CAPÍTULO:𝟙𝟡 Sidragaso

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"SIDRAGASO"

Lo que restaba del día lo pasé junto a las chicas. La reina nos terminó de dar todo el recorrido por el jardín, hasta que nos llevó a un laberinto dentro del castillo, solo en ese lugar caía una especie de lluvia.

Un cambio climático no es algo que se podía ver en este lugar, o por lo menos, el tiempo que he estado aquí nunca lo he sentido.

Las tres nos manchamos de lodo por estar saltando y corriendo debajo de la lluvia, nos reímos tanto que al final del día me dolían las mejillas y el estómago de tanto reír.

Contemplo por última vez a mi hermana dormir, lo único que deseo para ella es que tenga una vida, que viaje, que sea feliz, que viva cada segundo de su vida, solo puedo desearle lo mejor, es mi hermanita y no la quiero ver sufrir. Le acomodo un mechón rubio con delicadeza antes de levantarme de la cama y salir de la habitación.

Todo se encuentra en silencio, aunque sé que ningún demonio duerme. Las escaleras y pasillos están a oscuras, camino por el pasillo en puntitas hasta donde veo la luz, me detengo en el balcón donde se puede contemplar todo el jardín.

Lo observó por unos segundos mirando más en los bosques y puedo ver lo que es un lago negro, dirijo mi vista hacia el cielo que se encuentra en rojo completamente.

No es el infierno que realmente imagine o del que todos me contaban. Mi abuela, mis primas, los sacerdotes y hasta las iglesias.

En la casa de mi madre siempre se reunía la familia a celebrar noche buena y navidad, hacían oraciones y hablaban mucho de Dios, eso fue antes de que se enteraran lo que había hecho mi madre.

Antes de saber quién era mi verdadero padre hasta los catorce, cuándo ya había muerto el padre de Megan, aunque Axel Pearce me cedió amablemente su apellido y me dio la infancia que toda niña desea junto a su padre, siempre supe que él no lo era, siempre hubo una mínima diferencia en como el miraba a Megan, y como me miraba a mí. Me amaba, lo sabía, pero no tanto como amaba a mi hermana, quién realmente era su hija.

A mis quince años se reveló la verdad, cuando la familia escuchó una conversación de mi madre con Matías, mi verdadero padre.

Mi familia siempre supo que mi madre había engañado al padre de mi hermana, aunque eso lo vieron indecente en su momento, no dijeron nada, decían que, si ese hombre pudo perdonarla, ellos también, pero no pudieron perdonar el hecho de que fuese con un sacerdote.

Cuando se enteraron quien era, llamaron fornicadora a mi madre y a mi hija del pecado, decían que me iba a quemar en el infierno y muchas cosas más.

No es que mi madre y yo éramos creyentes como lo son las que eran nuestra familia, pero si íbamos a la iglesia y orábamos en cada momento. Lo irónico es que, si estoy en el infierno, está siendo mi hogar, pero no estoy quemándome, ni mucho menos pasando todo lo que ellos me maldijeron.

Doy media vuelta al escuchar un ruido proveniente de la parte de atrás. Captó la silueta del demonio Bitru, quién parece haberse cambiado de ropa, ahora luce un jean oscuro gastado, un suéter blanco dentro de una chaqueta de cuero, notó las cadenas que adornan sus ropas.

— ¿Insomnio? — murmura acercándose, aunque dejando una distancia prudente entre nosotros.

— Quise dar un paseo, por el momento no tengo sueño.

— ¿Quisieras conocer el lago? Podemos caminar hasta allá para dar un paseo— lo miro a sus ojos — ¿no querías dar un paseo? — Asiento dudosa, acomodándome la bata de dormir.

Los dos nos encaminamos hasta el jardín, pero sin detenernos, seguimos todo el camino de piedras hasta el final donde se encuentra aquel lago.

— Le presento Diosa mía, el lago negro de las tierras de Acuarious — pronuncia — puede contemplar nuestro lago, profundo y escalofriante, con diamantes en el fondo y una oscuridad implacable — sonrió por su tono de voz y los movimientos que hace con las manos como si estuviera en unos comerciales presentando una nueva marca.

Diablo: Luzbel ©️✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora