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—De acuerdo, déjame ver si estoy comprendiendo la locura que me estás diciendo…—dice Christopher sentada en mi cama sin dejar de mirarme.—Vas a ir a cenar con Leire y Hogwarts...
—Howard.—lo corrijo.
—¡Es lo mismo!—me reclama.—El punto es que vas a ir a cenar con Leire y con ese sujeto que no conoces sólo porque te envió un mensaje en Instagram como si fuese un enfermo acosador y ya…—exclama.
Me quedo observándolo un momento porque sé que en el fondo suena a una locura, la más grande que he hecho en mi vida, quiero resaltar.—Supongo.
—Además yo no entiendo porque tanta insistencia para que Leire y tú vayan a cenar con él…—agrega cruzando sus brazos por encima de su pecho.—No lo sé, capaz es una especie de especia de los Mercenarios y tú como el tonto que eres ahí vas con el enemigo…
Me echo a reír tan pronto como Christopher da por finalizado su argumento y niego un poco.—En caso de que así lo fuera… ¿Qué se supone que tienes que ver Leire en todo esto, según tú?—cuestiono sin dejar de mirarlo.
Sus cejas se fruncen un poco, arruga la nariz y niega rotundamente.—No lo sé y tal vez lo que dije ni siquiera tiene sentido pero es que no encuentro otra razón lógica para que ese hombre con nombre complicado tenga interés en salir con ustedes…—hace una pausa y suspira.—es eso, o es más bien que Hogwarts quiere robarse a tu chica…
Me quedo en silencio un momento tratando de que mi cerebro termine de procesar la barbaridad que Christopher acaba de decir.—¿No fuiste tú quién me dijo que confiara en Leire y que no sacara conclusiones apresuradas en cuanto al chico del centro comercial se refería..?
—El chico del centro comercial y este fulano acosador son personas diferentes…
—De hecho son el mismo.—suelto.
Los ojos de Christopher se abren con total sorpresa, niega de nueva cuenta y abre la boca para hablar pero el sonido de la voz de Alex inunda las masas de aire. La pequeña demonios castaño atraviesa la puerta de mi habitación corriendo con una sonrisa en los labios y una hoja arrugada en la mano.—¡Zab!
—¿Qué pasa?—cuestiono envolviéndola en un abrazo cuando llega hasta mí.
Suelta una risita y luego sale de mis brazos para mirar a Christopher que ya la espera con los brazos abiertos también, sus mejillas se sonrojan un poco y luego se acerca a él para abrazarlo también.—¿Por qué tantos gritos, eh?—le pregunta mi mejor amigo una vez que Alex se aparta de él.
—¡La maestra me ha dado una hoja para el campamento!—anuncia llena de emoción.
—Oye eso es muy increíble.—decido.
—¡Y mamá me dijo que si puedo ir!—agrega y entonces la sonrisa que tiene en los labios crece más.
—Eso es todavía más increíble.—una risita escapa de sus labios.
