Capítulo 14

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CANCIÓN SUGERIDA DURANTE LA LECTURA: Die trying - Michl.

Escucho los toques en mi puerta de habitación y de pronto mi ceño se frunce por el inesperado sonido. Hasta donde sé, me encuentro sola dentro de mi casa. Son las ocho de la mañana del día miércoles, y mis padres están respondiendo a sus trabajos. No puede ser que se hayan devuelto, y en ese caso, no tocarían la puerta. Entrarían directamente sabiendo que me encuentro enferma.

Después del baile, el fin de semana se arrastró lento y pareció una eternidad porque Kate había viajado de imprevisto fuera de la ciudad por cuestiones de trabajo. Y aunque poco nos comunicamos, o mejor dicho, muy poco ella se comunicó, debido a sus ocupaciones, no me era suficiente nada si no estaba a su lado. Se me hacía desesperante y tortuoso cada minuto que la tenía lejos. No podía pensar y estaba perdiendo la cabeza, por lo que al llegar lunes, al culminar las clases, salí corriendo a su estudio sin importarme la inmensurable tormenta fría que caía en ese momento sobre toda Colta.

–Soy Kate– ¿qué? Ella no puede verme así–. Voy a entrar– avisa y veo la manilla girar. Rápidamente me cubro completa bajo las cobijas–. ¿Charlie?– las llamas siempre comienzan a arder cada vez que dice mi nombre. Escucho sus pisadas sobre la madera, acercándose y volviendo mi corazón a su acostumbrado ritmo desordenado–. Vengo a saber cómo sigues de tu resfriado.

No había visto a Kate desde aquel lunes por la tarde que se había molestado conmigo por presentarme en el hall de su estudio, empapada y temblando. Y a pesar de su cara perpleja, actuó rápido buscándome una manta caliente y un té de limón, que iban acompañados de palabras como; imprudente, irresponsable y descuidada.

–Estoy bien– mi voz tupida y sin fuerza delataba crudamente mi estado de salud–. Pudiste haberme enviado un mensaje– digo y, me doy cuenta enseguida, de lo realmente extraño que suena esto de mi parte.

–Ayer lo hice porque no quisiste que viniera. Por eso he venido directamente. Y puedo quedarme para lo que necesites– mi pulso se ha paralizado, y me alivio de que esté bajo las mantas, porque no podría ocultar mis sentimientos con lo débil que estoy.

–Yo puedo cuidarme sola. Ya lo he hecho antes. ¿Y no deberías estar en el estudio? – termino tosiendo, sintiendo mi pecho cruelmente apretado.

–Resulta que le pedí a mi jefe el día libre– dice con picardía–. ¿No vas a salir de esas mantas?

–No– le respondo decidida, y escucho sus pasos restantes para llegar a la orilla de mi cama. Enseguida aprieto las telas gruesas que me cubren, sintiéndome a la expectativa de cualquiera de sus otros movimientos. Entonces, siento un peso a mi lado derecho y me estremezco con su cuerpo junto al mío.

–Puedo quedarme aquí todo el día.

–No es necesario. Ya dije que puedo cuidarme sola.

– ¡Lo que me faltaba! –expresa con una risa–. Eres más testaruda cuando estás enferma–. Bien. Quédate bajo las mantas. De todas formas no me iré. Aquí dejaré lo que te traje– escucho el sonido de una bolsa colocada en la mesita de noche, junto a mis medicinas–. Son pastillas. Jarabe con miel. Tus chocolates favoritos con menta. Aunque son solo para cuando te mejores, o para cuando salgas de esas mantas. Y por último, vitaminas– cierro los ojos tratando de no abalanzarme sobre ella.

La siento levantarse y caminar por los alrededores de mi habitación. Sé que está cerca del juego de escritorio, pero no tengo conocimiento de lo que exactamente está haciendo. Vuelve a caminar y creo que está frente a la repisa de libros.

–Tienes una gran colección de libros que están milimétricamente ordenados. ¡Es increíble!– me avergüenzo enseguida de saberla estudiar y registrar mis cosas. A mi cuarto solo han entrado mis padres y Margi. Jamás estuve cerca de meter a otra persona. Ni siquiera había pensado en que Kate pudiera estarlo–. También me gusta todo tu cuarto. Es amplio y limpio.

KateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora