Bosquejo

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– Por lo menos dime que no babeaste- preguntó Ned. Incluso a través de las gruesas mantas podía escuchar su voz temblar, haciendo esfuerzos por contener la risa.

– Ughh- gemí, enterrando más la cabeza en la almohada. Claro que había babeado, siempre lo hago cuando duermo boca abajo.

Sentí mi rostro arder de vergüenza y abracé con más fuerza las sábanas, al recordar el hilo de baba que pendía de mi mejilla cuando el Sr. Stark me despertó, diciendo que era hora de volver a casa.

Demasiado tarde, una punzada de alerta bajó por mi espalda, instantes después el cuerpo de Michelle caía con fuerza sobre mí, enterrándome en el colchón y sacándome el aire en el proceso.

– Anímate Parker, al menos puedes decir con orgullo que no roncaste- comentó, restándole importancia al asunto.

– Tiene razón Pet - acotó Ned, en algún punto a mi derecha – Mientras babear puede llegar a parecer "tierno", los ronquidos te llevan directamente al nivel de hombre-de-mediana-edad-con-calvicie-y-barriga-incipientes-que-se-quedó-dormido-en-el-metro-

...Qué específico- pensé, mientras intentaba levantar la cabeza para contestar- y respirar-.

Michelle pareció entender mis intenciones y retiró sus codos de mi cabeza, hasta posarlos en mis omóplatos, permitiéndome emerger nuevamente al mundo de los vivos.

– No lo entienden, chicos- dije con tristeza –No se trata sólo de haber babeado frente a mi crush, es por Spiderman. Se supone que debo dar una imagen de madurez y fortaleza, no la de un niño de cuatro años- terminé, formando un puchero.

– Ya, ya- dijo Ned, dándome palmadas en la cabeza mientras tomaba una foto de mi cara con la mano libre –No es tan grave-

– De hecho es muy común – comentó MJ – O crees que ninguno de los hombresotes de los "vengadores" babea?- preguntó con desdén.

– Uhh, no?-

– De acuerdo- dijo, adelantándose hasta hacer aparecer su cabeza en mi rango de visión – Te apuesto dos cajas de pizza y una bolsa de churros a que por lo menos uno de ellos babea-

– Y exactamente, cómo piensas cumplir la apuesta?- preguntó Ned, sin levantar la vista de su celular.

Expectante alcé la cabeza hacia Michelle.

– Bueno, la próxima vez que estés en la torre... O cuando tengas la oportunidad de verlos dormir, supongo- dijo, con el ceño ligeramente fruncido.

– Ok- dije con una sonrisa divertida, al ver flaquear la decisión de mi amiga –Y si tienes razón, qué ganas tú?-

– Un vídeo de prueba, es todo lo que pido- respondió con superioridad.

– Chicoos- la voz de la madre de Ned nos llegó desde el piso de abajo ­–Ya llegó la comida!-

– Oh, genial- gimió Ned, poniéndose de pie – Me muero de hambre. Espero que mamá haya pedido muchos rollitos primavera- comentó, encaminándose al pasillo.

Sin decir una palabra Michelle se deslizó por la cama hasta ponerse de pie y siguió a mi amigo.

Reí un poco y me desperecé, apartando las mantas a un lado de la cama. Era sábado a la noche y en la residencia Leeds eso significaba comida rápida para cenar.

Mientras bajaba por la escalera recordé con dolorosa claridad mi partida de la torre, la noche anterior. De alguna forma me las había arreglado para quedarme dormido, babear sobre el escritorio del Sr. Stark, permanecer tres horas (si, tres) más de lo necesario y en resumen, ser una molestia en general.

DeslumbranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora