Vine IX.

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Donde PeterPan tiene un unicornio.    

Danny.

Mi boca cayó literalmente abierta cuando el tío se abalanzó sobre Violet. Y me sorprendió mucho más que esta no se apartara.

Quiero decir, no soy nadie para juzgar, pero no parecía muy entusiasmada al ver que tenía que darle un beso de primeras.

Mientras tanto, el amigo aprovechaba para pedirme el teléfono. Se lo di por pesado; no tenía por qué saber que en realidad le había dado uno falso. Cuando lo descubriera, yo ya estaría en un avión de camino a otro estado.

Violet se apartó del chaval un poco incómoda y miró hacia los lados desorientada.

La imité, solo que mis ojos se toparon con los de dos ciertos muchachos cotillas que enseguida volvieron de vuelta a su juego al ser pillados.

Entrecerré los ojos y acabé de darle el número haciendo tiempo hasta que Violet acabara de hablar con el otro, pero mis ojos volvieron a donde Nash y Cam estaban, justo a tiempo para ver como el de ojos azules se llevaba su recompensa por haber ganado.

Un pequeño pinchazo emergió desde lo más profundo de mí. Lo ignoré y le di con rabia el móvil de vuelta a su propietario.

Señor, solo era un puto juego, venga ya.

Asquerosa y confusa adolescencia.

—Ha sido todo un placer conoceos —sonrió el rubio. Se fueron, no sin antes guiñarnos un ojo cada uno. Vaya personajes.

—Me explicas qué demonios —señalé en su dirección— fue eso.

Violet me miró alzando las cejas varias veces en un intento de relajar el ambiente.

—La adrenalina del momento.

—Adrenalina y una mierda. Te ha acorralado. Si no querías, podías haberle pegado una patada en los huevos y aparcado. No dice nada el reglamento sobre eso.

—¿Quién dice que yo no quería? —preguntó indignada. Echó a andar hacia la parte donde estaban los demás—. ¿Qué te parece si nos retiramos? Necesito recomponerme.

Rodé los ojos, ¡yo solo había jugado una partida!

—Yo me voy con Carter a ver qué tal —anuncié.

Estaba medio suplicando a un par de chicas para jugar cuando llegué a él. Tenía hasta una rodilla clavada en el suelo. Pareció decirles algo que no les gustó nada, porque una de ellas le tiró su refresco encima.

—Sí, sí, muy gracioso. Tronchante —dijo enfurruñado cuando llegó a mí, que me estaba meando de risa. ¿Lo mejor? Lo tenía grabado todo.

—¿Unas palabras de vencedor a tu público?

Señaló a la cámara y puso voz de presentador de televisión.

—¡No se muevan, señores y señoras, que lo mejor aún está por llegaaaar! —se echó a un lado para que pudiese tomar vista de un plano completo—. ¡Observad al Gran Maestro del Ligue: HAYES GRIER!

Y dicho esto, el chaval apareció en pantalla montado a caballito en una chica que, estaba completamente segura, no conocía ni de vista.

—¿Pero qué hace? —dije riendo. Los genes de esa familia estaban dañados.

—Persuadir a dulces damas.

—Lo único que va a conseguir así, es una buena marca en la mejilla. Y no precisamente de pintalabios.

Carter se encogió de hombros y decidió que ya era hora de sacar al pequeño Grier de su apuro.

Aún se oían los gritos de la chica.

Just Live [MAGCON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora