*Una semana después*
Hoy era el día en el que había que irse a casa, así que fue muy emotivo.
Todos llorabamos, ya que nos íbamos a echar mucho de menos.
Cuando nos llegó el turno de irnos a Naim y a mi, nos partió el alma la carita de pena que puso José Julio al tener que separarse del bebé, pero lo que más nos partió el alma fue que, cuando separamos a Joel de José Julio, Joel comenzó a llorar, y nos partió el alma, ya que el bebé no había llorado en toda la semana.
Dejamos que José Julio le diera un último biberón a modo de despedida y, cuando acabó y el bebé se durmió, nos subimos al coche y nos pusimos en camino mientras veíamos por la ventana a José Julio llorando mientras abrazaba a Mónica, algo que nos partió el alma.
Pasamos todo el viaje durmiendo y, al llegar a nuestro destino, nos tuvieron que volver a despertar.
Como estábamos muy cansados, ni siquiera cenamos, solo acostamos al niño y nos fuimos a dormir, ignorando un ruido que oímos en la ventana, ya que pensamos que podría ser el viento.