Capítulo 9

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Hola! Como dije por twitter hoy tocaba volver con esta historia, espero que la disfruteis.

Este capítulo se lo quiero dedicar en especial a mis mimadas, Lucía, Cris, telitalacosa, Gloria y Amy porque son MIS PERSONAS. Y a Gara por si me lee.

Sin más, disfrutad y recordad que vuestros comentarios son para mi muy valiosos y me hacen muy feliz.

IX

Los niños dormían hacía ya unas horas. Sentía el frío de su vaso cargado de hielo y licor amargo congelando las palmas de sus manos, con el gesto serio y su mirada rota, con las luces del jardín iluminando suavemente el salón ya que no había sido capaz de levantarse del sillón para encender las del interior. Sus ojos fijos en ninguna parte y el sabor fuerte de su bebida quemando en sus pupilas gustativas, suspirando de forma tenue y cerrando los ojos con fuerza para apagar el indicio de sus lágrimas en cuanto escuchó el sonido de las llaves abriendo la puerta, sabiendo que Pablo había llegado y sintiendo como su pulso se disparaba, apretando con fuerza sus labios y el vaso entre sus manos, esperando a que apareciese con la conversación que llevaba días estudiando quemando en su lengua, atrapada entre sus dientes.

No se inmutó apenas en cuanto él encendió las luces, mirándola con gesto serio y extrañado. Sus ojos chocaron y en seguida Pablo dejó escapar un suspiro, conociéndola demasiado bien tras tanto tiempo a su lado...

Lentamente y enredando la mano en sus cabellos, Iglesias se acercó a ella con pasos cortos, como sabiendo que se avecinaba un abismo sin querer enfrentarlo, cayendo a su lado en silencio y clavando su mirada en un punto incierto del salón, esperando que fuese Irene la que dijese la primera palabra.

–Creo que ha llegado el momento de que hablemos Pablo... –Susurró al final, secando lentamente una lágrima. –Sabes tan bien como yo que no podemos seguir así.

–Cometí un error imperdonable Irene. –Le respondió, llevando sus manos a su rostro escondiéndolo contra sus palmas. –Ya no sé qué más hacer para que me perdones.

–Ya te perdoné, pero por mucho que lo intento no soy capaz de mirarte y sentir como antes... –Sollozó suavemente, dando un nuevo trago para deshacer el nudo de su garganta. –Creo que hace demasiado tiempo que dejamos de querernos y solo nos estamos haciendo daño obligándonos a estar juntos por rutina o costumbre.

–Formamos una familia Irene. –Dijo él, negando con la cabeza y levantándose de su asiento, empezando a pasear nervioso por la habitación. –No podemos romper nuestra familia por un error.

–No es por un error Pablo. –Intervino ella, suspirando suavemente y clavando en él su mirada castaña quebrada. –Simplemente ya no funciona y dejó de funcionar mucho antes del golpe de estado, no quisimos verlo pero ahora ya no soy capaz de fingir que podemos solucionar todos nuestros problemas barriendo bajo la alfombra... Tenemos tres hijos que se merecen que intentemos ser felices aunque eso incluya separarnos y romper con lo nuestro.

–Entonces... –Susurró él, claramente derrotado. –¿Esto es lo que quieres? ¿Qué rompamos?

–Quiero que seamos felices. –Respondió suavemente, secando una vez más sus lágrimas. –Y sabes que no lo vamos a conseguir si alargamos esto, que debemos intentarlo separados porque ya no funcionamos y no volveremos a hacerlo. Te quiero muchísimo pero no cómo antes y es injusto para los dos que sigamos negándolo.

***

Con una exclamación ahogada, corría dando saltos y esquivando los juguetes que sus hijos dejaban desperdigados por todo el pequeño apartamento que había alquilado para empezar de cero su vida tras la difícil ruptura con Pablo.

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