Capítulo XVIII

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<<Querida Bati:

Cuando leas esta carta, probablemente ya será sábado. Estarás hecha un lío; espero esta vez recuerdes todo lo que pasó, no como la ultima vez que tomaste. Hoy empieza un nuevo capítulo en mi vida, no mentiré, quiero que estés en el, no será fácil, ambos debemos ser muy fuertes. Eso será muy duro, para ambos. Ya no estamos en posición de ser robles, por eso creo que es mejor dejar las cosas aquí, te amo, eso es algo que no debes olvidar.

Si algún día deseas visitarme o simplemente vas de viaje a Londres, no te preocupes, ya te dejé mi dirección y teléfono en tu libreta de contactos. Te quiero pedir varias cosas, tal vez lo último que te voy a pedir como tu novio, si, tu novio.

No culpes mas a Isabella, no fue culpa suya. Yo era el que estaba fuera de mis casillas, lo lamento, siempre supe que me veías como algo más, e hice caso omiso; hasta que se me despertaron los sentimientos por ti. Conserva la amistad tan bonita que tienes con Natalia, vale la pena, es una gran chica, de las mejores que he conocido. No te mates la cabeza cuestionándote sobre el porque de las cosas, acéptalas. Únete mas a tu madre, ella también debe necesitar a su hija.

Y lo ultimo que te quiero pedir es que te mantengas fuerte, por el bien de los que amas, por tu propio bien. Ya sé que te cortas, no lo hagas, con eso no solucionas nada, eres fuerte, más fuerte de lo que creí.

Jamás te olvidaré, a pesar de que tienes los pies en la tierra, puedes cambiar con facilidad, cambias como la luna, pero no de momento, necesitas tu tiempo.

Eres como el viento, no me olvides; con amor,

Martín >>

La leí, y la volví a leer. Estaba atónita. ¿Me estaba diciendo adiós? No, eso no podía ser posible. ¿Qué horas son? 11:11 AM "llegar a tiempo" el vuelo de Martín sale en hora y media, tomé una hoja en blanco, un bolígrafo, un sobre. Variedad parte dos, escribí varias cosas en la hoja en blanco. Firmé

Una palabra de aliento nunca está de más; con amor,

Bati

-nata, ¿estas despierta?- grité
~si ¿por qué?
- porque vamos para el aeropuerto
~¿vas a despedir a Martín?
-exacto, ¿vienes?
~pues obvio, no te voy a dejar sola en esto, ya me alisto

Me alisté tan rápido como pude, me mire al espejo, tenía ojeras como si fueran cráteres. La cabeza me dolía, no me sentía bien, tenía náuseas. Señorita maravilla no era tan maravilla después de todo. Abrí un cajón y saqué quince sobres, los metí en mi bolso. No alcancé a desayunar, afortunadamente nata si.

Salimos a mil de mi casa, tomamos un taxi, al aeropuerto, lo más rápido posible, le pedí al conductor. Hizo lo que pudo, llegamos cuarenta minutos antes de que su vuelo despegara. Pero el aeropuerto era demasiado grande, el vuelo estaba retardado, punto a mi favor; sin embargo iba a ser difícil encontrar a Martín con nata en muletas, no podía dejarla botada. Había un carrito de seguridad parqueado cerca de allí. Y una señora con cara de ser la conductora no muy lejos de ahí, le expliqué lo que estaba pasando, la señora se conmovió y decidió ayudarnos. Hizo una llamada, y nos dijo que íbamos para la zona de declaración de equipaje. Íbamos camino hacia allá cuando hicieron un anuncio por el altavoz.

-el señor Martín Tocora, es solicitado en declaración de equipaje-

-gracias Rosa- le dije
~no hay de que mi niña, todos tenemos derecho a decir adiós. Y no ibas a encontrarlo nunca con tu amiga paticumbia.
~sin embargo, muchísimas gracias

Llegamos a declaración de equipaje. Nos sentamos a esperar a las afueras, había un par de bancas allí. Rosa insistió en esperarnos, entonces llegó Martín, asustado. La gente de allí ya estaba avisada de todo gracias a Rosa. Así que le dijeron que fuera hasta el final y simplemente saliera. Y así fue.

El idioma del vientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora