Capítulo 8

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Hola! No me enredo que me toca escribir otro capítulo para dentro de un ratito así que os voy dejando mientras este por aquí.

Dedicado muy especialmente a mi niña Cris porque mañana va a ser una crack en economía, a mi niña Lucía porque la adoro, a mi niña Gloria porque es la mejor hija del mundo y a mi niña Amy porque siempre me peta a comentarios.

Sin más os dejo leer y disfrutar:

VIII

Inés dormía, profundamente, al igual que el pequeño Jordi al que había acostado en una cunita justo después de alimentarse por primera vez, provocando que su madre liberase un millón de lágrimas visiblemente emocionada al comprobar que su hijito estaba en perfecto estado de salud.

En el exterior ya había oscurecido y ella seguí ahí sentada, sin ganas de moverse o de marcharse a su casa, a pesar del cansancio que arrastraba y el dolor que sentía en su rostro y diversas partes de su cuerpo ya que, una vez eliminada la adrenalina del organismo, los golpes recibidos en el hemiciclo empezaron a causarle pequeñas molestias.

No había querido encender el televisor para verificar cómo continuaba la situación en el congreso para no preocupar en exceso a Inés, aunque por Xavi había sabido que, tras su huida, no tardaron en aplacar el golpe gracias a la ayuda proporcionada por el teniente Reyes.

Tras haber roto sus órdenes ayudándolas a salir del edificio, el teniente resultó ser el as bajo la manga que necesitaba la facción del ejército leal al gobierno y a la constitución, proporcionando la información específica y necesaria para que entrasen al lugar aplacando la situación casi de forma inmediata. No había heridos entre los diputados así que Inés se había llevado la peor parte de toda esa locura sin sentido que habían protagonizado, solo la jerezana había rozado el final catastrófico y ese hecho aun le provocaba ardor en las entrañas.

Sabía que debía volver, que seguramente Pablo la estaba buscando como un loco al no verla entre los diputados liberados pero le traía sin cuidado, en esos instantes solo deseaba permanecer en aquella habitación, mirando de vez en cuando el rostro de Inés sumido en sus sueños y al pequeñin que también dormía ajeno al desastre que había protagonizado en el hemiciclo.

De pronto, se abrió una vez más la puerta de la habitación, sin sorprenderla ya que cada poco se pasaban enfermeras a verificar el estado de la jerezana, alzando la mirada para ver quién era el intruso y reconociendo a Xavi, con esa sonrisa que empezaba a ponerle un poco nerviosa y un nuevo bocadillo entre las manos, junto a una enfermera que parecía acompañarlo.

Dicha enfermera, en lugar de acercarse a Inés para verificar su estado, se dirigió a ella con una sonrisa conciliadora en los labios, provocando que se levantase del asiento sin saber qué quería aquella chica, dibujando en su rostro un gesto serio.

–Imaginé que si te mandaba a ver a una enfermera no me harías caso. –Dijo Xavi de pronto, encogiéndose de hombros y sonriéndole con un gesto avergonzado. –No te has movido de la habitación en toda la tarde y no te has preocupado de tus propias heridas Irene, así que traje a la enfermera conmigo para que te eche un vistazo.

–Estoy bien, no necesito nada. –Respondió, de forma educada y suspirando suavemente, apartando su mirada de Xavi en cuanto este besó, con cariño, la frente de su mujer, sin perturbar en absoluto su sueño. –Estaba a punto de marcharme a casa, fue un día muy largo.

–Su ceja no dice lo mismo señorita Montero. –Intervino la enfermera de forma suave, fijándose con ojo crítico en los golpes que podían verse en su rostro. –Acompáñeme por favor, a simple vista no parece necesitar puntos pero sí que la desinfecte.

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