Capítulo XXX

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-un mes después, en una cafetería-

-bueno, ¿qué tienes que decirme? - pregunté
~mi prima se casa en un mes- dijo Julian
-aja ¿y entonces?
~quiero que vayas conmigo, quiero presentarte a toda mi familia
-me parece una buena idea, pero, ¿no crees que es muy apresurado?
~la verdad, no. Quiero gritarle a todo mundo que eres mi novia, que todo mundo sepa que soy el hombre mas afortunado del planeta, y tal vez suena cursi. Pero es así
-si, bueno suena cursi. Pero es hasta lindo
~entonces, ¿qué dices?
-¡si!
~genial
-ahora pide la cuenta que tengo que ir a casa
~esta bien

Salimos de ahí y Julian me llevo hasta mi casa, lo primero que hice fue recostarme en mi cama. Di mini gritos y saltos invisibles de felicidad, tenía la adrenalina a mil. Aun sentía el corazón a mil como cuando me dijo que quería ir conmigo y presentarme a su familia. Cerré los ojos y saboree la dulce felicidad del amor.

Me levanté de mi cama y me dirigí al armario en busca de un bonito vestido para usar. Después de haberme medido todos los vestidos que habían en la casa, llegué a la conclusión de que ninguno era apropiado para la ocasión. No sabia que hacer, incluso pensé en usar una falda. Cuando me probé una, llegué a recordar que no me gustaban y que eran demasiado sencillas para la ocasión.

Necesitaba ayuda urgente, así que decidí llamar a mi mamá. En un pestañeó llegó a casa y me llevó al centro comercial, mi mamá adoraba a Julian. Y cuando le di la noticia de que éramos novios, le encantó. En ese momento considere que era la primera vez que mis papás se enteraban primero de mi relación que los de mi novio, me pareció demasiados extraño. Pero siempre hay una primera vez para todo.

Después de haber entrado a por lo menos veinte tiendas y haberme medido al menos un centenar de vestidos volví al punto inicial. No tenía nada, nada de lo que me había probado me parecía suficiente. Los vestidos me parecían o muy sencillos o demasiado extravagantes. Ninguno era el vestido perfecto. Sin embargo había encontrado los tacones perfectos a pesar de que no eran de mi estilo. Eran color plata, tipo sandalia, con numerosa correas adornando el empeine.

Decidí hacer una llamada de emergencia, recordé quién podría ayudarme. Pensé en su gran habilidad en compras a bajo precio y con autenticidad, también pensé en su sentido de moda y único estilo que la caracterizaban. Pensé en la master de todo lo referente a compras, busqué su nombre en la libreta de contactos y la llame. Un bip, dos bip, tres bip.

-en ese momento, en una habitación fría pero no tan solitaria-

-tengo que contestar - dije
~no lo hagas-dijo Esteban
-tengo que hacerlo. Es nata
~entonces adelante

Me retire y me dispuse a hablar por teléfono. Nata me contó que Julian la había invitado a un matrimonio, y que en este pensaba presentarla a su familia. También me contó que no tenía ni la más remota idea de que usar, y que necesitaba mi ayuda para conseguir algo que usar. Inmediatamente recordé el lugar perfecto, le dije que nos viéramos el sábado y que yo me encargaría de todo.

~ no es nada urgente ¿verdad?
-no, tranquilo
~entonces, ¿vas a decirme que le pasó a tus pies?

Mi mente quedo en blanco, no tenía ni la más mínima idea de que iba a decirle sobre las cicatrices, saqué un cigarrillo y tomé una bocanada gigante de humo. Pensé en decir que fue una caída, pero sonaba demasiado fingido. No hay manera de explicar cicatrices en el empeine, mi única opción era decirle la verdad.

-me corto- dije como pude, con un mar de lagrimas a punto de salirme
~Dios mío- me abrazó
-déjalo no es nada
~claro que es algo- tomó mi pie- y vamos a salir de esto, juntos- besó las cicatrices
-no puedes ayudarme, no sabes lo que es esto
~¿tu qué sabes?- se quitó el saco, debajo tenía un esqueleto. Luego alzó su brazo y mostró a la luz pequeñas cicatrices en forma de líneas, casi invisibles
-¿te cortabas?
~si
-¿cómo lograste salir de eso?
~me di cuenta de que estaba siendo un cobarde, al principio me costó salir a enfrentar los problemas. Huir siempre fue mi especialidad, pero odio tanto la palabra 'cobarde' que seguí luchando hasta no volver a hacerlo. Y aquí estoy
-de admirar
~por eso se que puedo ayudarte. Saldremos de esto juntos
-esta bien, te creo
~¿qué tal si mañana vamos donde mi psiquiatra?
-no puedo. Voy a comprarle ropa al bebe de una amiga y el regalo de cumpleaños de nata
~¿y el sábado?
-esta bien, ¿ qué tal tipo 6:00 pm?
~haré lo que pueda
-gracias, en serio.

El idioma del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora