Inmediatamente quito la pierna que Francesca me ha puesto encima. Menos mal que es la última noche que duerme conmigo.
Es realmente agotadora.
—¿Puedes dejar de moverte tanto?— le digo mientras le empujo al otro lado de la cama.
— Ay Valentina, me haces daño.— Esta se queja ante mi reacción.
— Si, era la idea.—
Me incorporo en la cama y miro por la ventana.
Hace mucho sol. Pueden ser como las 12 a.m. ya que ayer en la fiesta nos quedamos hasta muy tarde.
—¿Qué vamos a hacer hoy?— Me pregunta mientras ella se levanta de la cama y va hacia el baño.
— ¿Tengo cara de agenda? No lo sé.— Esta bufa desde la lejanía.
— Te diría que te has levantado con el pie izquierdo. Pero ni siquiera te has levantado. Ya estás así y Paulo no lleva aquí ni un día.— Ya h tenido que nombrarlo.
— Sabes que no es por él.—
Me levanto de la cama y elijo la ropa que me voy a poner.
— Me despido de esta habitación.— Dice mientras coge su maleta y crea un drama.
— Vas a estar todo el día aquí conmigo. Disfruta con tu novio.— Ella ríe.
—¿Estas segura que no te importa quédate sola?— Yo niego. Obviamente estaría mejor con ella, pero no le voy a cohibir.
—Nos vemos luego. Vete ya rubia.— Largamos unas últimas carcajadas y sale de la habitación. Dejando todo para mi sola.
Entonces fue cuando decidí llamar a mi hermano para preguntarle que pasaba.
Parece que fuera una frase cualquiera pero le conozco, el nunca sube Esas cosas. Nunca le gustó expresar lo que pensaba o sentía y eso era extraño en él.
Busco en mi móvil su contacto y pulso el símbolo del teléfono.
Pasan pitidos y pitidos hasta que sale el buzón de voz.
No me ha contestado.
Decido levantarme y salir hacia la piscina para disfrutar de mis vacaciones. Ya esperaría a que me llamara él.
Cojo un bikini rojo que resaltaba mi moreno, y eso que sólo llevaba un día aquí, la toalla y el protector solar, junto a mi móvil y mis gafas de sol, y salgo hacia la piscina.
Una vez llegó veo que no hay nadie conocido así que decido tumbarme en la hamaca y esperar a que alguien llegara.
Media hora después me despierto.
Me había dormido.
Que torpe eres Valentina.
Intento taparme con la sombrilla para apreciar mejor mi piel. Tampoco me he quejado mucho. Así que aprovecho para ponerme crema de sol para que no me queme más.
Me levanto y me acerco a la barra de bar que hay al lado de la piscina. Me siento en una de esas banquetas altas y espero a que el camarero venga a atenderme. Entonces le pido un cóctel pero sin alcohol y él muy amablemente me lo sirve.
Sabe tan refrescante quede me olvida el haberme quemado poco tiempo antes.
Cuando me lo acabo, me giro y vuelvo a la hamaca con un invitado en la de al lado.
—¿Cómo amaneces?— Le pregunto a Leo cuando llego a mi hamaca y me tumbo en ella.
—Bien, anoche se nos fue un poco de las manos.— yo largo una carcajada sabiendo que tenía razón. Demasiada música, baile, fiesta, alcohol...
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Nuestro juego | Paulo Dybala
Ficção Adolescente«Jugaron tanto que se enamoraron». Aclaración: TODO LO SUCEDIDO DENTRO DE LA NOVELA ES FICCIÓN, NADA DE ESTO HA SUCEDIDO Y CUALQUIER RELACIÓN CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA.