus tierras a costa de conquistas militares, o la posibilidad de que seres sobrehumanos invadan la tierra destruyendo sus ciudades y exterminando toda vida sobre ella.
Sin embargo ambas cosas estaban creadas estrictamente con un propósito; poder tener aunque fuera una mínima información de cuándo y cómo llegaría el fin de la raza humana.
Los miembros oficiales eran cerca de veinte hombre y mujeres de edades y nacionalidades muy variadas. Esencialmente estaban representados la iglesia católica, la monarquía inglesa y española, los Estados Unidos de América así como los presidentes de Rusia, China, Japón y Alemania. Los islámicos y antiguos jefes tribales africanos ocupaban un lugar también. Mujeres que en otro tiempo habían sido llamadas "brujas" llevaban su voz desde diversos países de Centroamérica y en el lado opuesto estaban los grandes magnates y poderosos hombres de países tales como Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Perú, entre otros.
Sobre la izquierda de la larga mesa en que la reunión se celebraba solía sentarse un representante de HexHell y a la cabeza de la mesa, la considerada por muchos mujer más poderosa del planeta, la reina María de la nación libre de Eudamonia.
Allí era donde mucho tiempo atrás había sido solicitado el primer concilio, cuando esas tierras no tenían un nombre siquiera, y era tradición que se llevarán a cabo en el mismo lugar desde entonces.
La enorme mansión de los Héroes era el edificio escogido.
Las calles habían sido desviadas, no cortadas pues era importante no llamar la atención.
No había señales de la prensa y para ser exactos, ningún transeúnte recorría durante esa mañana las veredas de aquella parte (zona norte de Eudamonia).
Un silencioso y rápido Sedan negro dobló a la derecha y sin que nadie lo viera tomó por donde se suponía que no estaba permitido. Al llegar a un gran portón plateado se detuvo y de sus puertas traseras abiertas emergieron dos figuras.
—Parece que aquí es —dijo el padre Montzsenior sonriente como siempre. Su acompañante fue más silencioso y se limitó a observar la calle vacía en ambas direcciones. Leyó entonces el pequeño cartel de letras doradas. "Edificio histórico, mansión de los Héroes (1871)".
El aire frío le obligó a subirse el cuello de su negra sotana.
—Después de usted padre —comentó señalando en dirección al portón dorado desde el que ya se acercaban dos guardias muy bien armados a revisar las invitaciones de los recién llegados.
—No se puede negar que esa mujer ha elegido un hermoso lugar. Estos jardines ya hacen que el largo viaje haya valido la pena —comentó el padre Montzsenior una vez que los dejaron pasar sin problemas. El camino de tierra que transitaban estaba prolijamente adornado por jardines donde los colores de la naturaleza danzaban.
—¿Yesus, crees que se enfaden mucho si este viejo hombre de fe recoge uno de esos jazmines? —preguntó en voz baja a su acompañante, al ver que este no respondía a su anterior comentario. El padre Yesus, más joven, sonrió levemente.
—Es mejor verlos aquí, que tenerlos por un efímero tiempo en un jarrón con agua —comentó con firmeza. El aire de la mañana era un poco cálida, lo cual no se correspondía con el frío que había en Roma por esas épocas.
—No se amigo mio. A veces siento que... estoy cansado de rechazar los placeres efímeros —dijo el viejo cura y se quedó mirando fijamente a su acompañante. Este lo imitó y tras unos breves segundos soltó una risa. Montzsenior le palmeó la espalda sin dejar de reír.
—Casi caíste —dijo entre carcajadas.
Finalmente habían llegado hasta la entrada de la mansión, donde dos hombres de traje negro ya venían a comprobar sus invitaciones otra vez.
—Pero sin dudas, son hermosos jardines —murmuró Montzsenior, lanzando una última mirada a los crisantemos violetas antes de seguir adelante.
—Solo esperemos que sus palabras sean más interesantes que las flores —sentenció el padre Yesus mientras apresuraba el paso y se adentraba en el enorme edificio en que iban a reunirse aquellos elegidos para determinar el futuro del mundo.
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HexHell ©
ActionLos monstruos son reales, acechan en nuestras pesadillas pero cada tanto pueden escapar de allí y volverse un miedo tangible y cercano. Cuando estas amenazas invaden, solo existe un grupo capaz de hacerles frente. Los "HexHell", están aquí para ca...