XXI: El profesor

2 0 0
                                    

Confusión. Era lo que Maika podía ver en los rostros de todos aquellos que la rodeaban, rostros de ojos abiertos o de miradas desenfocadas, con labios que balbuceaban palabras inentendibles y se quedaban rápidamente en silencio.
"¿Qué pasó?" intentó decir pero se dio cuenta de que lo estaba pensando. Imaginando.
El sólido suelo bajo sus pies, su cuerpo cuyos contornos ya no brillaban de un azul llamativo...
—Regresamos —dijo y ahora sí sus labios se movían y el sonido surgía de la garganta y no de la mente.
—Hay que informar de esto lo más pronto posible. Iré al Concilio. —Mesh era el unico que no parecia hallarse confundido y se manejaba con soltura aunque cierto apuro. Permaneció cabizbajo por un momento, que algunos podrían haber interpretado como de duelo, pero que a ojos de Maika pareció más bien de escucha. ¿Estaba comunicándose con las voces?
—Samuels y Gutiérrez, ¿donde están? —le preguntó la joven interrumpiendo sus meditaciones. El guardián de sueños e historias le dedicó una mirada carente de expresión. Sus ojos envueltos en la piel de un hombre que había vivido muchas cosas semejaron al frío reflejo de un espejo mudo.
"Si los ojos son las ventanas del alma. ¿A que oscuro sótano llevan los tuyos?" pensó Maika.
—Este no es momento para eso. —Fue la única respuesta que obtuvo, y Mesh se aseguró de imprimirle el tono y la firmeza necesarios para que todos en la pequeña sala escucharan —. Capitán Alí reúna a su escuadrón y diríjase a la mansión de los Héroes cuanto antes. Hasta nuevo aviso estamos en alerta máxima. —Tras lanzar esa orden Mesh se encaminó a la pared más cercana.
—¿Que hago yo mientras tanto? —quiso preguntar Maika pero frente a sus ojos que todavía se estaban acostumbrando a la luz el cuerpo sólido de Mesh emitió un inexplicable y fugaz brillo y comenzó a perder color y forma hasta volverse transparente y ligero como una corriente de aire.
Entonces como si todavía permaneciera en el mundo Subterráneo, su cuerpo de fantasma atravesó la pared y se alejó elevándose por el aire a velocidades sobrehumanas.
Maika permaneció inmóvil sin saber lo que estaba sucediendo pero consciente de que sería algo muy importante. Concentrándose un momento se permitió sentir su conexión al otro mundo, escuchar las voces.
<<Es terrible, ahí viene, ahí viene>> escuchó gritar a alguien y luego silencio.
<<¿Que sucede?>> preguntó a las voces pero fue como susurrarle a una tormenta. Maika optó por alejarse del griterío y la confusión y concentrarse en el afuera.
En la habitacion de techo bajo donde se encontraban, todos los miembros del escuadrón Zorro comenzaron a ponerse en movimiento, dirigiéndose a la salida y escupiendo ordenes a los asistentes que aparecian de repente.
Solo Amid Checo no se movió. Estaba de rodillas con las manos apoyadas en el suelo. No lloraba pero cuando Maika se le acercó levantó la cabeza y la miró con un gesto inconfundible en el rostro.
Era el mismo que ella le había visto a los familiares antes de tener que informarlos sobre el fallecimiento de algún ser querido. Los ojos que no miraban, el temblor en los labios, la boca entreabierta como anticipándose a responder algo que todavía no se le había dicho.
Maika atinó a hacer lo mismo que hacía en ese momento y agachándose a su lado, le colocó una mano en el hombro, sin hablar.
No necesitaban palabras.
Al agente Checo aún de rodillas le tembló el labio inferior y la fundió en un abrazo firme de ojos cerrados, sin lágrimas.
Maika intentó contenerlo mientras a su alrededor todo el mundo volvía a su actividad. Aquel hombre acababa de perder a sus dos seres más queridos. Proteger no es sólo evitar el daño, es también estar ahí cuando este irrumpe y poder brindar ayuda de formas más personales, así lo pensó la que en un tiempo que parecía cada vez más lejano había estudiado enfermería con el propósito de aliviar los dolores de la gente.
—Vamos tenemos órdenes que cumplir todavía —escuchó decir a Checo. El abrazo remitía.
—¿Puedes hacerlo? Quizá sería mejor que descanses, no te sobre esfuerces —comentó ella poniendo su mejor tono convincente.
Amid Checo sonrió, y bajo la luz de la pequeña estancia pareció mucho más joven de lo que en verdad era.
Se llevó una mano al cabello castaño que le caía sobre la frente y se lo apartó.
—Somos agentes entrenados, no te olvides. Sabemos lidiar con situaciones... así. Estaré bien y además en estos momentos no podemos darnos el lujo de descansar mientras todo se desmorona.
Acto seguido se levantó junto con Maika y le dedicó una mirada seria, intentando forzar una sonrisa pero sin conseguirlo. A paso rápido, subió las escaleras en busca de los miembros del escuadrón Zorro o de sus propias actividades.
De algo para hacer que le permitiera aliviar eso que ardía dentro. Eso que Maika bien conocía pues ella misma conducía sus pasos en la dirección que él alivió a los duros recuerdos del interior ofrecía.
Maika lo observó alejarse. A ese hombre que había perdido quizá a las dos personas más preciadas para él en ese mismo día. Entonces sintió, no sin cierta ironía, que habían escapado del mundo de los sueños solo para despertar en el de la cruel realidad.

HexHell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora