Capítulo 4

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"Estaba viviendo dentro de mi cabeza y estuve cerca de la muerte hasta esta experiencia. Entonces, si estas listo, despiértame, porque ya no quiero vivir de esta manera"


VII

Esos cortos, pero a la vez tan duraderos diez minutos que pasó junto a Uenoyama fueron reveladores, pues solo confirmó lo que ya sospechaba, aquella sensación de saber que pertenecía a un lugar real, esa calidez de un hogar... no era porque el día fuera lo suficientemente bueno como para estar alegre o que las medicinas habían hecho efecto tan pronto. El único responsable era Uenoyama. Mafuyu pensó que él causaba algo positivo, que con tan solo tenerlo cerca lo aliviaba de un dolor profundo y que llenaba el vacío de su pecho.

Toda la tensión que se acumulaba al no saber que decir frente a Uenoyama en esos últimos segundos antes de irse, se perdió en cuanto Akemi, alegre como solo él puede ser, se acercó a ellos sonriente y dispuesto a decir algo muy importante.

- ¿Te puedo contar un secreto? - Akemi le dijo a Mafuyu tratando de ocultar su sonrisa de pronto.

-Uh... sí- Mafuyu asintió y Akemi lo tomó de la mano apartándolo de Uenoyama, éste, sin embargo, se quedó pasmado por la actitud de su sobrino y sin moverse de su lugar cruzó los brazos.

-A él le gustas- Akemi susurró viendo de reojo a Uenoyama, Mafuyu sonrió mientras se sonrojaba.

- ¿Estás seguro?

El pequeño niño no dijo nada durante largos segundos, pero eventualmente asintió animado mientras sonreía dejando ver la falta de dientes.

- ¿Y a ti te...? - Akemi fue callado por Uenoyama quien lo cargó repentinamente colocándolo en su hombro.

- ¡Oye! ¡Bájame! - movía sus brazos y piernas aleatoriamente.

Mafuyu comenzó a reír por aquello, los rayos del sol por el atardecer iluminaban su rostro y Uenoyama se quedó como un tonto admirándolo.

-Tengo que irme ya- Mafuyu dijo muy a su pesar.

-Nos volveremos a ver, ¿verdad? - Uenoyama saliendo de aquel trance preguntó esperanzado a que la respuesta fuera afirmativa.

-Sí, por supuesto.

Mafuyu se dio media vuelta y se alejó junto a su madre. Al llegar a su casa, Mashiro tuvo que llamar a su trabajo, dejando a Mafuyu solo en su cuarto.

Pensó en lo que su madre le había dicho aquella vez en la cafetería y sobre sus miedos una noche anterior. Era cierto que esa necesidad de tener más fuerza por su estado estaba ligada a que el alfa con el que procreó un cachorro no se encontraba cerca, pero nunca mencionó que fuera algo de suma importancia. Entonces, era posible que pudiera reemplazar a aquella persona, ¿no?

Mafuyu no entendía muy bien cómo funcionaba el lazo, tenía el conocimiento más básico que cualquiera tiene a su edad; si un alfa marca a un omega, estos están ligados, pero un alfa no es propiedad de nadie, a diferencia del omega que dependerá de ese alfa por el resto de su vida.

Esa era realmente muy poca información, y a su edad ya había vivido las suficientes cosas como para tener tan poco conocimiento, se suponía que todo eso debió haberlo sabido en cuanto tuvo su primer celo dos años atrás, pero lo que realmente sucedió para darle poca importancia era que Yuki estaba con él en cada ocasión sin falta, era quien se encargaba de eso.

Ahora él no estaba. Debía hacerse cargo por sí mismo de esos asuntos, como salir adelante aun si todo pronóstico apuntaba lo contrario. Y no es que se sintiera fuerte de la nada, aquella convicción que lo motivaba era gracias al nuevo pensamiento que rondaba por su mente. Y, mientras más lo analizaba, más se convertía en algo crudo e incluso cruel, sin embargo, necesario.

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