Interludio: Mesh

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Quienes lo conocían personalmente (y eran muy pocos) podían considerarlo un hombre simple

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Quienes lo conocían personalmente (y eran muy pocos) podían considerarlo un hombre simple. La clase de persona con la que podías decir muchas cosas y recibir cualquier clase de respuesta, o ninguna, sin que eso significara para él una gran diferencia.
"Simple" era la palabra usada incorrectamente a fin de cuentas por aquellos que eran incapaces de notar que Mesh era en realidad distante.
Poco le importaban las ideas o pensamientos de los demás. Sus causas y consecuencias, los determinantes, familia, amigos, aspiraciones y objetivos, no se metía con nada de eso o mejor dicho la atención que le prestaba a esos asuntos eran bastante poca, siempre momentánea y de ninguna manera se tomaba a modo personal nada referido a los otros.
Para el guardián de la historia el mayor vínculo que podía establecer consistía en registrar sin el más mínimo juicio aquello que él llamaba la "historia viva" y que era básicamente una combinación entre lo que otros decían y lo que hacían.
No era casual entonces que su nombre en clave fuera "el solitario", que describía por lo demás su método de trabajo. Siempre sólo. Siempre por sí y para sí mismo.
Más ningún hombre es sólo una dimensión de sí mismo, como no es la luna sólo lo que su cara visible muestra, sino también lo que oculta. Así es que habían cosas destacables en Mesh y eran estas las que podían notar quienes lo conocieran y quienes no.
Era alto, más que el común de los hombres, incluidos los altos, y delgado aunque fornido. Un cuerpo que era el resultado de entrenamientos y una vida aplicada a combatir, viajar y enfrentar criaturas de pesadilla.
Su cabello era negro como el carbón y lacio como la cola de un caballo, casi tan largo, solía caerle como una cascada de agujas hasta la cintura y alborotarse como si una bandada de pájaros del bajo mundo estuvieran llevando a cabo peleas clandestinas en la parte superior de su cabeza.
De rostro alargado, podía ser el más serio de los hombres si lo deseaba más pasaba buena parte de sus días con una sonrisa en el rostro.
Se trataba, a fin de cuentas, de la clase de hombre que atraería todas las miradas al entrar a un bar o una tienda.
El cuerpo y los gestos también hablan de nosotros y él de Mesh transmitía un mensaje claro. Él sabía algo. Algo que nadie más conocía. Su secreto, era así como cautivaba.
Mesh sonrió. Se encontraba subido al techo superior del piso más alto de la mansión. Desde allí podía verlo todo, un cielo oscuro era su musa y a lo lejos la infinita brillantez de la ciudad con sus luces.
Las cosas estaban poniéndose interesantes con esta nueva miembro de HexHell. La enfermera. Había afrontado toda esa muerte, incluso la suya propia, con una valentía admirable.
—Una persona fuera de esta época —murmuró. La opinión de Mesh sobre los años 2000 era bastante crítica. Un mundo demasiado débil y rastrero para su gusto.
Al pensar en la muerte era así como le hubiera gustado irse. Sonriente y gritando con ferocidad al cielo rojizo que solo se hace presente en el fragor de las más intensas batallas. Solo allí, Mesh y su sonrisa de lobo. Los agujeros de la nariz abiertos y aspirando el olor a muerte y a gloria, las manos alzadas guiando almas como una melodía divina.
<<Nuestro Mesh tiene una gran imaginación>> dijo la voz y terminó con sus ensoñaciones.
<<Estás más emocional que de costumbre Mesh, ¿se trata de esta mujer?>> inquirió otra, el tono era joven, casi aniñado, pero había una cierta dureza propia de una mujer celosa.
<<Son estas noches hermosas. Hacen arder mi sangre y anhelar un buen campo de batalla >> pensó él a modo de respuesta. La voz de un viejo contestó entonces.
<<¿Qué oigo? ¿El defensor de la paz deseando guerra?>>
<<Estar vivo es desear lo que nunca se está muy seguro de querer conseguir>>
El eco de voces ascendió entonces mientras comenzaban un debate que a Mesh no le interesaba y sabía por experiencia que no duraría mucho. En cualquier caso no le fue difícil silenciar el murmullo en su cabeza, era como respirar despacio para tranquilizar a un corazón latiendo fuerte, y así volvió a sumergirse en sus visiones de gloria y fuego.
Algunos podían considerar hasta curioso que un hombre como aquel, con acceso de primera mano a las historias (todas ellas, desde las más grandes y famosas a las más individuales, secretas y olvidadas) de la humanidad fuera en esencia alguien tan ajeno a los asuntos de la humanidad. Y es que habían existido guardianes mucho más interesantes, sin duda alguna. Hombres y mujeres reflexivos, de mentes cultivadas, que habían teorizado sobre las más diversas cuestiones apoyándose además en ese ilimitado manantial de conocimientos que era el mundo Subterráneo. Para Mesh tal cosa no era más que parte del registro.
Su tiempo era otro y en lo que a él concernía lo único importante que alguien podía enseñar era el ejemplo.
Quizá los hombres de acción fueran siempre considerados simples, él no lo sabía o le importaba. Había sobrevivido a todo tipo de individuos. Divertidos y aburridos, complejos y sencillo, extraordinarios y comunes. Les había visto ir y venir, dejar su huella, plantar su árbol, tener sus hijos, escribir en algún lugar, de alguna forma, sus historias y todos sin excepción habían pasado a formar parte del registro.
Pues la Historia era una máquina (esto pocos lo entendían como él podía hacerlo) y para su funcionamiento requería de un combustible especial. Aquel que surgía de las vidas y muertes de la humanidad. Y ese era el secreto más celosamente protegido por los guardianes. Pasará lo que pasara, hicieras lo que hicieras, al final del camino terminaban todos en el mismo lugar, sirviendo al mismo propósito.
Si no era esa una simple verdad del universo, Mesh colgaría sus armas.
<<Hasta ahora no lo has hecho>> comentó la voz muy por lo bajo aunque él alcanzó a oírla.
<<Hola Ragnar>> saludó Mesh, al espíritu de un hombre-rey que había muerto siglos atrás después de alcanzar una gloria con la que ninguno de sus pares de antaño había soñado a quiera. Un pozo en la tierra y serpientes envenenando su cuerpo fue el final de aquel rey vikingo.
Ragnar era la clase de individuos con los que sí disfrutaba intercambiar aunque fuera alguna anécdota. Un joven que había nacido con la espada bajo el brazo y un sueño.
Un hombre de verdad, capaz de lograr lo que se proponía.
<<Créeme, no tengo planes de hacerlo>> pensó y luego, apartando el alma de Ragnar de la suya <<mucho menos ahora que las cosas estaban poniéndose en verdad divertidas con la aparición de la mujer. La enfermera>>.
<<El mundo de ahora es tan distinto al mío que hasta me genera rechazo. No me interesa verlo ni saber nada de él. Aunque claro, cuando se veo esas armas que han inventado... por los dioses, daría esta eternidad por un poco de eso>>.
<<Entonces sígueme Ragnar. Escucha mi llamado, presiento que será pronto. El enemigo está allí afuera y tiene grandes retos para nosotros>>.
<<Sabe que puede contar conmigo. Con todos aquí, guardián. No dejaremos que nuestro lugar se vea amenazado>> afirmó la voz repentinamente mayor del joven rey muerto.
—Una corta vida en la tierra, pero una eternidad como guerrero —murmuró Mesh a la noche, al propio Ragnar y a todas las voces que no eran más que espíritus de hombres y mujeres quienes también alguna vez habían tenido sus vidas, sus sueños, sus preocupaciones y logros.
Si, el enemigo atacaría pronto.
Regresó entonces a la enfermera. Lo que le había dicho a Selenna no era una mentira, en verdad había escuchado susurrada en su cabeza tal y como ahora escuchaba a los demás, la palabra "peligro" en cuanto fijó sus ojos en ella.
¿Qué significaba? Eso también lo había dicho sin mentir. No tenía idea.
Sin embargo aquel tipo de explicaciones, teorías sobre el porqué de las acciones o sus consecuencias, eran la antítesis de lo que Mesh en verdad representaba.
Él era un hombre de acción.
Cuando te encuentras a alguien que es capaz de saltar vidrio en mano hacia una muerte segura no puedes simplemente apartarte, tienes que si o si sentarte a ver. ¿Qué cosa?
Hacia dónde conduce todo, por supuesto.
La historia qué hay ya no detrás, sino delante. Ese futuro que se dejaba entrever. ¿Saltaría algún día la enfermera con un puñal contra su corazón? ¿Gritaría de furia el nombre de un enemigo? ¿Pediría piedad y perdón? ¿Habría de salvar vidas? Cuando estas eran las preguntas, el miedo no podía ser un respuesta. El murmullo de voces acalladas pareció asentir despreocupadamente, otras eran las prioridades de los muertos.
La sonrisa regresó al rostro de Mesh. Luz de luna se reflejó en los botones plateados de su abrigo rojo, en su bufanda aleteando al viento frío de la noche.
Y así la noche sobre el complejo de HexHell, sobre la ciudad libre de Alexandria, sobre un mundo que dormía sus historias, avanzó y siguió su curso mientras millares de eventos se entretejían, comenzaban o terminaban. Como un fuerte viento que tarde o temprano nos llevaría al encuentro de nuestro destino.

HexHell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora