Capítulo 25.

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-Valentina.- una voz interrumpe mi sueño, pero no tengo la fuerza suficiente como para levantarme de la cama.- Venga despiértate.- me mueve bruscamente mientras me intento incorporar en la cama.

Paulo me señala la televisión del dormitorio y oigo lo que dicen.

-Tenemos el rastro de Valentina Rossetti perdido, pero fuentes confirman que está en Italia.-

Yo abro los ojos de par en par. Ya está el mismo programa de cotilleos español amargándome la existencia.

-El rastro se perdió cuando le vieron por última vez en el aeropuerto de milán el día seis de enero, pero por lo que parece ahora estaría en Turín con su gran amigo Paulo Dybala.- aí es cuando ya bufo y me tiro otra vez en la cama.

-Tranquila, podremos arreglarlo.- me dice Paulo mientras me coge de la mano.

-Te lo dije. Que era muy peligroso. ¿Qué voy a hacer ahora?- Paulo se apoya también en la cama y me mira con cara de preocupación.

-Yo creo que tienes que volver a Madrid a decírselo a James antes de que se entere por otros medios.-

- Y que quieres. ¿Que me vaya ahora mismo a Madrid?- le miro totalmente obsoleta. No puedo creer lo que está diciendo.

-Antes he mirado un vuelo... Sale de aquí en dos horas.- me giro y le miro con cara de pocos amigos. No me puedo creer que me esté diciendo esto.

-¿Ahora tengo que dar la cara cuando tú quieras?- le pregunto de malas maneras.

- Vamos Valentina. Es por tu bien. Para que acabéis de buenas maneras.- yo resoplo.

-¿Y si no quiero acabar con él?-

Llamo a Francesca para comunicarle que he llegado y me dice que en un rato se pasará por la casa para vernos.

El aeropuerto de Barajas está abarrotado. Espero en la puerta de primera clase a la persona que me va a venir a buscar. Sinceramente no se como reaccionar cuando le vea. Sinceramente no se como voy a reaccionar cuando le tenga delante de mi.

Pero no me da tiempo a pensar por que veo a un maravilloso colombiano aparecer entre la gente. Inconscientemente sonrío. Dios que mala persona soy. Decidida camino hacia él.

—Hola.— le digo y me paro delante de él.

—¿Cómo estás?— me pregunta mientras agarra mi maleta.

—Bien.— doy un paso para darle un abrazo pero él se echa hacia atrás. Me ha rechazado un abrazo. Mierda.

—Valentina, no hace falta que lo sigas ocultando.— me sonríe. Mis ojos se empiezan a aguachinar.

—James de verdad que yo no quería.— apoya su mano en mi hombro y me guía para que camine junto a él. Así que decidimos hablar cuando estemos en casa.

—No pasa nada, pero podías haberme dejado desde el principio en vez de ponerme los cuernos delante de todo el mundo.— deja la maleta de malas maneras y cierra la puerta de un portazo.

—Bueno no te enfades de verdad que nadie sabe lo que pasó.— caminamos directamente hacia el sofá.

—Seguro que las zorras como tú hacéis esto siempre.— yo levanto mis cejas totalmente.

—Perdona, ¿qué has dicho?— este se ríe.

—Se que tenías planeado todo esto, para hacerte más famosa. Pero a mi no me vas a ver la cara de tonto.— me agarra del brazo y me levanta del sofá. Entonces no se para ni un segundo para pegarme una bofetada. Y volver a tirarme al sofá. Mis ojos se cristalizan.

—Por favor no me hagas esto.— le reclamo. Pero solo me gano otro golpe por su parte.

—Vete con tu argentinucho, a ver si el te soporta ahora.— otra bofetada se impacta sobre mi cara.— Solo te quiere porque eres guapa y estás buena.— Jala de mi pelo y me lo tira hacia atrás. Yo no puedo parar de llorar. —Pero vamos a ver si ahora te quiere.— Impacta su zorilla en mis costillas y yo grito de dolor.

—¡James para por favor!— sigue dándome golpes en todas las partes que puede y yo intento defenderme pero no puedo.— Déjame por favor.— no para. Sigue. Como si no me doliera. Como si fuera un juguete.

Un timbre suena en la casa y este para.

—Joder.— se va a abrir la puerta y llega mi salvación.

Francesca se asoma y me ve en el sofá. Su cara cambia totalmente.

—¿Qué coño le has hecho?— James se toca la cabeza y Francesca le vuelve a preguntar mientras corre hacia mi. —¡Que que coño le has hecho!—

—Joder se me salió de control.— Francesca me incorpora y me mueve por la habitación. Veo sus ojos. Tiene dolor. Y mucho.

—Prepárate. Esto no lo vamos a dejar así.— me saca de la casa y me carga antes de subirme a su coche. Gracias Francesca.

Dios dios Dios intenso intenso.
Espero que os guste recordad todo es ficción 💖
Besos

Nuestro juego | Paulo DybalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora