Capítulo 8

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"Adiós, mi hombre. Te beso una última vez para que recuerdes mi sabor a manzana, cereza y lila"

XVI

Cuando Mafuyu despertó, eran pasadas las diez de la mañana. Su primer pensamiento fue que todo lo que había pasado la noche anterior era un sueño. Uno de esos que parecían tan reales y de los que no se podía escapar. Pero entonces la luz que entraba por la ventana, más los objetos y aromas diferentes le hicieron darse cuenta de que nada de lo que había pasado fue una mentira.

Miró hacia abajo, esperando encontrar un bulto notable, pero lo único que vio fue una manta blanca y a él vestido con una bata de hospital.

En su pecho comenzó a crecer una inquietud incesante. Era ese instinto que le decía que le faltaba alguien a su lado. Ese calor de un pequeño cuerpo que debía proteger.

Intentó incorporarse para buscar a su madre y pedirle que lo dejara ver a su hijo, pero ella no estaba ahí. Sentía su cuerpo adolorido y la boca reseca, quizás necesitaba más reposo, dormir un par de horas extra y recuperar las fuerzas que necesitaba para cuidar bien de su pequeño recién nacido.

Sin embargo, al voltear a su derecha, en busca de algo que pudiera aliviar la resequedad de su boca, se encontró con una persona que estaba mal apoyada en una silla, durmiendo.

La primer pregunta que se le cruzó a Mafuyu era por qué su madre había permitido que él estuviera ahí. Después, comenzó a llorar. Se trataba de un llanto diferente a como lo había tenido aquella vez que se encontró con Haruki. En ese momento, lloraba porque le hacia falta la presencia de Yuki, ahora lloraba porque era demasiado tarde para necesitarlo en su vida.

Se recostó en la cama de nuevo, viendo el techo pintado de blanco, preguntándose cómo es que le haría para explicarle a Yuki que había conocido a alguien más, pero que no se trataba de solo una persona sin importancia que podía dejar, sino que era a quien de verdad anhelaba, no solo porque era un alfa, más bien porque era su alfa. Y tras varios minutos de buscar una respuesta a lo que le afligía, se quedó dormido

XVII

Uenoyama salió de su casa después de convencer a Akemi de que no podía ir al hospital porque era muy pequeño como para estar en un lugar así. Se había sentido un poco mal por su sobrino, pero era mejor que no se acostumbrara a que podría ver a Mafuyu tan regularmente como antes.

La noche anterior, al llegar a su casa, lo primero que hizo fue recostarse sobre su cama. Aún pensaba en lo que había visto en el hospital, y si era sincero consigo mismo, estaba celoso y molesto. Un poco con Mafuyu por no contarle sobre el padre del bebé, pero era más una molestia con él mismo por no tener aquello presente desde antes. Porque era una posibilidad obvia el que en cualquier momento apareciera, pero Uenoyama nunca pensó en eso porque sabía que Mafuyu y él estaban juntos por algo más fuerte que solo una atracción física. 

Intentó tener la mente despejada antes de encontrarse con Haruki en la entrada del hospital, lo menos que quería en ese momento era una charla con él sobre lo que se había estado generando en su mente. 

-¿Listo?- Haruki preguntó, emocionado.

Uenoyama asintió y se adentraron, recorriendo el mismo camino que una noche anterior para llegar a la sala de espera, esta vez, Mashiro hablaba con una de las enfermeras y ambos esperaron a que ella terminara para acercársele. 

-¿Quieren conocerlo?- Mashiro dijo en cuanto los vio. 

-Sí, por supuesto- Haruki dijo y Uenoyama se quedó callado, aun así, no pudo evitar sonreír. 

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