Capítulo XI

54 2 0
                                    

Es raro no pensar en el ruido, en el estrés de un lunes. Pero no hay mas escuela. Y no voy a mentir, quería ir. Quería oír el bullicio diario, los gritos, ver a mis compañeras bailando, una que otra pareja coqueteando. Todos cantando cosas distintas, hablando de cosas distintas. Los lunes eran los mas pesados, todos contaban lo que habían hecho en el fin de semana.

A pesar de que mi corazón estaba inundado de nostalgia, había despertado feliz. Tomé un bolígrafo y un sobre "cuando la felicidad llegue" y tomé una hoja, escribí, fue lo único que hice, firmé.

Vive, y solo eso; con amor,

Bati

-en un apartaestudio-

Es lindo no madrugar un lunes, quiero hablar con Bati, no he dejado de pensar en ella. Marque su numero.

-¿estas ocupada hoy? Quiero verte

Y no, no estaba ocupada. Yo sé que los días están contados, no hay marcha atrás, es tiempo de partir, no hay arrepentimientos. Para llegar a donde se quiere hay que hacer sacrificios. Bati no iba a ser un sacrificio, ella seguiría ahí para mi, siempre. No puedes acabar un lazo tan fuerte de la nada. Pero Bati es solo un gusto ¿no?. Por primera vez dude de eso.

Salí con mi bicicleta, tenía una cita con una pelirroja, el día estaba soleado, los pájaros cantaban, iba a ser un grandioso día de seguro. Me dirigí a la casa de Bati, tenía todo planeado. Me abrió y me besó. Luego pasó sus dedos por mi cabello despeinándome. Y nos fuimos.

Montamos bicicleta por un par de horas, hasta que una nube gris cubrió el cielo, pero aun estábamos lejos de nuestra siguiente parada. Empezó a llover, primero suave, luego fuertemente. Bati corrió a refugiarse en una tienda. Yo preferí quedarme un rato a sentir el agua.

-¿ que haces? Estas demente

~disfruto de los milagros de la naturaleza, deberías intentarlo

-no gracias, no quiero pescar una neumonía

~ven

-no

~ entonces iré a abrazarte y te mojaré toda

-no te atreverías

Y lo hice, la abrace tan fuerte como pude, y mientras jugábamos dejó de llover, así que retomamos nuestro rumbo hacia el restaurante al que la iba a invitar. Un restaurante peruano de renombre.

Estábamos terminando cuando le entró una llamada. Y tardo mas la llamada que ella en levantarse.

-tengo que irme

~¿por que?

-nata tuvo un problema, me necesita

~¿quieres que te acompañe?

-no te preocupes, gracias por todo- me besó -

Pero no se sintió igual, sentí su angustia pero antes de preguntar algo mas, ya se había ido.

-mas tarde en una clínica-

Odio los hospitales, son fríos. ¿Donde estará nata? Ortopedia, ortopedia. A la derecha, bingo ahí esta. ¿Yeso? ¿ qué sucedió?

Me senté y escuché tanto al doctor como a nata. Fisura en el tobillo. Dios.

-mis papás están en un congreso, y mi hermano esta trabajando

~entonces te quedaras conmigo nata

-¡NO! ¿Cómo se te ocurre? No quiero molestarte

- no es molestia, necesitas a alguien que te cuide 24/7. Llamaremos a tu hermano y le pediremos que te traiga algo de ropa para esta semana. Y volverás cuando tus papás vuelvan.

Llegamos a casa, carajo, no tengo llaves. Busque la llave de repuesto dentro de la matera. Entramos, el hermano de nata no puso problema.

Es difícil explicar lo que se siente cuando alguien que quieres esta enfermo o lesionado, de una u otra manera quieres cuidarlo, protegerlo. Es fácil ponerse en los zapatos del otro cuando se ha estado en la misma situación. Estaba preocupada por nata, quería que estuviera bien lo mas rápido posible.

Sonó el timbre, era Martín, lo dejé pasar. Se fue hacia donde estaba nata, yo no estaba lejos de allí. Estaba haciéndole el almuerzo a nata. Martín la hizo reír un rato, la distrajo. Eso es bueno.

De repente mi teléfono sonó, es mariana

-Bati, verás, tengo una mala noticia con respecto a lo de este viernes-.

El idioma del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora