Capitulo 40

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Desde el horizonte se había levantado imponente el sol de la mañana, ahora considerablemente alzado sobre el cielo, su luz recubría  gran parte de aquel vecindario al tiempo que el leve calor lo inundaba. Siendo a través de una de las aceras donde se podía divisar al chico de ojos azules rumbo a su acostumbrado destino de todos los días.

La felicidad desbordaba a Thomas conforme seguía con su camino, sólo dejándose llevar por la melodía alegre que comenzada a inundar sus audífonos, melodía que parecía lo suficientemente pegajosa como para hacerlo realizar un pequeño e inconsciente baile que inocentemente intercalaba entre su caminata; todo mientras una sonrisa entusiasta se plasmaba en su rostro.

Posteriormente, a la distancia, notaría a cierto rubio mientras igualmente caminaba por la acera, siendo este quien saludase primero al ojiazul. La sonrisa entusiasmada del castaño no tardaría en ser tiernamente contagiada al ojiverde.

—¡Thomas! —Matthew saludó en su característico tono alegre—. ¿Cómo van tus vacaciones?, Espero que lo estés pasando muy…

Irónicamente, su frase se vio interrumpida al notar que el contrario no parecía escucharlo. Matt dirigió momentáneamente su vista hacia el lugar donde Thomas parecía observar, comprendiendo rápidamente el por qué de esa reacción.

—Oh, ¿Vas a ver a Alex? —cuestionó, Thomas asintió emocionado—. ¡Súper!, ¿Te importa si te acompaño? Justo voy para allá de todos modos.

Habló ahora con una risa de por medio, a lo que el castaño simplemente accedió con una sonrisa.

Al pasar unos minutos finalmente parecieron llegar, el de ojos azules respiró levemente antes de disponerse a tocar la puerta un par de veces sin deshacerse de la sonrisa que iluminaba su cara; siendo posteriormente atendidos por Brie.

—¡Alex!, ¡Tu amiguito ya está aquí! —La chica llamó a su hermano, no tardando en notar la presencia del chico con pecas—. Ah, y hola a ti también Matt. Adelante, pasen, seguro el idiota se quedó dormido.

Y sin más subió en busca del pelinegro. Quien tan solo estaba sentado frente a su computadora, apenas podía mantener sus párpados abiertos mientras la información en aquella pantalla se le amontonaba en la cabeza.

—¿No escuchaste…? —Las palabras de Brie se cortaron al verlo—. Ay no, ¿Ahora qué te pasa?

—¿Eh?... No, no es nada —Alexander respondió tras un pequeño bostezo—. Sólo quería revisar algo, ya voy.

Posteriormente apagó todo y finalmente se encaminó a la sala. El pelinegro frotó por última vez su rostro esperando deshacerse de su aspecto cansado.

Entre tanto, Matthew y Thomas lo esperaban abajo, y la alegría que inundaba al ojiazul no pasaría desapercibida por el rubio.

—Uy, te ves muy emocionado, ¿Crees que hoy haya algo interesante? —Este le preguntó con curiosidad, comentario que el contrario no pareció notar del todo, pues su felicidad y emoción eran tal que solo podía concentrarse de lleno en ello.

Irónicamente, el entusiasmo de Thomas  sólo aumentaría con la llegada del chico pelinegro, una inconsciente sonrisa se mostraría en el rostro de Alexander en cuanto notase la alegría que irradiaba en el de ojos cerúleos. Eventualmente, los tres amigos se encaminaron para subir rumbo a la habitación del azabache.

—Y... ¿Qué hay de nuevo?, ¿Me perdí algo interesante? —El rubio volvió a cuestionar, claramente necesitaba estar al tanto de lo ocurrido durante su ausencia.

—No mucho realmente... De hecho, justo estábamos por comenzar con algo muy importante, ¿No es así?

Alexander respondió, obteniendo la ahora tímida afirmativa del castaño.

Against The World [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora