Capítulo 3

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El día siguiente ha empezado tedioso. Creí que vería a Kate antes de irme a clases como había pasado el día anterior, pero no ha sido así. Siento que ya empiezo a extrañarla.

Margi insiste en que algo me pasa. Si antes le parecía extraña mi manera de ser, ahora es capaz de pensar que puedo tener una enfermedad degenerativa de capacidad de atención.

Llego a casa poco antes de las cinco y tampoco veo su camioneta en la entrada. Comienzo a sentirme ansiosa y no me gusta este tipo de ansiedad. Paso lo que queda de tarde dentro de mi habitación, tratando de distraer a mi cerebro que no se compadece nada de mí. Parece estar más interesado en volverse loco por Kate, más que yo misma.

Ya daban las siete cuando escucho que tocan  el timbre. Al abrir la puerta, encuentro su perfecto rostro frente a mí.

—Hola, Charlie —saluda con una sonrisa de medio lado.

—Hola —respondo sintiendo el corazón en la entrada de mi boca. Y hago rápidamente un escaneo mental de lo que llevo puesto. Me lamento de tener mi espantoso mono verde favorito con la franela tricolor y medias grises.

— ¿He llegado muy temprano? —pregunta.

— ¿Temprano?

—Sí. A la hora pizza.

— ¿Hora pizza?

Me mira animosa, mostrando una botella de vino con una caja grande de pizza con queso. Y aunque mi cara sigue confundida, la ayudo tomando la caja.

— ¿No sabías?

—No, pero pasa adelante —me hago a un lado para que pueda entrar, pensando seriamente en molestarme con mis padres por no informarme. Me hubiese arreglado para recibirla.

Colocamos las cosas en la encimera de la cocina y nos quedamos paradas una frente a la otra.

—Lindo atuendo —bromea.

—Lo sé, es horrible, pero usted luce hermosa.

Me fija su mirada.

—Gracias. Bueno, la hora pizza es una cosa que solíamos hacer los tres. Justo allí en esa sala —señala con aprecio.

—Mis padres nunca me hablaron de ti.

—Tuvieron sus motivos ¿Dónde están?, por cierto. Pensé que ya estarían aquí.

Mira su reloj.

—No lo sé, pero no deben tardar. Puedes sentarte, si gustas —Kate sigue el camino hasta el mueble y toma asiento, justo en el mismo sitio de la primera vez. Parece que le gusta ese—. Quisiera subir a arreglarme, pero... me es difícil dejarte —digo, sin darme cuenta de la intensidad de mis palabras.

Su mirada penetra unos segundos la mía y luego la posa en cualquier lugar lejos de mí.

—Tranquila. Puedes ir.

— ¿Segura?

—Por supuesto.

Pero yo todavía me situaba en el mismo sitio cerca de ella, sin poseer la voluntad de alejarme.

Al instante las luces del auto de mis padres anuncian su llegada. Y es lo único que me permite subir a mi habitación. Después de darme una rápida ducha y vestirme más presentable, con un suéter sencillo y unos jeans, bajo encontrando a mi madre en la cocina y a mi padre junto a Kate en el otro lado de la sala.

—Cariño. Ya estaba por decirte que bajaras —mi madre me suelta un beso al aire mientras busca varios platos.

— ¿Por qué no me avisaron que planeaban una cena, mamá?  —le reprocho en susurros.

KateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora