Sacó la última maleta del auto y la puso en la acera antes de cerrar la puerta. El taxista pareció notarlo, porque en cuánto terminó de sacar sus cosas, el carro encendió el motor y desapareció en la esquina.
Becca suspiró, cansada. Extrañaba a su hermano. Pero ya estaba en su nuevo hogar, además llamaría a su hermano casi a diario. El problema serían sus horarios en las Universidades.
Tomó su teléfono y buscó su contacto para llamarlo. Timbró una, dos, tres, cuatro veces antes de que contestara.
— Hola, niña.
— Hola, Nick.— su rostro se veía diferente a través de la pantalla.— Acabo de llegar del aeropuerto.
— ¿Sí? Muéstrame la casa, ¿Está como la recuerdo?
— Explorémosla juntos, apenas voy a entrar.— le dijo enseñándole las llaves con una sonrisa.
Lo primero al entrar en la casa era la sala, con dos sillones minimalistas color hueso. Una mesa de cristal los separaba del televisor. Más allá se encontraba el comedor con cuatro sillas también de color hueso, con patas delgadas de madera oscura, todas alrededor de una mesa ovalada de cristal. Detrás de ambas áreas de la casa, estaba una gran puerta corrediza de cristal polarizado que llegaba hasta el inicio de las escaleras, luego estaba una pared que conectaba con la esquina del final del comedor, dónde había otra puerta corrediza también de cristal, completamente transparente.
Subiendo las escaleras se desplegaba un largo y ancho pasillo, que llegaba a tres habitaciones— la última con una gran puerta corrediza que daba a balcón que abarcaba todo ese lado de la casa y que conectaba a las tres habitaciones—, cada una con baño individual y completo, y al final del pasillo otro baño completo.
La casa era grande, y hacía que le diera bastante flojera limpiarla, pero haría tiempo y la mantendría impecable.
— Te vas a quedar en el cuarto más grande, ¿No?
— Claro, ¿Quién lo ocuparía si no?
— ¿Qué? Becca, me llegó un mensaje, es importante, lo siento tengo que colgar, pero te llamaré luego, ¿Si? Te quiero, pórtate bien.
— Tengo dieciocho...— pero ya había cortado la llamada.— Gracias, Nick.— dijo con sarcasmo.
Volvió a bajar y comenzó a subir las maletas. Las escaleras iban a matarla. Abrió las polvosas cortinas y limpió el polvo del armario y los ganchos para empezar a ordenar su ropa.
Todo el día se le fue limpiando la casa, aspirando, quitando polvo, barriendo. Tuvo que salir a comer porque el hambre parecía comérsela a ella, no tenía comida en la casa y no tenía número de ningún lugar que pudiera llevarle comida a domicilio. Luego volvió y continuó con la exhaustiva limpieza de la casa. Para cuando terminó revisó la hora: las once y cuarenta de la noche.
Quizá... No, ¿Estaría dormido? No la había vuelto a llamar. Bueno, siempre podía llamar a Darrell, no lo había visto, y habían quedado de verse en cuanto tuviera tiempo. Volvió a buscar su teléfono pero el timbre sonó.
Becca se levantó de un salto. Nadie sabía de ella en Miami, ¿Quién podría ser?
Se asomó por el ojillo de la puerta y abrió bruscamente.
— Hola, Becca.
— Estaba a punto de llamarte.
— Gracias por no hacerlo. Mi teléfono está en silencio. Te traje comida china, supongo que aquí no hay nada de comer.
— Todavía no ceno, gracias por la comida.
— Sí, no pasa nada.— le respondió viendo lo demás de la casa.— ¿Limpiaste?
— Sí, ¿Querías que viviera en una montaña de polvo?
— Cálmate, ¿Si? Yo venía a cenar contigo y a ver si ya te habías instalado.
— Diría que sí.— le dijo ella desde la cocina mientras vertía la pasta en dos platos planos para poner encima las bolitas de pollo empanizado y picante. Tomó dos tenedores recién lavados y los puso en cada plato antes de llevarlos al comedor.— Pero tengo que conocer un poco la zona, y tengo que ver qué autobuses me llevan a la Universidad... Vaya, tengo mucho que hacer, que bueno que me mudé antes de comenzar el ciclo escolar.— le señaló su plato.— Come.
Darrell se sentó junto a ella y comenzó a picar la comida, mientras Becca la devoraba.
— Exacto, y respecto a eso, ya ví a qué Universidad vas, y noté que me queda de paso. Imagino que todavía no tienes tu auto.
— Sí, Darrell, yo nunca tuve auto. Nick lo tiene.
— Puedes pagar uno pequeño me imagino, con los ahorros...
— No puede ser, yo no soy rica, mis papás lo son.
Darrel soltó una carcajada.
— Y acabas de decir lo que dicen todos los ricos.— Becca le dirigió una mala mirada antes de volver a su comida.— Pero, a lo que voy es que, mientras consigues transporte, yo puedo pasar por ti de paso, y te dejo en tu Universidad de camino a la mía, mientras puedes conocer la zona, hacer unos amigos, esas cosas.
— Bueno, supongo que no es mala idea. Podemos intentar.
— Exacto. Mañana pasaré de nuevo para que conozcas bien la zona. Mamá quiere que te ayude a conocer antes de que empiece la Universidad.
— Pensé que te habías independizado.
— Lo hice, durante el ciclo pasado. Vivimos a tres horas de aquí, o sea que son unas casi cuatro horas de mi casa a la Universidad. Por eso tuve que rentar un departamento cerca de la escuela. Pero durante vacaciones me gusta estar en mi casa. Odié trabajar y estudiar al mismo tiempo. De verdad fue un asco. Pero bueno, te veo mañana, Becca.
— Sí, hasta mañana.— Darrel desapareció al cerrar la puerta y Becca solo pudo escuchar el rugir de su auto cuándo se fue.
O sea que, en realidad no se había independizado.
Serían unas vacaciones muy largas. Sin sus amigos, sin su hermano y su tía, sin Michael... No podía ser, ¿De verdad había pensado en él? Era una de las razones por las que sé había mudado, tenía que ser una broma.
Se dejó caer en el sillón. No importaba, dentro de poco estaría tan ocupada que no podría pensar en él. Lo olvidaría por completo y todo lo que la conectaba con él... Leyda también.
Las vacaciones serían suficiente para mantenerla ocupada. Además tenía que concentrarse en su carrera también.
Su mundo ya no giraría a su alrededor. Y todo iba a mejorar. Así como él había destruido gran parte de ella, ahí encontraría el modo de repararse y sanarse. Ahí todo iba a estar bien.

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Tienes Prohibido Enamorarte
RomantikCuando Becca se muda a Miami para empezar la Universidad, cree que los problemas que tuvo en Seattle por fin han llegado a su fin. Al menos hasta que alguien peligroso comienza a mostrarle que sabe su secreto. Esto lleva a Becca a hacer un trato con...