Capítulo 19

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CANCIÓN SUGERIDA: This love - Camila Cabello.

–Charlie. ¿Dónde estás?

Me sigo mirando al espejo de baño, y no consigo hacer que mi labio deje de temblar. Lo muerdo. Lo aprieto. Pero lo que hago es empeorarlo. Ahora está roto y rojo. Lavo mi cara y respiro calmando mis nervios. Escucho que me tocan la puerta y es hora de salir.

–Bien. Ya. Aquí estoy.

– ¿Qué hacías? Apresurate– Margi me ordena mientras hala de mi brazo–. Todos están esperando por ti.

Bajamos las escaleras de mi casa y todo se encuentra oscuro. Solo las velas sobre el pastel es lo que da la poca visibilidad amarillenta. Hace más de un par semanas había estado nerviosa por este momento, porque era mi deseo crucial. Pero ahora, no significa nada para mí.

Escucho a todos aplaudir cuando me acerco, y me coloco junto a mis padres que siempre están más ilusionados que yo en mi propio cumpleaños. Durante la melodía tradicional mi mente se pierde, hasta que por fin, apago las velas.

Otra semana más en la que he sentido como el dolor se hace más parte de mí. Y descubrí que tiene estructuras que se quedan como un virus, forjándose sobre las grietas vencidas. He vuelto a llamar a Kate. No sé por qué todavía lo sigo haciendo. Pero, por lo menos no terminé llorando. Tal vez sea capaz de hacerme sufrir, pero no tendrá más mis lágrimas.

También he intentado arrancarme el hilo rojo de mi muñeca, pero siempre lo intento cuando ya no tengo las suficientes fuerzas. O es porque me gustaría romperlo en su cara. No lo sé.

– ¿Qué se siente ser mayor de edad?– Tania me pregunta sentándose junto a Marco.

–Nada diferente– le contesto desalentada.

–Venga. Claro que sí. Ahora tienes el poder de embriagarte en cualquier bar– comenta Derek.

–Eres un alcohólico empedernido.

– ¡Ah, pero que te la echas hasta el fondo cuando te ofrezco– le refuta a Tania.

–Pues, claro. Porque son gratis.

Margi al fin los detiene, lo que me hace respirar de alivio, bebiéndome todo el ponche.

–También podrás irte de carrete y quedarte hasta la hora que quieras.

–Ir al Night Club, de la calle Verde.

–O a un sex shop.

–Conseguiré un trabajo que me deje espacio para la universidad, y me abriré una cuenta de crédito para pagar mis propias deudas– digo callándolos, después de haber escuchado las ideas de todos.

–Definitivamente necesitas conocer a alguien y perder la virginidad– me dice Margi al oído.

–Oigan. Salgamos de aquí– ofrece Marco, teniendo el apoyo de todos.

–Abrieron un Pool en la calle 20. En toda la esquina. Y conozco a alguien que nos puede dejar pasar.

–Sé cuál es. Tiene buena pinta.

–No sé. Hemos salido toda la semana y esta vez no tengo ganas– les digo.

–No debiste decir eso en tu cumpleaños– miro a Margi con su mirada rara.

Entonces le dice algo a Marco, que enseguida me acorrala en medio de la sala, sacándome del sillón favorito de Kate. Me carga sobre sus hombros y escucho a todos aludirlo. Excepto Gabriela, que solo está pendiente de que Marco no me tire al suelo.

Mis padres nos miran antes de salir por la puerta, y cuando creo que le gritarán a Marco que me suelte, solo se despiden con la mano.

–La cuidaremos bien, señor y señora Eason– anunció Margi.

KateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora