Vine XXXIV.

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Cameron.

Llevaba poco menos de un cuarto de hora esperando en la fría intemperie a que Nash subiera a la azotea cuando por fin el portazo metálico me indicó que alguien había salido.

Mi mejor amigo se acercaba con las manos en los bolsillos y la cabeza gacha hacia el muro donde me encontraba apoyado.

No era la imagen que esperaba ver de Nash es las circunstancias previas.

Esperaba que subiera dando voces y con los puños en alto.

—Antes de que digas nada —soltó, situándose a mi lado—, lo sé. Intentaste decírmelo. Me merezco toda la humillación que pueda caerme encima.

Hundí el ceño mirándolo de reojo.

—No hemos preparado todo esto para humillarte. La verdadera intención siempre fue que todo el mundo pudiera ver de una vez de qué madera estaba hecha Becca —expliqué.

—¿«Hemos»? —dijo extrañado, apretando las manos alrededor de la cornisa de ladrillo.

Al captar lo que le había llamado la atención, traté de no echarle en cara la forma en la que había tratado a Danny. No estaba en posición de criticar.

—A pesar de tu dramática actuación, Danny no ha tenido absolutamente nada que ver. Todo ha sido idea de Vi, Sierra y mía. Ella ni siquiera sabía lo que tramábamos.

Nash clavó la vista en el horizonte plagado de parpadeantes luces amarillas. Podía decir que estaba preocupado. Sabía que siempre le había importado Danny. Casi que esperaba que al saber esto fuere corriendo como una bala a disculparse.

En un segundo su expresión cambió de consternada a indiferente, como si el haber apretado la mandíbula hubiera cambiado el rumbo de sus pensamientos.

—Ya me has escuchado antes. No la quiero cerca de mí.

Sus palabras chocaron contra mí como si yo fuera el remitente. No podía estar hablando en serio, no cuando se había esforzado tanto para intentar acercarse a ella de nuevo.

—Y tú acabas de escuchar que ella no...

—Cam —me interrumpió con voz fuerte—. No es solo por esto. Durante toda la gira he estado pensando demasiado en opciones para agradarle, para tratar de ganarme su confianza, para hacer que se sienta tan a gusto como en casa, cuando vivía en Carolina —hizo una pausa en la que me miró directo a los ojos, y por un segundo, Nash Grier fue un desconocido para mí—. Se acabó. No voy a dejar que siga explotándome las cosas a la cara. Danny ya no es nadie, ¿no lo ves?

En ese momento me fue imposible decir algo más. Estaba tan decidido que asustaba. Quería creer que con los días cambiaría su rabia por comprensión, pero...

—Como quieras.

No volvió a mirarme. Al cabo de un rato, se dio la vuelta y caminó de vuelta al interior del edificio.

Tras echar un último vistazo a la ciudad, decidí que con la planificación y el alboroto, era hora de tomar algo de cena, aunque fueran casi las doce y media de la noche.

El servicio nocturno de comida no era muy bien recibido en líneas generales, por lo que cuando llegué y me serví un pequeño plato de pasteles, no había nadie que conociera. 

Una vez sentado en un mullido sofá y medio plato devorado, Violet entró en la estancia. Le hice una seña para que se acercara.

A medida que avanzaba, supe que algo iba mal. Le pregunté con la mirada, pero simplemente negó con la cabeza y se sentó a mi lado, acurrucándose en mi hombro. 

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⏰ Última actualización: Feb 04, 2017 ⏰

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