Capítulo 5

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"Y si por casualidad alguna vez me marcho, no te preocupes, algún día te encontraré"


IX

Tres semanas después, todo parecía ir normal, aunque un poco lento. Mafuyu tenía un plan, muy improvisado y poco claro, también con pocas probabilidades de éxito por lo que había sucedido en ese tiempo.

Ya estaba mejorándose de aquel resfriado que tuvo, la medicina y las largas horas de descanso en cama le funcionaron por completo, pero no se sentía recuperado del todo, ni siquiera porque Uenoyama y Akemi lo acompañaban casi todas las tardes.

Pensó que quizás era porque rechazaba de alguna forma ese plan tan cruel, ya que cada vez que veía la mirada ilusionada de Uenoyama, se arrepentía de hacerle algo así. Porque por más que se lo cuestionara por las noches, no podía si quiera sentir algo más que amistad por él. Y tener que fingir frente a ellos, era bastante cruel.

No sabía con quien acudir, amigos no tenía y su madre seguramente lo reprendería y lo obligaría a ser sincero con Uenoyama, por esa razón Mafuyu sentía aún más presión y angustia que cuando no conocía a Uenoyama.

Aun así, no era todo malo. Si apartaba el plan tan extraño, surgían muchas cosas buenas, una de ellas era Akemi. Aquel pequeño energético pasaba mucho tiempo platicando cosas que sucedían en su escuela, aventuras que creaba en su imaginación y expediciones que hacía junto a sus amigos de la escuela, pero, sobre todo, Mafuyu se sorprendía que todas esas cosas no solo las contaba solo como anécdotas, sino que también lo hacía para que el pequeño bebé que aún no nacía se apresurara en llegar y disfrutara con ellos todas esas maravillas.

El día que Mafuyu descubrió ese detalle, se sintió muy feliz. Sí, quería que su hijo tuviera una niñez así de feliz y movida como Akemi la platicaba, su corazón se llenaba de ilusiones apresuradas sobre algún futuro tan hermoso. Y a pesar de tan complicado plan, aquel deseo quería que se volviera realidad, solo de esa manera tendría el camino fácil, no solo para la salud que necesitaba por el embarazo, sino que gran parte de todo eso, significaba que su propia necesidad lo obligaba a ello.

Uenoyama, cuando no era interrumpido por Akemi, platicaba sobre la banda que había formado con Haruki, con uno de sus compañeros de clase y con otro de sus conocidos, le contaba sobre los ensayos y el empeño que ponían para mantenerse en sintonía los cuatro, en ocasiones, omitía el hecho de que era muy exigente. A Mafuyu de alguna manera comenzó a gustarle que Uenoyama hablara, lo hacía sentirse diferente, como si le quitara un peso de encima. Y vaya que, con el tamaño de su barriga, le hacía falta sentir eso.

Pero parecía que no era el único al que le gustaba, pues su hijo poco a poco reaccionaba a la nueva voz, en los primeros días, fue inquieto, volteándose del lado contrario a Uenoyama, causando que Mafuyu se incomodara y no pudiera sentarse más de cinco minutos. Después, pasando ya semana y media, el bebé parecía estar acostumbrado a esa voz.

Esa misma tarde, Uenoyama regresaba de uno de sus ensayos, llevaba su guitarra y Akemi traía una sonrisa emocionada que Mashiro no tardo verla y sentir curiosidad.

-¿Algo interesante en la escuela el día de hoy, Akemi-kun? - preguntó ella.

-Seiichi hizo una broma exitosa... pero, hay algo mejor aún- miró a Uenoyama, quien casi de inmediato había comenzado a platicar con Mafuyu-, mi tío le cantará una canción...

-Ohh, ¿estás seguro?

Akemi asintió varias veces, y la verdad era que lo había dicho al azar, presintiendo que por eso había llevado su guitarra esa tarde, lo que no se esperaba, era que realmente lo hiciera incluso sin que Akemi mismo lo insinuara.

Uenoyama estaba listo para una cosa que haría ese día, porque llevaba ya un tiempo queriendo hacerlo, lo había consultado con sus amigos, incluso con su hermana. No podía soportar más tiempo guardando ese sentimiento. Hasta se había cuestionado si era lo correcto, pues no conocía casi nada del pasado de Mafuyu y, sobre todo, porque esperaba a un hijo, era una gran responsabilidad que no debía tomarse a la ligera.

Sin embargo, ahí estaba, sentado junto a él, son la esperanza de que sus sentimientos fueran correspondidos. Esperó hasta que Mashiro distrajera a Akemi para poder enfrentarse a Mafuyu él solo.

-¿Mafuyu? - el chico lo miró atento esperando a que continuara hablando-. Yo... yo quisiera decirte... decirte que... si quisieras escuchar la canción que compuse.

Mafuyu esbozó una sonrisa a penas visible, pero estaba realmente conmovido.

-Quiero escucharla.

Uenoyama de inmediato sacó la guitarra de su estuche y la afinó, y una vez que lo hizo, comenzó a tocar los primeros acordes de una melodía tranquila, para después convertirse en algo que Mafuyu reconoció. Pero eso era de un sueño, ¿Cómo podría ser posible que Uenoyama conociera ese ritmo?, sorprendido, escuchó hasta el final.

-La primera vez que vine aquí con Akemi- dijo Uenoyama al terminar de tocar-, entre sueños, tarareaste una canción.

Mafuyu se sonrojó, nervioso y con el corazón acelerado le sonrió sinceramente, no solo estaba consciente de que Uenoyama ya tenía sentimientos por él, sino que, a través de esa canción, quería decirle algo o por lo menos esa intención tenía. Estaba avergonzado de sí mismo por haber pensado en un plan tan denigrante que había dado resultados, pero la razón de su vergüenza era más porque de una u otra manera, él mismo había caído en su trampa.

Al estar así de cerca de Uenoyama, se dio cuenta de que se sentía bien y tranquilo, saludable y fuerte no por tener a un alfa en su vida, sino porque sus sentimientos comenzaban a cambiar. Quizás no se trataba de amor por completo, pero si de un cariño y atracción que no podía ignorar más.

-¿Puedes volver a tocarla?- pidió, Uenoyama asintió también ruborizado.

Con las primeras notas, Mafuyu sintió algo en su vientre, y es que, una cosa tan curiosa estaba pasando, pues su hijo comenzó a moverse y no de una forma brusca como lo había hecho antes, era más bien como si buscara a quien tocaba aquella melodía, Mafuyu rápidamente tomó la mano de Uenoyama y la llevó a su vientre.

Uenoyama se sorprendió por la acción tan repentina, pero una vez que supo lo que sucedía, sonrió y experimentó una sensación diferente en su pecho; estaba feliz de que Mafuyu le diera esa confianza y muy emocionado de saber que el bebé de Mafuyu no lo odiaba. Y eso fue lo que necesito para tomar el valor suficiente para declarársele.

-Mafuyu yo...

Pero la frase fue interrumpida por los labios de Mafuyu que impactaron con los suyos, varios segundos permanecieron en aquel cómodo beso, ambos transmitiendo que por fin habían tomado una decisión clara sobre lo que sentían hacia el otro. Uenoyama confirmaba que todo lo que su cuerpo le pedía era estar junto a Mafuyu, no necesitaba de otra cosa más para ser feliz, y así, a su vez, Mafuyu se dio cuenta de su vida había comenzado realmente aquel día que conoció a Uenoyama.

Mafuyu no sería consiente en ese momento de que su cuerpo aceptaba tan bien a aquel alfa por una sencilla razón, y es que, de haber sido lo contrario, se sentiría mal físicamente, desprendería feromonas rechazando a Uenoyama, pero nada de eso pasó porque él era quien debía estar a su lado. Ya no había vuelta atrás para la decisión que tomaba, y eso por primera vez no lo hizo sentir mal o triste, tenía una sensación plena de que su presente estaba cambiando.






Nota: En el siguiente capítulo finalmente veremos las razón de Yuki...


Gracias por leer <3 


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