Capítulo 13

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Hola! Os traigo el primero de hoy, espero que lo disfrutéis.

Dedicado como siempre a mis tres niñas de las birras y el cacaolat porque son lo mejor que me ha pasado y porque lo que ha unido esta cuarentena nada lo va a separar. 

Sin más os dejo leer y petármelo a comentarios:

XIII

Llevaba varios días durmiendo sin descansar, en alerta constante y con los músculos agarrotados, sin permitirse apagar su mente durante unas horas, llena de demasiados pensamientos inconexos que aparecían en forma de sueños cuando cerraba los ojos para abandonarse al descanso.

Con el amargo sabor del café cargado bañando sus labios y activando sus terminaciones nerviosas, tecleaba con rapidez en su teclado, escribiendo las nuevas propuestas de ley que debía presentar en el consejo de ministros, concentrada en su labor y llenando sus ideas de su trabajo para que estas no navegasen entre Inés y su caótica situación cada vez que pensaba en ella sintiendo como su pecho se ralentizaba latiendo muy despacio, estrechando su estómago y llenando su boca con el sabor agrio y desagradable de la bilis al pensar que, por mucho que intentase dejar de quererla y arrancarla de raíz de sus entrañas, estaba demasiado anclada, se veía incapaz de separarla de sí misma cuando la jerezana se había confinado por completo en su propio ser.

Mordiendo su labio inferior, apartó la mirada de la pantalla de su ordenador, masajeando sus sienes y suspirando suavemente, intentando apagar su hilo de pensamientos cuando la sonrisa de Inés se colaba insolente en medio de sus recuerdos deteniéndola, congelándola...

Dando algunas vueltas con su silla, recriminándose mentalmente no ser capaz de mantenerla lejos más de diez minutos, su teléfono pitó avisándole de que tenía un mensaje, provocándole un sobre salto en medio de uno de sus giros y provocando que casi terminase en el suelo debido a su pequeño susto.

A desgana, atrapó dicho aparato, desbloqueándolo, suspirando una vez más y sonriendo suavemente, entró a la conversación de Gloria para ver qué quería la joven periodista, leyendo rápidamente su mensaje invitándola a cenar y lo que surgiese después, respondiendo afirmativamente en el acto pues aquella muchacha suponía un pequeño faro en medio de sus propias tempestades, arrojando algo de luz y consiguiendo que, durante unas horas, pudiese dejar de lado a Inés y centrarse en disfrutar del momento, de su nueva vida, sin ataduras y sin miedos.

Estirándose suavemente tras dejar su teléfono sobre la mesa, se colocó frente al ordenador dispuesta a seguir con su trabajo, decidida a avanzar lo máximo posible antes de partir hacia su casa para arreglarse y salir con Gloria, cuando el aparato empezó a pitar una vez más, apagando su concentración y atrapándolo con el fin de dejarlo en silencio, viendo el nombre de Inés en la pantalla y sintiendo como, una vez más, su mundo entero temblaba desde los cimientos como solo ella era capaz de provocar.

Desbloqueándolo rápidamente, entró a su conversación con los latidos desbocados y sintiéndose, sin saber muy bien por qué, terriblemente culpable en un solo instante.

Inés: ¿Nos vemos cuando termines de trabajar? Puedes traer a los chiquititos y hacemos galletas.

Irene: No puedo facha... Otro día.

Inés: ¿Están con Pablo? Puedes venir sin ellos, la oferta de las galletas sigue en pie.

Irene: No es eso boba. He quedado y no voy a poder.

Inés: ¿Con quién has quedado?

Irene: A parte de facha cotilla...

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