Capitulo 68

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Capítulo 01 – Canción de Amor para un Cierto Dios de la Guerra

--Entonces, aquí está donde estabas, Mikoto.

Lo vio en un sueño.

El aire frio golpeaba su piel mientras estaba sentaba en las raíces del árbol marchito.

Su yo más joven abrazaba sus rodillas contra su pecho bajo su sombra. Fue entonces cuando se dio cuenta de que no era un sueño, sino un recuerdo.

--¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?

La joven Mikoto enterró su rostro en sus rodillas. Ella no levantó la vista a pesar de que Takemikazuchi—con exactamente el mismo aspecto actual, con su peinado que parecían cuernos que colgaban a cada lado de su rostro como colas de caballo—le hablaba.

Estaban en su ciudad natal en el Lejano Oriente, detrás del santuario en el que solían vivir. Sus voces flotaban en el aire.

--... Takemikazuchi-sama.

La voz de la niña salió de entre sus rodillas; negándose a mirar hacia arriba.

Takemikazuchi se inclinó delante de ella, esperando pacientemente hasta que abrió la boca una vez más.

--¿Por qué no tengo una mamá o papá...?

Porque soy huérfana.

La actual Mikoto podía responder a esa pregunta de inmediato.

Desastres, plagas y monstruos.

No era raro que los niños del Lejano Oriente perdieran a sus padres y quedaran solos.

En realidad, Mikoto era una de las afortunadas, ya que había sido tomada por un santuario donde vivían Dioses como Takemikazuchi.

—La habían llevado a ver un animado festival de la ciudad.

—O tal vez había sido un puerto con naves en un muelle seco; tal vez la gran ciudad.

Ella había estado entre amigos como Ouka y Chigusa junto con los Dioses y Diosas, pero todo lo que Mikoto vio en ese momento eran padres que jugaban con niños felices. La dejó con un sentimiento de desolación, y no pudo soportarlo más.

--... La madre y el padre que te dieron a luz, Mikoto, te dejaron bajo nuestro cuidado y emprendieron un viaje al más allá.

--¿Los... volveré a ver...?

--Bueno... Puede que no regresen a este mundo mientras todavía sigas viva.

Podrían pasar decenas, cientos de años antes de que las almas de sus padres renacieran.

Mikoto había sido demasiado joven para comprender el significado completo de las palabras de Takemikazuchi en ese momento.

Lo único que entendía claramente era que nunca volvería a verlos. Ella apretó sus piernas aún más cerca de su cuerpo.

--¿Te sientes sola?

La joven Mikoto no podía mover la cabeza hacia arriba y hacia abajo o hacia la izquierda y hacia la derecha.

Ella sólo apretó sus brazos, con sus dedos hundiéndose profundamente en su piel como si desesperadamente tratara de mantener algo contenido dentro que amenazaba con desbordarse.

Takemikazuchi se arrodilló junto a la chica mientras su cuerpo comenzaba a temblar.

De repente, la levantó alto en el aire como si fuera ligera como una pluma.

Mikoto levantó el rostro, sorprendida por la repentina explosión de luz que venía de debajo de sus brazos. Miró al Dios debajo de ella.

--Mikoto, conviértete en mi hija.

La Aventura De Un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora