Capítulo 18

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CANCIÓN SUGERIDA: Hold my heart - Sara Bareilles.

Me muevo entre los brazos de Kate, que reposa dormida con su respiración en un estado pacífico. A diferencia de ella, yo no había podido conciliar ni un instante de sueño. Mis emociones en el estómago se ejercían más que mi somnolencia.

Estoy al corriente de que ya casi amanece y que es ya hora de marcharme. Deben dar las cinco y media de la mañana. Pero, me he quedado mirándola. Y tal vez, ya me he memorizado la textura de su piel, la forma en que respira y esa manera de apropiarse más a mí cada vez que me muevo.

Intento salir de la cama y de sus brazos sin despertarla, lo que me ha parecido realmente un sacrificio. Apenas me he despegado de su calor y ya el frío busca crucialmente alimentarse de mí. Comienzo a buscar mi pijama por el suelo de la habitación, al igual que mi abrigo. Pero entonces me acuerdo que está tirado en la mitad de las escaleras. Y del gorro todavía no sé nada. Termino de vestirme y de colocar mis pantuflas.

– ¿Qué haces?– levanto la mirada y me encuentro a una Kate con el rostro adormilado y el cabello alborotado.

–Te ves hermosa.

–Ven aquí, Charlie– no sé si me autoriza o es un quejido.

–Si vuelvo a tus brazos me volveré una pobre ciega y con amnesia.

–Me haré responsable. Solo ven– me estira su mano y puedo sentir a mis impulsos luchando en contra.

–Kate, mis padres siempre despiertan a las seis. Me quedan quince minutos.

Me mira con su ceño caprichoso y baja su mano.

–De acuerdo. Perdona. Te acompaño a la puerta.

Se levanta y caigo en cuenta de que está solo en su ropa interior. De inmediato he perdido los hilos de mi conciencia y con una ansiedad la he tomado de su cuello para besarla sin que me quedara algún lapsus de realidad. Mi corazón había perdido todo su control. Y Kate, al parecer, todo el suyo.

Sus labios comenzaron a apropiarse de toda la zona sensible de mi cuello. Sus manos se consolidaban por todas las partes de mi cuerpo. Ha levantado mi camisa y rozado mis pechos sobre el sujetador. Su mano había alcanzado las tiras de mi pantalón y la ha metido dentro. Luego se detuvo en seco. Ha dejado de besarme y sus manos dejaron de hacerle justicia a mi piel. Su respiración y la mía eran aceleradas, moribundas y míseras.

–Debo detenerme– dijo, sosteniendo su frente en la mía.

Yo me he quedado callada. No tenía nada que decir. He besado su frente y he salido del cuarto.

En las escaleras me coloco el abrigo y en pocos minutos la escucho alcanzarme. Ya tenía puesta una franela larga y ancha, algo vieja y de color mostaza. Me abre la puerta y hemos mantenido la mirada un momento. Y antes de cruzarla, le hago la pregunta que ha rondado en las esquinas de mi mente durante estas pocas horas.

– ¿Realmente no te importa que pueda estar con otra persona?

Kate se queda en silencio y baja su mirada. Sin embargo, no estoy para seguir esperando. Así que salgo pasando por su lado sin más.

–Muero de celos... de solo pensar que alguien más pueda besarte.

Me giro y la miro con un alivio por dentro. Y rápidamente le he dado un beso que la hace sonreír. Me despido y cruzo el jardín que nos separa. Pero, antes de entrar, me parece que Kate se ha limpiado una lágrima.

***

Despierto en mi cama y enseguida los recuerdos de anoche se ejercen en mi cabeza. Había entrado a casa sin que mis padres me pillaran. Tenía emociones que hubieran podido hacerme estallar por tanto. Miro el reloj medio dormida y me fijo en que he dormido solo un par de horas. Y me extraño de escuchar todavía a mis padres por la casa. Por lo que no tardo en bajar a la cocina.

KateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora