Paulo empieza hoy los entrenamientos, por lo que yo estoy en el supermercado haciendo la compra mientras él está en la ciudad deportiva.
Menos mal que he llamado a Georgina para que me acompañe porque si no estaría muy aburrida.
—¿Qué chocolate te gusta más?— se gira y me pregunta con dos tabletas diferentes en cada mano.
—Milka, obviamente.— ella sonríe y pone dos de estas en el carro.
—¿Tus padres saben que estás aquí con Paulo?— yo me quedo en blanco. No me acordaba de ellos.
—Verás... no hablo mucho con mis padres últimamente.— ella frunce el ceño.
—¿Ha pasado algo?— me pregunta. No había tenido tiempo de contárselo. Ni siquiera había hablado con Francesca.
—Mis padres se van a divorciar.— ella pone cara triste y se acerca a abrazarme.
—Corazón, todo se va a solucionar.—
—Eso seguro. Lo que más rabia me da es que no quieran hacerlo público por el simple hecho de que son una familia poderosa y no quieren que la gente lo sepa.— yo rio irónicamente y ella se separa de mi.
—Igual lo quieren hacer para protegerte.— me agarra de las manos y yo le miro a los ojos. —¿Cómo está tu hermano?— yo levanto los hombros.
—Está bien, parece que a él le duele menos toda esta paranoia.— Geo asiente y juntas movemos nuestros carritos para dirigirnos a la cola del supermercado.
Una vez salimos, cada una nos montamos en el coche y vamos hacia nuestras casas para descargar. Después yo me iría a casa de Georgina a pasar el rato con ella y los pequeños.
Cuando llego a la casa de Paulo recojo todos los alimentos en sus respectivos lugares y me pongo unos vaqueros con una camiseta blanca básica y dejo mi ropa de deporte en la lavadora, ya que antes de ir a comprar había salido a correr un rato.
Los pequeños se han portado súper bien. Hemos estado jugando con ellos y nos hemos reído muchísimo. Hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien.
Cuando llegó Cristiano me fui a casa ya que Paulo también habría llegado.
—Corazón.— me saluda cuando entro por la puerta de la casa.
—¿Qué tal tu entrenamiento?— le saludo dejando un beso en sus labios.
—Bien, como siempre.— yo me siento a su lado en el sofá.— Maurizio me ha preguntado por ti.— yo me giro drásticamente y le miro.
—¿Sabe que estoy contigo?— este niega.
—No. por eso. Dice que hace mucho que no sabe de ti y que si sabía algo. Le he dicho que por última vez te vi en vacaciones.— yo asiento y me quedo mucho más tranquila.
—Menos mal.—
Después de comer nos echamos una siesta y por la tarde vimos una película.
Lo sé y lo siento. El capítulo es una mierda. Pero es lo máximo que he podido hacer. Supongo que os habréis enterado. Paulo y Oriana han dado positivo en el test de Coronavirus. Asi que desde aquí les mando mis respetos a los dos y espero que todo acabe cuanto antes.
Besos
Likeana
ESTÁS LEYENDO
Nuestro juego | Paulo Dybala
Teen Fiction«Jugaron tanto que se enamoraron». Aclaración: TODO LO SUCEDIDO DENTRO DE LA NOVELA ES FICCIÓN, NADA DE ESTO HA SUCEDIDO Y CUALQUIER RELACIÓN CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA.